¿Qué coalición tras las elecciones alemanas será mejor para España y para Europa?

¿Qué coalición tras las elecciones alemanas será mejor para España y para Europa?

Sin eurófobos entre las fuerzas en liza, las diferencias se centran en la austeridad, la fiscalidad o la defensa. Madrid se siente bien con el giro a la socialdemocracia.

Annalena Baerbock, líder de los Verdes alemannes; Pedro Sánchez, presidente del  y Olaf Scholz.AP / Getty

Alemania hace sus cuentas. Tras las elecciones del domingo pasado, que dejan un fraccionado Bundestag con el PSD como primera fuerza pero a escasa distancia del segundo, la CDU, e incapaz de gobernar en solitario, ya han comenzado las rondas de contactos para convencer a los hasta ahora adversarios de que es el momento de ser socios.

No sólo se saca la calculadora con ansia en Berlín. Todo el continente mira con curiosidad y nerviosismo lo que ocurre en esta nueva era post Angela Merkel. Tras 16 años, adiós a la lideresa de Europa. ¿A quién toca decir “hola”? ¿Quién conviene más para los intereses comunitarios? ¿Y para los españoles, en particular? Los analistas auguran que pasarán meses hasta que se forje una alianza y se redacten las condiciones -cientos de folios mediante- para llevarla a cabo. Navidad suena a plazo aproximado.

Verde y rojo

Para los intereses españoles, con el actual Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos en La Moncloa, la victoria del PSD de Olaf Scholz es una buena noticia, que se enmarca en una corriente ascendente de la socialdemocracia europea. Lo que no lo es tanto es que sea incapaz de gobernar en solitario, con su 25,7% de los votos, o sumando sólo a Los Verdes ( 14,8%), que sería la coalición bipartidista ideal para sus intereses. Les hace falta un socio más, posiblemente el liberal FDP, y eso obliga a más cesiones y cambios en el programa original.

“España y Alemania ya estábamos unidas en el europeísmo. Ahora más, en el color y la orientación política, para propiciar una recuperación económica verde y justa”, dijo el lunes el presidente Pedro Sánchez, en Santander. Esos dos conceptos clave son los que manejan en el grupo socialista en el Parlamento Europeo a la hora de preferir esta suma rojiverde. Entienden que un “marco socialdemócrata” será, de partida, más favorable a políticas sociales, a reducir las desigualdades y a la defensa de los servicios públicos, esencialmente. Y sumados a los ecologistas, la “apuesta ambiental” va de suyo.

“Ninguna de las dos formaciones se ha destacado por defender la austeridad extrema, aunque sabemos del pragmatismo de Alemania en lo que se refiere a su economía. Todos recordamos los recortes y tijeretazos de la crisis de 2008, pero es un tiempo nuevo. Con ellos en la cancillería, puede haber más flexibilidad en lo económico y una apuesta más centrada en los ciudadanos que en las empresas”, sostienen fuentes de dicho grupo.

Los socialistas españoles entienden que, por un lado, si gobierna el SPD habrá estabilidad en el país, porque su líder es el hasta ahora vicecanciller y ministro de Finanzas, y eso “es bueno para toda Europa”, pero con la novedad añadida y “esperanzadora” de tener “más ambición social y climática”. Una política basada en reformas, forzosamente pactadas, que lleven a “reducir brechas, apostar por mejoras laborales como el salario mínimo o la regulación del mercado de la vivienda”, apuestas todas ellas en lo alto de la agenda actual de La Moncloa.

Ante los mandatarios alemanes, España tiene la estampa de buen alumno, porque aún con tiranteces y hasta alguna salida de tiesto respecto a lo marcado por Berlín, acabó sometiéndose a las recomendaciones-exigencias para salir de la crisis de 2008-2012. Merkel, que estuvo hasta siete veces de visita en España, se lo ha reconocido en público José Luis Rodríguez Zapatero, a Mariano Rajoy y al propio Sánchez.

