¿Pueden las manifestaciones de Cuba forzar un cambio de Gobierno?

¿Pueden las manifestaciones de Cuba forzar un cambio de Gobierno?

El levantamiento popular, inédito en 27 años, ha evidenciado la necesidad de apertura y concesiones, pero no parece que hoy vaya a acabar por derrocar a Díaz-Canel.

La calma va volviendo a las calles de Cuba. No es que la rabia que estalló el pasado domingo en San Antonio de los Baños y luego se contagió al resto de la isla se haya disipado, pero los centenares de arrestos y la presencia policial en las calles amedrentan los suficiente como parar las cosas. La rutina se adueña de las calles, siguen las colas de quienes necesitan medicinas y alimentos y casi no los encuentran, continúan los hospitales saturados con el coronavirus e Internet aún está cortado, pero llegará un día u otro.

¿Hay posibilidades, entonces, de que estas protestas históricas, las mayores contra el Gobierno en 27 años, cuajen y lleven a un cambio? Los analistas coinciden en que no lo parece pero, también, en que no hay vuelta atrás en el nuevo movimiento ciudadano, muy joven en su mayoría, que se ha beneficiado de los logros de la revolución pero quiere más, se le queda corto lo que hoy le ofrecen el presidente Miguel Díaz-Canel y los herederos de los barbudos. Habrá más protestas, puede que ganen en intensidad, que fuercen cambios parciales en el régimen. Nadie sabe si un día prenderá una mecha que haga estallar todo.

Anna Ayuso, investigadora senior para América Latina en el CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), entiende quye las protestas seguirán, porque las iniciadas el domingo no partían de la nada, sino de las carencias previas, la crisis económica y sanitaria y, también, de un descontento cada vez más organizado y visible. A ello se suma, apunta, el contexto: no es una cosa sólo de Cuba, sino que las protestas están en toda América Latina.

“Hay una parte de emulación, de ‘nosotros también podemos pedir porque nosotros también estamos descontentos’. Los cubanos ven lo que está pasando en otros países y tienen inquietudes. A corto plazo, es muy difícil que puedan lograr cambios inmediatos, porque está todo muy controlado, está el ejército en la calle, hay mecanismos de control social muy importantes, dentro de la misma sociedad, con la Policía Nacional Revolucionaria, por ejemplo, pero es verdad que los jóvenes cada vez se están desvinculando más de eso, ya no dependen tanto del Estado, porque no les proporciona trabajo o alimentación como en otro tiempo. Tienen que irse a buscar la vida fuera y eso los hace más independientes, en el fondo”, apunta.

El Gobierno cubano insiste en señalar a EEUU como instigador de las protestas de los últimos días. ¿Esa explicación calma o indigna? Para Ayuso, es “innegable” que “el sentimiento de país acosado y todo el efecto del embargo está muy dentro de la población”, y que es compartido incluso en sectores críticos, que han padecido el estrangulamiento de Washington y les ha impedido desarrollarse como a cualquiera en el país. ”¿Que hay sectores que son financiados por EEUU? Sí. Es evidente. Es público. No es un secreto. Ahora bien, ¿toda esta gente que ha salido a la calle en diferentes poblaciones está pagada por EEUU? No”, reconoce.

Canel tiene “un problema” si se ancla en ese discurso simplista de la amenaza externa, porque “hay evidencias de que este movimiento va mucho mas allá, es más profundo, y no sólo se mueven los sectores de la oposición conocida, como la Unión Patriotica de Cuba o las Damas de Blanco, que sí tienen ayuda exterior, pero que ni siquiera han tomado ahora la iniciativa”, añade.

Hay muchos sectores empujando, como el movimiento San Isidro, un grupo de periodistas, académicos y artistas que en Twitter se muestran como una iniciativa que trata de empoderar “a la sociedad hacia un futuro con valores democráticos”.“Unidos para promover la libertad y la cultura”, dicen. Junto a ellos, grupos de intelectuales y artistas, y que no son sólo de La Habana, sino de todo el país. Eso hace las cosas diferentes.

“Hasta en zonas rurales ha habido protestas esta vez. Eso es lo que realmente ha sido un cambio importante ahora y les ha encendido las alarmas, que no son los de siempre en La Habana. Es un cambio de calado, muy vinculado al generacional, que evidencia que la revolución se ve de manera distinta en cada etapa”, ahonda.

Ayuso, que también es coordinadora del Foro Europa-Cuba Jean Monnet Network (2018-2021), sostiene que, en un primer momento, existe “el riesgo es que no haya gestos del régimen, sino todo lo contrario, que el Gobierno tienda a cerrarse porque le da miedo lo que está pasando en las calles o en las redes sociales”, este último, un punto en el que tienen asesoría de China en cuanto a redes, explica. Sin embargo, “lo que le ocurre a Cuba es que está demasiado cerca de EEUU, es más difícil mantener un control como el que impone China, porque tienen esa poca distancia los hace más permeables a las influencias”.

Internet ha sido fundamental en la apertura y concienciación de los cubanos, pero puntualiza la analista que “todavía para mucha parte de la población supone un gasto que no se puede permitir y no todo el mundo tiene acceso a internet”, aunque sí “una serie de sectores que son, además, los que lo están pasando mal porque no tienen el acceso que antes no tenían y eso ha generado este incremento del descontento, que se suma obviamente a las carencias de abastecimiento de todo tipo”.

