Jesús: un comunista de los de antes

Jesús: un comunista de los de antes

Jesús. Matías Valiente

Jesús nació en Villanueva de la Fuente (Ciudad Real) en noviembre de 1942. Aunque las cenizas de los últimos bombardeos de la guerra llevasen poco tiempo apagadas, el niño que permanece en él recuerda su infancia como un período feliz.

Según cuenta, hablar de la guerra en aquella época no era tema especialmente recomendable. De hecho, eso lo pudo comprobar el mismísimo padre de Jesús que, siendo exiliado de la primera hora en Francia, hablaba de política en el bar de Villanueva las veces que regresaba al pueblo como si se encontrase en tierra democrática y no en la dictadura del miedo, la delación y la tortura. Tras haber sido denunciado por algún cristiano, unos agentes de la Benemérita no encontraron al hombre que ya había regresado a Francia. En otra ocasión, un cargo de la Benemérita le murmuró al oído que le invitase a un café, no sin intimarle la orden de que acudiese al cuartel por la noche. El militar le devolvió el café y le avisó. “Todo lo que aquí hablas… Pero vete a Viveros, vete a Alcaraz, vete a Infantes, pero no hables aquí. Porque si no, te detengo”.

En Francia, el padre de Jesús trabajó como agricultor en Bellegarde, cerca de Nimes y, más tarde, en Cabannes y Châteaurenard, más al este, en Provenza. Se encargaba de difundir propaganda del PCE en la zona. Fue ya en Francia cuando se politizó junto con compañeros de desdicha. El hombre no había sido llamado al frente por tener a dos hermanos voluntarios en la guerra. El joven Jesús, que se había ido con 14 años a vivir con su padre a Francia, recibió la tarea de ser el responsable del PCE en Châteaurenard tres años después. Antes de eso, en Bellegarde, había formado el Círculo de Sandoval, nombre un tanto original para designar su agrupación ligada a las Juventudes Comunistas.

Preguntado acerca de lo que mayor orgullo le brindó de formar parte del PCE, Jesús contesta sin vacilar que el logro de llevar a Santiago Carrillo a Châteaurenard

Ya con 18 y 19 años, Jesús vivió un tiempo entre Madrid y Gandía, donde su consciencia política pudo consolidarse sobre el terreno peligroso de la Madre Patria. Uno tenía que ser precavido en lo que atañe a lo político en los años sesenta, cuenta el castellano-manchego. En 1977, en vísperas de la legalización del PCE, Jesús fue detenido en Madrid mientras preparaba el local del comité central en la calle de Castellón y se encontraba recogiendo firmas para la liberación de presos. En el interrogatorio que tuvo lugar en la Brigada Político Social de la Puerta del Sol, le preguntaron si veía con buenos ojos una reciente declaración atribuida a Santiago Carrillo. “Sí, las hago mías”. Quedando claro el crimen de adhesión al comunismo, no quiso confesar cómo se ganaba la vida en Madrid, dado que Jesús trabajaba clandestinamente por aquel entonces. Afortunadamente, la detención no superó las 24 horas. Jesús narra que aprendió más en aquellas 24 horas que durante el resto de su vida porque se imaginaba lo que habían tenido que pasar todos los presos anteriores allí detenidos.

Preguntado acerca de lo que mayor orgullo le brindó de formar parte del PCE, Jesús contesta sin vacilar que el logro de llevar a Santiago Carrillo a Châteaurenard, municipio donde nuestro castellanomanchego reside aún en la actualidad. Merced a un amigo suyo que está afincado en Valencia, quien había oficiado como su padrino político, Jesús accedió al que ya había dimitido de su cargo como secretario general del PCE. Hay que recordar que los primeros años de los 80 del siglo pasado fueron convulsos para un partido que se quebrantaba por dentro y perdía paulatinamente protagonismo electoral. Jesús narra ese acontecimiento como de uno de los momentos más destacables de su vida y recurre a la palabra “honor” para expresar lo que sintió al presentar al gran tribuno en el pueblo de Provenza que cuenta con aproximadamente 14.000 habitantes actualmente. Recuerda a Santiago Carrillo como un hombre muy humilde y culto, cualidad, esta última, que no es de extrañar para quien sabe que el comunista leía como si no hubiera un mañana. Jesús también llegó a coincidir en el mismo recinto con Dolores Ibárruri, aunque no la conoció en persona. Recuerda que era una mujer agitadora que movía masas como nadie.

Su lealtad llega hasta el punto de no sentirse identificado con la actual izquierda republicana que componen Izquierda Unida y Podemos.

Tras romperse el partido, Jesús participó en la creación de una nueva sección compuesta por unas 30 almas de la zona en la que reside. Fue expulsado del Partido Comunista de España por defender la línea de Santiago Carrillo, quien había corrido con la misma suerte un poco antes. Jesús opina que las cosas se habrían resuelto de una manera diferente en nuestra época y que los sectarismos exacerbados fueron los que precipitaron al PCE al borde del abismo. Lo menos que se puede decir es que siempre fue leal al oriundo de Oviedo. Su lealtad llega hasta el punto de no sentirse identificado con la actual izquierda republicana que componen Izquierda Unida y Podemos. Le pregunté a Jesús sobre el hecho de que Carrillo, a pesar de haber vivido durante décadas en el exilio debido sus ideas republicanas, aceptase una constitución monárquica. “Era la condición que teníamos entonces, la única” —respondió. Respecto a lo que queda y quedará de las numerosas luchas peligrosas de los camaradas comunistas del siglo XX, Jesús señala que le debemos a los ancianos la libertad de expresión, el derecho de huelga y la libertad sindical. A quienes recelan de Podemos dentro de las filas de Izquierda Unida, Jesús dice que prefiere ver a Alberto Garzón trabajando junto con Pablo Iglesias ya que, unidos, son más poderosos. Es más, ha pasado algo más de un año desde que efectué la entrevista que ha dado lugar a este texto y ahora, que estoy a punto de concluirlo, Izquierda Unida y Podemos forman parte de un Ejecutivo de coalición con el Partido Socialista Obrero Español, coalición que acaba de propulsar una ambiciosa Ley de Memoria Democrática, que llega 45 años tarde, pero que contrarresta la vergüenza que sentimos muchos de los que no habíamos nacido en el momento de la imposición de la ignominiosa y bochornosa Ley de Amnistía de 1977.

Agradezco a Jesús toda la ayuda brindada al desarrollo de mi doctorado, dado que fue mi persona de contacto en Châteaurenard. Me puso en contacto con lorquinos inmigrantes en Francia, que habían dejado su tierra en los años 1960 en búsqueda de una vida próspera. A través, de La Casa regional de la cultura de Castilla la Mancha, asociación que fundó en Châteaurenard, Jesús mantiene vivo el nexo que existió entre exiliados de la Retirada de 1939 y los emigrantes españoles de los años 1960. Puede que por mi edad no capte la totalidad de las problemáticas y los riegos que conllevaba ser joven comunista tanto durante la dictadura de Franco como en tiempos democráticos. Lo que sí puedo decir es que admiro, desde el confort en el seno del cual he crecido, a quienes como Jesús se jugaron su libertad y su vida para dejar un mundo mejor a las generaciones venideras. Por ello, me siento afortunado por tener un amigo como él.

¡Gracias camarada!