Los retos de José Manuel Albares como ministro de Exteriores

Los retos de José Manuel Albares como ministro de Exteriores

El sucesor de González Laya, hasta ahora embajador en París, tiene como principal misión recomponer las relaciones con Marruecos, sin contacto alguno en este instante.

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, el pasado lunes, durante su toma de posesión. Ballesteros / EFE

″¿Por qué lo llamas retos, cuando deberías decir marrones?”. La respuesta la da un embajador en activo cuando se le pregunta por la nueva etapa que se abre en el Ministerio de Exteriores para José Manuel Albares, el sucesor de Arancha González Laya al frente de la diplomacia española. Es tan sincera como acertada, teniendo en cuenta los desafíos pendientes en esa cartera: ilusionantes y estimulantes, sí, como se dijo en la toma de posesión, pero también de una hondura y una gravedad notables.

Marruecos es el primero de ellos. Hoy no hay relación entre Madrid y Rabat y eso es insostenible. Tanto, que en última instancia le ha costado el puesto a Laya, que acumulaba otros cuantos descontentos o desafinados, pero ninguno de esta relevancia. Las relaciones entre los dos vecinos ha tenido sus aristas, sus espinas y sus polémicas en los últimos años, pero bajo el mandato de la guipuzcoana se han acentuado y estallaron el pasado mayo, con la entrada de unas 8.000 personas a Ceura después de que Marruecos abriese la frontera. Fue la manera de Mohamed VI de protestar por la presencia en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para curarse de coronavirus. Laya no le informó de su entrada, sólo de su salida, pasada la tormenta.

Desde entonces, la embajadora Karima Benyaich sigue retirada y Rabat se niega a retomar el diálogo. Es más: Laya había informado de contactos discretos y Marruecos negó la mayor: “No hay ningún contacto con España”. Para muchos, esa frase fue la puntilla de la ya exministra, porque supuso la evidencia de una ruptura de confianza “insuperable”, en palabras de un diplomático español con años de experiencia en el país norteafricano y amplia trayectoria en el mundo árabe, consultado por El HuffPost.

A Albares le toca ahora recibir pronto un gesto amable o de distensión por parte de las autoridades marroquíes, tras el relevo, que le sirva como puerta abierta para organizar un viaje a Rabat cuanto antes, “y cuanto antes podría ser antes de agosto”, dice este mismo diplomático. Tiene que replantear la estrategia de España con el reino alauí, esencial en inmigración, en yihadismo, lucha contra el narcotráfico o comercio.

Una vía por la que puede intentar el acercamiento es la de Francia, donde era embajador hasta el sábado, donde tiene unas relaciones fantásticas y donde todo lo que se dice cala en Marruecos, la que fue su colonia. El Eliseo siempre ha dicho públicamente que estamos ante una crisis bilateral en la que no tiene nada que decir, pero un empujón a los que tienen que hacer las paces sí que es posible. Es diplomacia. Y sería, además, ayudar a una petición que viene de la propia Unión Europea: la de rebajar pronto la tensión en la frontera sur comunitaria.

Sobre el éxito de Albares hay esperanzas. Cuatro fuentes diplomáticas y del mundo de la cooperación internacional lo dibujan como “un excelente negociador”, “un diplomático ágil y de recursos”, “un hombre calmado y con aguante” y de “convencimiento de que las cosas salen adelante si hay voluntad por parte de todos, sin necesidad de acudir a la línea dura”. Fuentes socialistas añaden que ayuda, también, el hecho de ser “muy cercano” al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que confía en él “mucho”. Sánchez se fía de su criterio y por eso le da semejante responsabilidad -léase marrón-.

Ayuda su buen conocimiento del terreno que ha de pisar: no sólo fue sherpa de Sánchez como secretario general de Asuntos Internacionales en La Moncloa, sino que ha sido director general para África, subdirector general de África Subsahariana y jefe de Departamento de Cooperación en la Agencia Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

Un pasado que le será útil para hablar con naciones esenciales para tratar con Marruecos, como Argelia o Mauritania, y troncales igualmente para afrontar otros restos de Política Exterior como el control de flujos migratorios o el incremento del islamismo en lugares como el Sahel.

Covid, Europa, Brexit, EEUU... y la novedad de Cuba

En su comparecencia tras recibir la cartera de manos de González Laya, Albares fue especialmente enfático al hablar de “nuestro gran vecino y amigo del sur”, en alusión a Marruecos, una intervención en la que destacó como prioridad también la defensa de que España es un lugar seguro para el turismo en tiempos de pandemia, el robustecimiento de las relaciones con EEUU, reivindicando la vocación “atlántica” de España y la apuesta constante por Europa.

Tendrá que hacer labor de zapa para hundir esa imagen que se extiende de que España es un lugar donde los contagios por coronavirus se propagan sin control, insistiendo en los datos de vacunación, la proporción de protegidos y la seguridad de los protocolos de viaje. Respecto a EEUU, el calendario manda ponerse de inmediato manos a la obra: Sánchez visitará el país entre el 20 y el 24 de julio, en una gira económica para promocionar España en Nueva York, Los Ángeles y San Francisco como buen sitio para invertir. No incluye encuentro con el presidente Joe Biden, al que vio brevemente en la cumbre de la OTAN en Bruselas de junio pasado. Con Washington, la apuesta es, básicamente, “pintar más” de lo que se pinta hoy y “ganar peso” en materias compartidas como defensa o comercio”. Sigue también pendiente la visita oficial de los Reyes a EEUU, para arrimar el hombro.

