Jorge Javier Vázquez (Telecinco): "Solo quiero pensar en cómo estoy: vivo"

Jorge Javier Vázquez (Telecinco): "Solo quiero pensar en cómo estoy: vivo"

El presentador de 'Sálvame' y 'GH DÚO' ha relatado cómo fueron los peores momentos de su vida.

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El martes 12 de marzo Jorge Javier Vázquez sintió que le dolía la cabeza, aunque pensó que era por cansancio. Fue el primer síntoma del ictus que sufrió, por el que ingresó en el hospital el sábado 16 de marzo y por el que tuvo que ser operado de urgencia. El presentador de GH DÚO y Sálvame ha relatado en un artículo en primera persona en la revista Lecturas cómo ha sido el peor momento de su vida.

El dolor fue a más, hasta el punto de convertirse en algo “insufrible” incluso mientras estaba presentando la gala de GH DÚO el jueves, pero lo dejó pasar con la esperanza de dormir y despertarse bien. Los síntomas continuaron a lo largo de la semana: “Me despierto el sábado sobre las seis de la mañana. Qué mala hora para que te asalten los pensamientos negativos. Pienso en el tumor que mató a mi padre y a su tía. Y lo que más me inquieta no es mi muerte, sino cómo contárselo a mi madre”.

Al final, decidió ir a urgencias por el dolor, donde le detectaron una mancha en el cerebro tras hacerle un escáner. El presentador se tuvo que quedar ingresado porque era necesario realizarle más pruebas, y como en todos los hospitales, los sábados no se hacen. Por eso no presentó Sábado Deluxe el día 16 de marzo y se vio obligado a suspender la función teatral Grandes Éxitos en Tudela (Navarra), prevista para el domingo 17.

Me despierto el sábado sobre las seis de la mañana. Qué mala hora para que te asalten los pensamientos negativos. Pienso en el tumor que mató a mi padre y a su tía. Y lo que más me inquieta no es mi muerte, sino cómo contárselo a mi madre”.

A pesar de oponerse en un principio a contarle su estado a su madre, al final Jorge Javier lo hizo. Y fue ella, la Mari, quien consiguió arrancarle la primera sonrisa con su reacción: “Ay, hijo, ahora no vayas a contar que tienes algo en la cabeza”.

Finalmente, el domingo le realizaron la resonancia pendiente, con la que detectaron una mancha de sangre, la responsable del dolor de cabeza, y por la que tuvieron que practicarle un cateterismo y, en el peor de los casos, operar. Fue intervenido el mismo domingo.

“Con el cateterismo disfruté menos de lo que esperaba de la sedación. Esperaba echar a volar como en otras ocasiones, pero me quedé a medio gas. Tanto que incluso me llegué a aburrir. Pero el aburrimiento se desvaneció en cuanto acabó la prueba y en el mismo quirófano el doctor me dijo que había visto algo gravísimo. Que teníamos que operar ese mismo día, lo antes posible”, relata.

El presentador estaba desconcertado porque llegó al hospital “por un dolor de cabeza que tenía pinta de migraña” y se vio “metido en una historia rarísima”.

Con el cateterismo disfruté menos de lo que esperaba de la sedación. Esperaba echar a volar como en otras ocasiones, pero me quedé a medio gas. Tanto que incluso me llegué a aburrir.

Justo antes de entrar al quirófano, el catalán estuvo hablando con uno de los creadores de La fábrica de la Tele, Adrián, sobre el más allá. “Yo digo que creo en algo”, escribe, y añade: “Es curioso, no tengo miedo. Sólo sé que antes de comenzar a sentir los efectos de la anestesia rezo un padrenuestro y repito mi mantra para meditar”.

A Jorge Javier le “operaron el mismo día que hace ya veintitantos años operaron a mi padre del tumor que lo llevó por delante”, una coincidencia que tenía muy intranquila a su madre. Ahora, él solo tiene un objetivo: “Solo quiero pensar en cómo estoy: vivo”. Eso sí, no pierde el humor y se pregunta a sí mismo si los dolores de cabeza “se habrían producido después de un coito”.

Durante su ingreso, el presentador recibió algunos mensajes con críticas negativas en su cuenta de Instagram, aunque ha acabado entendiendo que la gente los envíe por la labor de “acompañamiento” que ejercen los programas de televisión, incluidos los que él presenta.

Si le quedara poco tiempo de vida, Jorge Javier tiene claro que haría. “Me gustaría charlar mucho con gente de diversas creencias y aprender a morir en paz. Que mi casa se convirtiera en una mezcla de confesiones”, revela.