Los próximos cinco años serán cruciales para el futuro de Europa (por eso también lo será tu voto)

Los próximos cinco años serán cruciales para el futuro de Europa (por eso también lo será tu voto)

Manifestación de jóvenes en Madrid contra el cambio climático. Susana Vera / Reuters

Cinco años. ¿Esto es mucho o poco tiempo? ¿Qué diferencia puede suponer cinco años? Es un 6% de mi esperanza de vida, si llego a vivir tanto como la media europea. En cinco años a partir de ahora, la actual generación de huelguistas escolares contra el cambio climático podría haberse graduado en la universidad o estar comenzando sus primeros trabajos.

Cinco años es la mitad del tiempo que nos queda para tomar decisiones políticas que podrían «influir significativamente en la trayectoria que siga el sistema terrestre durante decenas o cientos de miles de años», según los científicos más importantes del mundo. También es la duración que tendrá el próximo Parlamento Europeo.

Los próximos parlamentarios europeos que serán elegidos este mes pueden encaminar Europa en dos direcciones distintas. Como activista por la justicia social y ambiental, esta encrucijada determinará sustancialmente lo que me ocupa a mí, y otros miles de personas, en los años venideros.

Siguiendo una senda, el próximo lustro puede emplearse en tratar de aferrarse desesperadamente a los modestos logros que Europa ha hecho en los últimos tiempos, como defenderse de los ataques a las libertades de la prensa, al poder judicial y a las asambleas. Estaremos permanentemente en modo defensivo, si el próximo Parlamento está compuesto por más políticos de derecha y de extrema derecha que quieren desafiar las bases de una sociedad abierta y democrática.

Siguiendo por la senda alternativa, si elegimos a políticos más progresistas, entonces tenemos posibilidades reales de acelerar la transición que necesitamos y avanzar en sostenibilidad, igualdad y derechos humanos.

Sabemos que existe un enorme deseo de cambio. Las tres cuartas partes de los europeos creen que o su sistema nacional o el sistema europeo (o ambos) están rotos, y las dos terceras partes creen que la vida de sus hijos será peor que las suyas propias. Muchas personas están hartas, y con razón, del statu quo. La pregunta es: ¿en qué dirección se producirá el cambio?

Hasta ahora, los políticos europeos apenas sí han metido un dedo del pie en las aguas del cambio, en un debate más bien trasnochado acerca de cómo evolucionará la Unión Europea tras el Brexit (suponiendo que ello suceda). Este proceso culminó la semana pasada en una cumbre de primeros ministros y presidentes en Rumania, con resultados esperados poco tangibles. Los dirigentes necesitarán un empujón para sumergirse en esas aguas mucho más allá de lo que lo han hecho hasta ahora, si van a encender las pasiones de los votantes por una visión positiva de lo que puede llegar a ser Europa.

Los próximos años son, literalmente, cuestión de vida o muerte.

No disponemos de cinco años más que perder. Citando a la joven líder contra el cambio climático, Greta Thunberg, debemos «actuar como si nuestra casa estuviera en llamas. Porque lo está». Los próximos años son, literalmente, cuestión de vida o muerte; para las personas que sufren los efectos de la descomposición del clima, desigualdad, y un medio ambiente contaminado; gente en primera línea de la erosión de los derechos, y para las especies bombardeadas por el colapso ecológico.

Para lograr un futuro unificado, inclusivo y con un escenario climático seguro necesitamos desesperadamente, tenemos la obligación de utilizar todos los medios disponibles a nuestro alcance para fortalecer una presión política, en las urnas y en las calles. Este momento exige un nivel de acción sin precedentes desde los gobiernos de ámbito local, nacional e internacional, para transformar nuestras desiguales sociedades. Necesitaremos la Comisión y el Parlamento europeos más progresista de nuestras vidas, dispuestos a implicarse y actuar en una visión radical de cambio, combinada con la movilización en las calles.

Una coalición progresista está al alcance de la mano, y realmente podría verse forzada a afrontar la emergencia planetaria,

Todo está aún por decidir. Para el 63 por ciento del total de votantes es improbable que voten o están indecisos sobre si hacerlo en las elecciones europeas a finales de este mes. Este porcentaje es incluso mayor (77 %) entre los jóvenes, que serán los más afectados en el largo plazo. Esto es profundamente preocupante con tanto como hay en juego. Pero incluso si sólo un pequeño porcentaje de estos pudieran ser persuadidos para que votasen, podrían dar un vuelco al resultado en una dirección mucho más socialmente justa y mucho más ambientalmente segura para Europa.

Una coalición progresista está al alcance de la mano, y realmente podría verse forzada a afrontar la emergencia planetaria y las crecientes desigualdades con la urgencia necesaria. Una mayoría de miembros del Parlamento Europeo podría ser empujada a la acción para crear una transformación socialmente justa hacia un sistema energético sin combustibles fósiles, hacia empleos decentes, la restauración de la naturaleza y de los ecosistemas, la igualdad social, el comercio sostenible, alimentos y agricultura locales y ecológicos, la igualdad de género, las políticas de inmigración humanas, la solidaridad internacional y mucho más. Estas son las cosas a las que quiero dedicar los próximos cinco años para progresar, y no a combatir movimientos de retroceso en derechos, libertades y medio ambiente.

Los huelguistas escolares contra el cambio climático son aún demasiado jóvenes para votar en las elecciones de mayo. Pero nosotros «adultos» no lo somos. A todos aquellos que puedan hacerlo, en particular a los jóvenes, esta es una llamada para que acudan a las urnas y voten en favor de un futuro más amable, más verde y más justo. Y luego para que tomen las calles. Porque el cambio es posible y estas próximas elecciones pueden marcar una gran diferencia si así lo hacemos, para los próximos 5 años, y mucho más allá.

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