En cuanto a Unión Europea, de la que Albares es un convencido militante, el nuevo ministro tiene que abordar la llegada de los fondos comunitarios para afrontar la crisis económica general, que parecen encarrilados y un debate en el que siempre va por delante la vicepresidenta Nadia Calviño. Escalar posiciones en el club comunitario es, igualmente, una aspiración perenne, pero ahora se hace más perentorio de cara a las próximas decisiones que vienen, como por ejemplo con los independentistas de Cataluña, que han logrado internacionalizar su pelea y que esperan sentencias del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre el Código Penal español y el delito de sedición. Puede que España pierda y le toque dar explicaciones.

Además de la pelea particular, hay una común: la defensa de los valores europeos cuando están en juego por el avance de los populismos, los nacionalismos y la ultraderecha. La presidencia rotatoria de este semestre recae en Eslovenia, un país comandando por el controvertido primer ministro Janez Jansa, un ferviente defensor de Donald Trump y del autoritarismo de Hungría, dado a perseguir a la prensa y a vetar manifestaciones críticas. Habrá que estar muy atentos a la salud democrática de los Veintisiete y un Gobierno socialista, progresista, de izquierdas, como el español, debería ser punta de lanza de la batalla contra esta sombra que se cierne sobre el viejo continente.

Por desgracia ya al margen de la UE, tiene además por delante otra negociación difícil: la de convertir en un Tratado el Preacuerdo de Nochevieja que su predecesora le dejó y por el que se llegó a una solución satisfactoria para España sobre Gibraltar, con la entrada en vigor del Brexit. Este reto no es menor y, con mucho trabajo ya realizado por parte de las delegaciones en las conversaciones informales, se espera que en breve todas las cartas se pongan sobre la mesa cuando se lance el mandato europeo para negociar el GiBrexit.

Albares parte, en este caso, con las mejores credenciales, ya que fue uno de los tres hombres del presidente Sánchez que renegoció -en 41 horas- el asunto de Gibraltar en el divorcio con Bruselas. Su participación fue clave para modificar el artículo 184, de cuya redacción España interpretaba que no tendría voz sobre los acuerdos de retirada para ser aplicados a Gibraltar. Lo logró dar la vuelta y que se dejara constancia de que el artículo 184 del Tratado no afectaba a Gibraltar.

América Latina, donde España es un referente pero que no es el area of expertise del ministro, será el flanco en el que deberá ponerse antes al día. Y tendrá que ser a fuerza de actualidad, porque Cuba se ha puesto en primera línea con las mayores protestas contra el Gobierno revolucionario que se recuerdan desde 1994. De momento, Exteriores ha confirmado que sigue “con interés” los acontecimientos y ha pedido que se respete el derecho de manifestación y se libere a los periodistas detenidos, como la corresponsal de ABC.

Toca coser

El nuevo ministro de Exteriores no sólo tiene retos fuera, sino también dentro de su casa. Su nombramiento ha sentado muy bien porque es un diplomático, uno de los suyos. De familia humilde, del barrio de Usera de Madrid, estudió en Deusto y luego hizo la carrera; a diferencia de Laya, que orientó su trayectoria a puestos más técnicos en organizaciones internacionales, Albares es hombre de Exteriores, que ha sido cónsul en Bogotá y consejero de la Representación Permanente de España ante la OCDE, antes de la aventura de Moncloa y la Embajada en París.

Es un primer punto a su favor, pero ahora tendrá que gestionar bien una casa en la que pesa un enfado doble: por el retraso en la cobertura de vacantes y por la dilación en la vacunación contra el coronavirus del personal de las legaciones españolas por el mundo. En este momento hay 30 plazas sin cubrir, una de las que ha estado vacía es Londres, en pleno ajuste del Brexit, y los nervios cunden entre los diplomáticos a la espera de destino y que se cansan de pasillear en Madrid. En el caso de las vacunas, Defensa e Interior han presionado más para que su gente sí reciba la dosis contra el covid-19 en las embajadas en que se encuentran, algo que no se ha dado en Exteriores.

"No es una cuestión de que seamos especiales, exigentes o impacientes, es que el estilo pasado ha sido demasiado personalista e independiente , nosy gustaría que él recuperase una mayor comunicación interna y delegación de funciones, incluso. Somos un árbol con muchas ramas, siempre se ha trabajado en común y algo de eso se había perdido en este tiempo", añade otro diplomático destinado en el Golfo Pérsico.

Por otro lado, el pasado junio se perfiló ya el anteproyecto de Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo Sostenible, que busca una cooperación feminista, ecologista y defensora de los derechos humanos. La presencia de Unidas Podemos en el Ejecutivo, con potentes competencias sociales, traído nuevos aires a la materia. Y está a medias la reforma de la AECID, prometida como una “refundación” basada en tres “ces”: cantidad, calidad y coherencia.

Albares tiene sólo dos años de legislatura por delante y mucho con lo que entretenerse.