Maoísmo con y sin Mao

Maoísmo con y sin Mao

Entrevista con la historiadora Julia Lovell.

La historiadora Julia Lovell en Nueva Delhi en 2011.Kaushik Roy / The India Today Group via Getty Images

Hay una bibliografía inabarcable sobre Hitler y el nazismo. Lo mismo ocurre con el estalinismo. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de Mao Zedong. Apenas hay libros sobre su impacto global.

Citamos incansablemente el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural sin entender qué fue el maoísmo a escala mundial. El maoísmo fue más allá de Mao. La historiadora británica Julia Lovell ha publicado Mao: una historia global (Debate, 2021), un portentoso estudio lleno de erudición donde se explica el contexto y la influencia de ese sombrío y enigmático líder conocido como El Gran Timonel.

PREGUNTA: Entiendo menos del maoísmo cuanto más leo sobre las claves de su pensamiento: el maoísmo es una poderosa mezcla de disciplina de partido, rebelión anticolonial y revolución permanente. También es un culto secular al marxismo soviético, un legitimador de la violencia (el poder nace de la boca de un fusil) y de la praxis como único criterio de verdad. Mao fue un supremo manipulador cuya retórica feminista no le impidió dejar embarazadas y abusar sexualmente de varias mujeres. ¿Cómo un conjunto de inconsistencias tan extremas pudo ser efectivo?

REPUESTA: Me parece muy acertado que hayas ido directamente a las contradicciones intrínsecas de las prácticas e ideas de Mao. La contradicción fue uno de los problemas favoritos de Mao, así como el tema de uno de sus ensayos más conocidos.

A diferencia de Marx, para quien la historia en última instancia superaría todas sus contradicciones en una síntesis, Mao entendió las contradicciones como una fuente de energía. De este modo, justificaba como dinamismo lo que no era más que una caótica inconsistencia.

Es importante recordar que el maoísmo no tiene un significado unívoco si pretendemos definir algunas de sus características; representa un amplio abanico de teorías y prácticas durante los últimos ochenta años que se le atribuyen a Mao. Esas ideas se han interpretado y malinterpretado en sus viajes por China y el mundo. Una de las razones de que eso que llamamos maoísmo haya podido arraigar en diversos lugares y momentos es precisamente su naturaleza contradictoria y maleable.

Desde una perspectiva global, el maoísmo significaba algo distinto en cada lugar. En Vietnam, ayudó a construir un partido y un ejército capaz de enfrentarse al imperio colonial francés y luego a Estados Unidos. En Europa Occidental, se tradujo en rebeliones e impulsó el terrorismo. En Perú, el maoísmo mutó en una especie de cristianismo mesiánico para inspirar una pequeña banda de ideólogos (Sendero Luminoso) que desafió y casi derrocó al gobierno entre 1980 y 1992.

La atracción global por el maoísmo después de 1949 también se dio por su contingencia histórica. Con esto me refiero a que la victoria de la revolución comunista china de Mao coincidió con la era de la descolonización. Esta coincidencia, combinada con los pronunciamientos anticoloniales de Mao, ayudaron a establecer la idea de China como sede global del antiimperialismo.

Esta sería mi respuesta preliminar si intentara responder a la pregunta de cómo Mao y sus ideas triunfaron en China. Mao nació en un periodo en el que China era despreciada por el sistema internacional y estuvo marcada por la inestabilidad política y militar. El Mao de los años 40 reunió un conjunto de herramientas teórico-prácticas para transformar un imperio fallido y fraccionado en un poder global. Creó un lenguaje que podían entender intelectuales y campesinos, así como hombres y mujeres; hubo un relato comprensible y convincente de la historia de China y del mundo.

Asimismo, se creó un sistema de propaganda y control mental que se ha descrito como uno de los intentos más ambiciosos de manipulación humana de la historia.

Cuando Mao estaba haciéndose con el poder a nivel nacional, redistribuyó la tierra de forma violenta para dársela a los pobres. Levantó un ejército disciplinado y se rodeó de un círculo inusual de camaradas despiadados y con talento. Él mismo fue uno de los más despiadados, y desde los años treinta demostró ser un maestro de la manipulación con las debilidades de sus camaradas.

P: Muchos ciudadanos se han definido como marxista-leninistas, trostkistas o maoístas y reconozco que esas etiquetas políticas me resultan, cuando menos, desconcertantes. Pensaba que en realidad solo definían grupos polarizados dentro de la izquierda política, aunque al menos en el caso del maoísmo, hay mucho más. ¿Cómo el maoísmo alcanzó una dimensión verdaderamente global?

