Las claves de la semana: La política en metamorfosis

Las claves de la semana: La política en metamorfosis

Albert RiveraEFE

“Al despertar Gregorio Samsa una mañana de sueño intranquilo, se encontró en la cama convertido en un monstruoso insecto”. La historia podría haber acabado ahí y haber sido un relato hiperbreve. Pero Kafka no lo quiso así. Y nos adentró en un juego, en una fantasía, en un siga leyendo si quiere saber cómo acaba esto. Hablamos de La Metamorfosis, la historia de aquél comerciante de telas que una mañana amaneció convertido en enorme y repugnante insecto.

Hoy el verbo mutar tan conjugado en la literatura lo ha hecho propio la política. Y nadie está libre de conversión como para lanzar la primera piedra. Todos lo han hecho. Tanto que ni los que interpretan este libreto de pactos, vetos y bloques para cerrar el mapa institucional de España se acuerdan de lo que han dicho antes. La lista más votada, el “no es no”, los cordones sanitarios, las apelaciones a la estabilidad, el de “estos no nos fiamos ya”... Todo depende del cómo, el cuándo, el quién y la necesidad.  Pero basta escuchar a quienes han sostenido con vehemencia una determinada estrategia, defender la contraria con el mismo ahínco. Está pasando. En el PSOE, en el PP, en Ciudadanos y en Podemos.

  5d03dff9210000dc18f36b98Europa Press News via Getty Images

El único partido que no se ha movido es VOX. Son lo que parecen, no se esconden, se jactan de ello y, poco a poco, van arrastrando al resto hasta su marco discursivo. Quien necesite de sus votos, tendrá que pagar por ellos . En Andalucía, PP y Ciudadanos ya lo han hecho para poder tramitar los presupuestos de la Junta. Y la factura ha sido ideológica. Un acuerdo a tres que desprecia la violencia machista, estigmatiza la inmigración y soslaya la memoria histórica. Ahí es nada. Abascal gana, Rivera pierde y Moreno Bonilla permanece en la presidencia de Andalucía. Quedará para los restos la fotografía de las manos estrechadas y la de los logos de los tres partidos en un mismo documento. La palabra puede engañar, pero la tinta, no. Y los de Ciudadanos han estampado su firma junto a la de VOX, a quien sus socios europeos repudian.

Rivera ha pasado sin apenas tránsito de mirarse en el espejo de Macron a taparse lo oídos para no escuchar las reprimendas del presidente de la República francesa por su alianza con la ultra derecha. Atrás quedan los tiempos en que bebía los vientos por el inquilino del Elíseo, que hoy muestra sintonía plena con Pedro Sánchez y marca distancias con el líder de Ciudadanos por flirtear con la extrema derecha.

Ya no hay que preguntarse qué queda del joven de barniz progresista que declaró muerto el eje izquierda-derecha porque nada queda. Y no por que lo sostengan sus adversarios, sino que lo han escrito hasta sus padrinos políticos, que se declaran decepcionados por la mutación de un “joven maduro y responsable” en un “adolescente caprichoso”, Francesc de Carreras dixit. 

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El líder de la derecha aseada que llegó para hacer de partido bisagra y  dar solución a los problemas del sistema se ha convertido de pronto en el principal problema al negarse a un acuerdo con el PSOE para evitar que caiga en manos de Podemos y  los nacionalistas. La virulencia de su discurso, su competencia feroz con PP y VOX y el veto a algunos pactos post-electorales como en Madrid o Castilla y León, han acabado con la esencia de lo que pudo ser un partido centrista y regenerador de la vida pública.

Lo del centro no fue más que una ilusión óptica que llevó incluso a Pedro Sánchez a considerar, tras el 28-A, que Ciudadanos pudiera abstenerse en su investidura. Hoy la pantalla es otra y el presidente camina inexorablemente a un acuerdo con Podemos. No hay más salida para el PSOE.

Las cuentas están hechas

Y prueba de ello es que el “no es no” de Rivera ha provocado en el socialismo la segunda mutación del actual marco político. Arrancaron la semana con una amenaza de repetición electoral y la han acabado con un todos los votos son buenos, incluidos los de ERC, pese a haber sostenido durante semanas que no deseaban una investidura en la que el independentismo fuera decisivo.

Las cuentas están hechas. PSOE+Podemos+PNV+Compromis+PRC suman 173 votos y solo hace falta una abstención para tener más “síes” que “noes”. Sánchez ya no espera nada de PP y Ciudadanos. Así que no le queda otra que echar mano del comodín de  ERC. Y más a más, que dirían en Cataluña, si Rufián ya no parece el que era. En él también hay señales de metamorfosis: “La gente está harta y quiere diálogo y entendimiento. Decir que votemos otra vez me parece un error”. Los de Junqueras han dicho que no están por el bloqueo y, aunque pasará tiempo hasta que se recupere confianza mutua, Cataluña requiere, más allá de la verdad jurídica que se imponga tras la sentencia del procés, una solución política que con los de Puigdemont sería imposible.  El juicio ha quedado esta semana visto para sentencia, y la investidura, también tras la última conversión de sus principales protagonistas.

P.D. No hay fecha aún, pero reserven la segunda semana de julio.