La cuenta de Twitter del presidente de El Salvador está dando mucho de qué hablar por cómo la usa

La cuenta de Twitter del presidente de El Salvador está dando mucho de qué hablar por cómo la usa

Y lo peor es que sus ministros y la administración le siguen el juego.

El Salvador ha elegido a principios de junio como nuevo presidente al empresario Nayib Bukele, que tiene el desafío de transformar el país que, después de tres décadas de gobiernos de derecha e izquierda, arrastra una alicaída economía dolarizada y una violencia que impulsan a sus pobladores a emigrar en masa. De una cosa de la que no se pueden quejar los salvadoreños es de la falta de información que hay sobre las órdenes presidenciales ya que Bukele ha decidido compartirlas todas en su cuenta de Twitter hasta el punto de que sea un tanto cómico.

Bukele, de 37 años, se ha dedicado a dar órdenes a los miembros de su gobierno y de la administración a través de tuits. Y no sólo eso: se ha dirigido hasta a un youtuber para decirle que haga vídeos de buena calidad.

Y no sólo eso: sus ministros y el resto de instituciones utilizan la misma vía para responderle. Lo ha compartido el usuario de Twitter @edbvd, que ha señalado que “el nuevo presidente de El Salvador tiene 37 años, mucha cara de vendedor de autos de segunda mano, y da órdenes por Twitter. Es una década muy extraña”. Además, la mayoría de órdenes que da son sobre despidos de diferentes personas.

Entre otros, ha ordenado la destitución del director de Protección Civil, Jorge Meléndez, que ha sido implicado en el asesinato del connotado poeta Roque Dalton en 1975.

“Se ordena al ministro de Gobernación, Mario Durán, que remueva al director de Protección Civil, acusado del magnicidio de nuestro poeta Roque Dalton”, publicó en Twitter el mandatario de 37 años. El ministro contestó vía Twitter: “está hecho, presidente”.

El objetivo de Bukele, según ñel, es “reordenar el Estado”. De ahí que haya más de una decena de órdenes de despidos en su cuenta de Twitter durante los últimos días. 

Así que sin pensárselo dos veces, se puso manos a la obra.