Con Madrid une ese respeto por su aplicación, pero también la apuesta común por la integración europea, el multilateralismo y la gobernanza global. En ese mundo “de todos”, como le gusta decir a Scholz, España tiene el plus, el de ser el único gobierno verdaderamente socialista de la UE y de haber llevado su voz a las instituciones en los tiempos en que la derecha ha arrasado.

Un marco socialdemócrata será, de partida, más favorable a políticas sociales, a reducir las desigualdades y a la defensa de los servicios públicos, esencialmente

El factor liberal

El problema para España se llama FDP, o sea, partido liberal. Tanto en las negociaciones que están llevando a cabo con los socialistas como con los conservadores (con menos escaños pero preparando el terreno por si el SPD no logra alianzas firmes), exigen llevar el Ministerio de Economía. Y eso supone más mercado, más empresa, más disciplina fiscal y más exigencias a los países menos poderosos de la UE.

Lo han dicho en campaña y lo repitieron en el debate de la noche electoral: las “políticas expansivas” en la UE, como las vistas en el intento de recuperación de la pandemia, no gustan y hay que frenarlas. Lo que está por saber es cuánta influencia tendrán ellos con su 11,5% de los sufragios.

Christian Lindner, su líder, se inclina hacia el club de los frugales –compuesto por Holanda, Austria, Dinamarca, Suecia–, que son los países que se quejan del supuesto alto coste que suponen para la unión los países sureños, como España, y que abogan por una política de mano cerrada y austeridad. Son los que pelearon para que Madrid se llevase menos, por ejemplo, del fondo de recuperación anti-covid. Neoliberalismo puro.

Para España, añaden fuentes europarlamentarias, es importante saber qué pasará también con las reglas fiscales; los liberales no quieren que se toquen, en lo que sí puede haber coincidencia con Scholz, y es algo en lo que chocarían con Moncloa, que sí pide cambios. La necesidad de reformar las reglas presupuestarias responde a un cierto descontento sobre cómo se han aplicado desde la crisis y a transformaciones a las que Europa deberá hacer frente, como el cambio climático, el envejecimiento, la desigualdad y era digital. En ese punto, Los Verdes alemanes piensan como Sánchez. Quién se llevará el ascua a su sardina es una incógnita.

“Aunque el FDP es un aliado centrista del partido En Marche! de Emmanuel Macron en el Parlamento Europeo, su presencia en el Gobierno podría, paradójicamente, socavar la posición europea del nuevo canciller. La postura muy ortodoxa del FDP en cuestiones presupuestarias lo diferencia de sus aliados europeos y el partido también desató la polémica cuando su candidato en Turingia fue elegido temporalmente con el apoyo del partido de extrema derecha”, recuerda por ejemplo el equipo de inversiones en Edmond de Rothschild AM en un comunicado.

Desde el lado de Unidas Podemos en el Gobierno también se celebra la victoria socialdemócrata, aunque no entre en la ecuación la izquierda de Die Linke. Los ‘morados’ creen que habrá un viraje en las cosas prácticas de la UE. La propia vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha dicho que la victoria de Scholz “facilita las cosas” para conseguir que la directiva del salario mínimo en Europa salga adelante. ” Las elecciones alemanas son un paso muy importante para el conjunto de la UE. Es evidente que el cambio que puede suponer en políticas sociales es fuerte”, señalaba la gallega al calor de los resultados.

Toca enseñar las cartas

Puede que Merkel esté en el cargo hasta navidades, así que será ella quien comience a posicionar a Alemania en los grandes debates, sobre todo económicos, que afronta la Unión. Hasta ahora, su país ha sido decisivo para dos logros insólitos en el club comunitario: los fondos de recuperación europeos, para todos, y la emisión de deuda conjunta, que parecía impensable.

Un camino común que los europeístas esperan que no se resienta, pero de la esperanza a los hechos hay mucho trecho, porque las economías nacionales van a inclinarse al déficit, habrá deuda por encima de los límites y será el momento, de nuevo, de mirar a los ojos a la crisis y elegir el camino social o el de la tijera.