Internet es clave porque fue, cuando se permitió que llegara a los móviles cubanos en 2018, se abrió una ventana insólita, “y estamos ante una generación a la que ya le es difícil aceptar que se le pueda cerrar otra vez esa ventana”. “Las generaciones previas han ido de la mano de la revolución primigenia, han crecido ideológicamente con aquella revolución y ese discurso revolucionario aún lo tienen muy dentro, como le ocurre a Díaz-Canel, pero las nuevas son generaciones que han crecido en el post periodo especial, ya no tienen ese discurso de la revolución triunfante que se intentó revivir con Chávez, pero que fracasó también”, añade Ayuso.

Ahora la juventud quiere “tener una esperanza de vida, un proyecto de desarrollarse como personas, y más cuando el estado es cada vez menos capaz de dar lo que se llamaban los logros de la revolución, que son sobre todo la educación y la sanidad”, esos dos pilares que nunca estaban en discusión y que, además, han sido la defensa a la que recurrían muchos de los defensores de la tesis de que Cuba no es una dictadura. Hasta eso está ahora cuestionado, con el deterioro que la salud ha sufrido con la crisis del coronavirus, cuyas primeras olas no atacaron la isla pero que ahora pega fuerte, con 263.000 casos y más de 1.700 muertos sobre una población de 11,3 millones de personas.

La juventud quiere tener una esperanza de vida, un proyecto de desarrollarse como personas, y más cuando el estado es cada vez menos capaz de darle los logros de la revolución, como la educación y la sanidad

“La educación -prosigue Ayuso- es lo que sí se mantiene. Los que protestan son gente que está bien educada. Unos han optado por irse, pero se les ha puesto esa opción cada vez más complicada, sobre todo con el cierre de EEUU, y otros quieren quedarse y desarrollarse dentro de su país, pero piden más espacio. Eso creo que, a medio y largo plazo, no va a ser posible retenerlo. Tendrán que adaptarse o vendrá un problema demográfico muy importante, porque la población está muy envejecida”, concluye.

Una cosa es continuidad y otra, inmovilismo

El americanista sevillano Sebastián Moreno recuerda que estas protestas se han vivido muy poco después de que el pasado abril se produjera una sucesión importante en Cuba: la salida de Raúl Castro como máximo líder del Partido Comunista, relevado por Díaz-Canel. Entonces, el mensaje que se lanzó no fue de cambio, sino de continuidad, “pero una cosa es eso y otra, inmovilismo”.

“Querer mantener el esquema de siempre es lo normal, pero ser ciego puede costar el Gobierno. Las aperturas o cesiones no gustan, pero creo que se ha llegado a un momento en el que hay grandes grupos de la sociedad cubana, la más y la menos organizada, que pide que se repiense el país. Romper la estampa de quietud ya está hecho. Lo que ha de venir es más presión en la calle, nadie sabe hasta qué punto”, señala.

Asume que la realidad, muy dura en la isla por problemas estructurales, con una situación económica pavorosa y con esa pandemia golpeando muy fuerte, hace evidente que “hacen falta respuestas”, pero entiende que, si las protestas se “aflojan” -por la falta de resultados o por la represión- “serán limitadas, mínimas”. De momento, en un primer gesto, los viajeros que lleguen a Cuba podrán ya llevar comida, productos de aseo y medicamentos sin límites desde la semana entrante, según ha accedido Díaz-Canel.

Los cubanos, añade, tienen una capacidad “inmensa” para superar la desgracia, pero con los años ese aguante se ha ido recudiendo. “La realidad pesa”, sostiene. “Cuando los cubanos se tambaleaban por el aumento de las sanciones estadounidenses y la represión de su propio Gobierno cada vez más cauteloso, la pandemia golpeó. El turismo se detuvo en seco, vio el confinamiento total y los cubanos en el exterior ya no podían enviar medicinas y dinero a través de mulas. El golpe ha sido monumental”, describe.

Romper la estampa de quietud ya está hecho. Lo que ha de venir es más presión en la calle, nadie sabe hasta qué punto

Habrá que ver “el grado de miedo perdido” ante esta coyuntura, porque las manifestaciones han sido disueltas a base de detenciones, pero no de una violencia policial aplastante, por más que haya un muerto al menos contabilizado. “Las protestas contra el gobierno están prohibidas en Cuba, pero los manifestantes no parecían temer ser arrestados. El Gobierno ha respondido enviando contramanifestantes que gritaban sobre Fidel y la Revolución.

“El temor de la dirigencia cubana es que este proceso se les salga de control, y eso es algo que no están dispuestos a tolerar bajo ningún concepto”, de ahí la represión vista estos días en las calles, que ha llevado a pedir respeto por las libertades de expresión y manifestación por parte de Gobiernos como el español. Si hay cambios, forzados por esta corriente popular, serán “lentos y tranquilos”, aunque el analista reconoce que nunca se puede descartar un cambio drástico si se suman las coyunturas oportunas. “Eso nadie lo sabe”.

Es incierto saber cuánto durará la aparente nueva paz. “El Gobierno puede haber recuperado el control, pero las condiciones subyacentes que llevaron a los cubanos a arriesgarlo todo y pedir un cambio no se irán”, concluye Moreno.