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JFLA

Tercera semana de abril. Último pleno de la Legislatura Europea 2014-2019, sesión del Parlamento Europeo (PE) en Estrasburgo. Agenda plenaria, una vez más, cargada, hasta el último minuto, de debates y de votos, incluso en esta recta final del mandato parlamentario.

A la vuelta de la esquina, apenas en unas semanas, nos acecha y compele una campaña decisiva. Y nos concierne a todos: no sólo a cuantos concurramos en elecciones europeas, sino a 500 millones de ciudadanos/as europeos/as. Porque se trata de un envite existencial para el proyecto europeo, que desafía los fundamentos de la integración supranacional conforme al Derecho vigente.

El 26 de mayo, 28 Estados miembros (EE MM) -y 28 somos, víspera de esas elecciones- convocan a sus ciudadanos/as a las urnas que deciden su representación en la única institución directamente electiva de la arquitectura europea. El PE es, en efecto, el único órgano legitimado por el voto de 500 millones de ciudadanos/as europeos/as. El PE no padece por tanto ningún déficit de legitimación. Como tampoco padece ningún déficit de funcionalidad ni de competencia legislativa: desde el Tratado de Lisboa (TL), vigente desde 2009, el PE es el parlamento más determinante en Europa, capaz de sobreimponerse a los 28 respectivos parlamentos nacionales de los EE MM, y desplazar la aplicación de sus legislaciones nacionales y domésticas. Se trata de un PE con poder presupuestario y financiero; legislador en materias anteriormente reservadas a los EE MM (banca, crédito, seguros, derechos fundamentales, legislación civil, penal, procesal y laboral). Y el PE es la última y definitiva palabra ante la entrada en vigor de cualquier acuerdo y tratado internacionales negociados por la UE.

Vista su dimensión, el desafío existencial de la próxima elección del PE el 26-M concierne a su capacidad de movilizar al entero cuerpo electoral europeo. De comunicar la envergadura del terreno de la disputa democrática, y de concitar a la ciudadanía a ejercer su inescindible cuota de soberanía y participación europea.

En este último pleno, hemos debatido y votado asuntos tan relevantes como sometidos a una discusión prolija y prolongada en el tiempo. Así, la nueva Directiva de Condiciones de Trabajo Transparentes y Predecibles; la aprobación de la nueva Autoridad Laboral Europea para la supervisión de los servicios nacionales de inspecciones de trabajo; el Código de la Agencia Europea de Fronteras y Guarda Costas (antigua Agencia Frontex), la financiación del Programa Invest-EU, y la aprobación definitiva del Código Europeo de Visados del que he tenido el honor de ser ponente en el PE.

A lo largo de los años en la negociación de este Código de Visas me he dejado la piel para emplazar a la apertura de vías legales de acceso al territorio de la UE para quienes huyen de la persecución y/o de la desesperación en sus países de origen: esa ha sido mi propuesta y mi persistente batalla por una visa humanitaria que permitirá al menos una vía regular (y segura) de acceder al territorio de la UE (por vía de un EM) en que solicitar asilo o protección subsidiaria para personas vulnerables o perseguidas. Y, sobre todo, de hacerlo sin que ello les aboque a esclavizarse en las redes de los tráficos ilícitos y de explotación de personas, y sin tener que arriesgar o perder la propia vida y la de sus seres queridos (la tragedia del Mediterráneo) en el empeño de arribar a las costas europea.

A la vuelta de la esquina, apenas en unas semanas, nos acecha y compele una campaña decisiva. Y nos concierne a todos: no sólo a cuantos concurramos en elecciones europeas, sino a 500 millones de ciudadanos/as europeos/as.

Pero también, como ha sido la norma habitual en estos últimos años, este último Pleno ha incluido también un enésimo debate sobre el horizonte del Brexit de Nunca Acabar. El Never Ending Brexit ha sido prorrogado in extremis al menos seis meses más -hasta finales de octubre de este 2019-, a fin de generar así un espacio temporal -un margen de maniobra- para que los británicos -sus responsables políticos y sus representantes- encuentren alguna manera (indolora en lo posible) para “salvar su cara” sacando la pata de donde la han metido.

Toda nuestra empatía para los abogados del segundo referéndum -los jóvenes... y Tony Blair, devenido en paladín de la permanencia en la UE-. Y nuestra más acerba crítica a los demagogos, frívolos e irresponsables que, con su desinformación masiva y su manipulación tóxica, hundieron al Reino Unido en este oscuro laberinto del que no saben salir. Lo cierto es que, por el momento, los brits siguen en la UE, y condicionan con su incertidumbre y su inexcusable confusión, la composición y el funcionamiento del próximo PE 2019-2024.

Es simplemente grotesco que el próximo PE se apreste a sufrir ¡de nuevo! a Nigel Farage -ese gran populista, mendaz y desvergonzado-, encaramado en su escaño ¡25 años en el PE! Ese escaño europeo del que despotrican sin tino los nacionalistas eurófobos de los que él es encarnadura, pero sin el que ni su UKIP ni él mismo habrían sido nunca nada ni nadie en política. ¡Deberían estar agradecidos al PE, sin el que jamás habrían sido lo que son, y al que se apuntan a volver, con entusiasmo predatorio hipócritamente travestido de eurofobia reaccionaria!

Rumbo al 26-M. Se abre ante nuestros ojos y nuestros corazones una campaña apasionante, recrudecida en España por la sumatoria de urnas: 28-A, elecciones generales (dos urnas, Congreso y Senado), y 26-M, locales, autonómicas (en 12 CC AA), y europeas en toda España.  En mi comunidad autónoma de origen -Canarias-, la ciudadanía va a votar -primera vez en la historia- el mismo día en cinco urnas: municipales, insulares, autonómicas (dos listas en dos urnas, insular y regional, para el Parlamento Canario) y, cómo no, europeas.

Y un testimonio personal en el momento de arrancar esa aventura extenuante que es una campaña coral para las urnas que deciden ayuntamientos, cabildos, CC AA y Parlamento Europeo el 28-A y el 26-M: Para mí ha sido, y es, un inmenso, enorme honor, haber servido, y servir, a la ciudadanía, a mi país -España- y a la integración europea, desde los valores y siglas del PSOE y de la familia del socialismo europeo.

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Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada con premio extraordinario, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, becario de la Fundación Príncipe de Asturias en EE.UU, Máster en Derecho y Diplomacia por la Fletcher School of Law and Diplomacy (Tufts University, Boston, Massasachussetts), y Doctor en Derecho por la Universidad de Bolonia, con premio extraordinario. Desde 1993 ocupa la Cátedra de Derecho Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es, además, titular de la Cátedra Jean Monnet de Derecho e Integración Europea desde 1999 y autor de una docena de libros. En 2000 fue elegido diputado por la provincia de Las Palmas y reelegido en 2004 y 2008 como cabeza de lista a la cámara baja de España. Desde 2004 a febrero 2007 fue ministro de Justicia en el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En octubre de 2007 fue elegido Secretario general del PSC-PSOE, cargo que mantuvo hasta 2010. En el año 2009 encabezó la lista del PSOE para las elecciones europeas. Desde entonces hasta 2014 presidió la Delegación Socialista Española y ocupó la presidencia de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior en el Parlamento Europeo. En 2010 fue nombrado vicepresidente del Partido Socialista Europeo (PSE).