Las fuentes consultadas por El HuffPost explican que no habrá posicionamientos definitivos ni documentos firmes hasta que no haya un nuevo canciller, porque nada se puede hacer sin Alemania, así que durante semanas tocará presenciar la pelea en la sombra entre españoles, franceses o italianos con los frugales o los de la línea dura, los que quieren cambiar cosas y los que las quieren dejar como están.

Además de las normas fiscales, hay que negociar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. El SPD y Los Verdes quieren hacerlo más sostenible, menos duro y con más autonomía para cada país, además de más justo y orientado a la sostenibilidad. Los liberales quieren tocarlo, también, pero en la dirección contraria: “endurecimiento de las sanciones para aquellos países que violan persistentemente los principios de la gestión del presupuesto público”, se lee en sus propuestas. Con ese discurso contra los hermanos pobres de la UE se ha hecho fuerte, así que será complicado desprenderse de esa promesa en la mesa de negociaciones.

  Pedro Sánchez y Olaf Scholz, juntos en Berlín en una conferencia del Partido Socialista Europeo. picture alliance via Getty Images

También hay visiones distintas en cuanto a dos mecanismos: el de garantía de depósitos (EDIS) y el de estabilidad (MEDE). Por el primero, la garantía de los depositantes no descansaría sólo en su propia entidad, el sector financiero del que formaba parte o el de su Estado correspondiente (o todos ellos en conjunto), sino en un esquema del que participarían todos los Estados de la Eurozona. Por el segundo, se facilita asistencia financiera a los países de la zona euro que corran riesgos de sufrir graves problemas económicos.

El EDIS es una de las principales promesas de los socialdemócratas, mientras la derecha y los liberales se oponen; Los Verdes no se posicionan claramente, por lo que podrían no poner problemas. Scholz añade la creación de un mecanismo europeo permanente de reaseguro por desempleo, una idea muy querida por España y por la que ha sido tremendamente criticado por el ala más nacionalista. En el caso del MEDE, el SPD y los liberales quieren que se convierta en un verdadero Fondo Monetario Europeo.

Autonomía estratégica

Alemania ha sido uno de los impulsores del concepto de autonomía estratégica. Se suele asociar a la capacidad de Europa de tener voz propia en cuestiones geopolíticas, en lo defensivo y en lo diplomático, para dejar de depender en exceso de lo que hagan EEUU o la OTAN. Sin embargo, el concepto es más profundo, incluye la producción de bienes clave en suelo comunitario (de vacunas a chips) o un refuerzo del euro como moneda ante el mundo.

Merkel y Scholz han sido partidarios de este refuerzo de Europa y uno de los ejemplos es que, junto con Francia, han tirado del carro de la creación del llamado ejército europeo, un debate avivado tras la salida de las potencias internacionales de Afganistán. Con el SPD mandando no se esperan cambios en esa línea, pero la incógnita, de nuevo, es la de los socios. Los liberales son profundamente defensores de la Alianza Atlántica y del faro de Washington, sobre todo si afecta a la industria patria de defensa. Sin embargo, Los Verdes, podrían ayudar a mantener esa visión más despegada de los tutores de siempre.

El SPD ha tenido históricamente mejores relaciones con China y Rusia de las que ha tenido la CDU, que ha impulsado sanciones desde Bruselas, así que ese es otro punto en el que habrá que ver si cambia algo en el entorno europeo.

Más allá de posicionamientos concretos, si el SPD logra auparse a la cancillería, acabarán los tiempos de buen rollo extremo con la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya que los socialdemócratas votaron contra ella cuando se votó su llegada al cargo. Entonces era ministra de Defensa en Alemania. La ahijada de Merkel, que tenía a la canciller siempre cerca para asesorar y apoyar, se acordará de algo así.

Europa, como alianza de Veintisiete, no está en riesgo por los cambios dictados por las urnas; lo que está en juego es su modelo, si más social y justo o más proteccionista y limitante. Eso, si no se rompe la baraja entre los negociantes y hay que recurrir, de nuevo, a una gran coalición entre conservadores y socialdemócratas, esta vez liderados por los rojos y no por los negros, que dejarían la política hacia Bruselas y hacia Madrid en las líneas actuales. Un escenario que, hoy, ninguno de los dos socios quiere repetir.