R: Desde los años 30, el Partido Comunista Chino (PCC), con Mao entre sus líderes, mostró su habilidad a la hora de orquestar una buena campaña publicitaria internacional. Un buen ejemplo es la elección de Edgar Snow en 1936 como un cronista afín a Mao y al experimento comunista chino, un proyecto dirigido a audiencias globales. Desde su temprano liderazgo en el PCC, Mao estuvo ansioso por tener un papel fundamental en la revolución mundial. En julio de 1949, tres meses antes de completar su conquista del continente, Mao y sus camaradas abrieron una escuela marxista-leninista para servir como una especie de Kominform asiática en China. El currículum de la escuela estaba formado en su mayor parte por textos de Mao y se formaba a los comunistas de todas las partes de Asia, como por ejemplo los futuros líderes del partido comunista hindú y malayo.

En cualquier caso, el periodo más importante de la globalización del maoísmo fueron los años 60 y 70, especialmente durante la Revolución Cultural. En esta época, Mao y el PCC se distanciaron de los comunistas soviéticos y reivindicaron su propio liderazgo en la revolución mundial. Mao y sus lugartenientes se vieron a sí mismos como los verdaderos guerreros de la revolución global y consideraron los soviéticos como “revisionistas” contrarrevolucionarios por apartarse de la violencia estalinista y perseguir la “coexistencia pacífica” con EEUU.

En aquellos tiempos, la China de Mao exportó ideología a través de más de 1.000 millones de copias del Pequeño Libro Rojo y de revistas propagandistas como Peking Review, que se publicaba en decenas de idiomas.

La China de Mao exportó ideología a través de más de 1.000 millones de copias del 'Pequeño Libro Rojo'

También exportó otro tipo de capital: armas, formación militar y dinero para la insurgencia en el mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo. Pekín y los campos de entrenamiento al sur y al este de China se convirtieron en centros de formación para un grupo heterogéneo de rebeldes internacionales. Algunos se fueron a liderar rebeliones que cambiaron el destino de los estados donde luchaban. Josiah Tongogara llegó a ser comandante en la victoria del ZANU en Rodesia del Sur. Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso en Perú, dirigió en los 80 una guerra civil maoísta que, tras la violencia desatada por las guerrillas maoístas y el estado peruano, se cobraron casi setenta mil vidas.

P: Mao se esgrime como la demostración fehaciente de una ingenuidad izquierdista perversa porque filósofos como Foucault flirtearon con el maoísmo. ¿Cómo valora la difícil posición que tienen quienes supuestamente adoptaron aquella ideología?

R: La popularidad mundial de las ideas maoístas vino acompañada por un gran derramamiento de sangre. Me gustaría subrayar que estas matanzas no fueron causadas solamente por los seguidores del maoísmo; con frecuencia también fue por la respuesta de estados represivos, como en Perú, Nepal e India. Muchos de los que ingresaron en los ejércitos maoístas (en Nepal e India, por ejemplo) venían de las clases sociales más empobrecidas y marginadas y sufrieron la violencia social, política y económica de las jerarquías de sus respectivos países. La Comisión de la Verdad y Reconciliación en Perú juzgó que casi la mitad de los 70.000 peruanos que murieron en la guerra civil de Sendero Luminoso fueron asesinados por las fuerzas gubernamentales.

Cuando evaluamos los supuestos principios morales de una ideología como el maoísmo, hay que estudiar en detalle la naturaleza de la experiencia vivida bajo el régimen de Mao, así como los principios teóricos de esa ideología. No creo que los intelectuales occidentales de izquierda puedan separar la teoría abstracta de la experiencia del comunismo. Podemos aprender mucho de la experiencia sufrida con Mao gracias a un corpus creciente de grandes obras de archivo sobre la vida cotidiana en China entre los años cincuenta y setenta. En general, los legos occidentales necesitan hacer un esfuerzo mayor por comprender la complejidad de las experiencias históricas de la China moderna, lo que incluye a Mao. Ha habido muchos libros sobre el impacto global de Hitler y Stalin, pero mi libro fue el primero en tratar de forma sintética el impacto global de Mao. Este hecho sugiere por sí mismo que la gente apenas se ha acercado a las ideas y prácticas del maoísmo, a su influencia, tanto dentro como fuera de China.

P: ¿Esta obra sobre el maoísmo ha sido su magnum opus o ya tiene en mente otra imponente investigación histórica?

R: ¡Es una pregunta muy cortés por tu parte! He publicado hace poco una nueva traducción abreviada de Viaje al Oeste, una de las obras maestras de la ficción china premoderna, publicada en 1592. La conexión con mi libro sobre el maoísmo es que esa obra fue una de las novelas favoritas de Mao. Sin embargo, el libro no es autoritario ni maquiavélico.

Se trata, más bien, de una historia profundamente irreverente y fantasiosa, aventuras cómicas que satirizan cualquier tipo de autoridad política y religiosa. Su personaje principal es un mono mágico, un pícaro irredento y uno de los grandes libertinos de la literatura mundial. La importancia del libro dentro de la literatura asiática es comparable al Don Quijote en las letras europeas, y al completar la traducción, he aprendido mucho acerca de las creencias chinas en torno a la espiritualidad y lo sobrenatural. Disfruté cada instante.

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Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).