Qué pasa con Fauci, el ‘Simón estadounidense’ al que Trump quiere ‘merendarse’

Qué pasa con Fauci, el ‘Simón estadounidense’ al que Trump quiere ‘merendarse’

El presidente de EEUU busca una 'cabeza de turco' ante la mala gestión de la pandemia del coronavirus... Y parece que la ha encontrado.

Imagen de archivo de Fauci (izq) y Trump (der).REUTERS

Si tú dices blanco, yo digo negro. Así es la relación actual entre el presidente de EEUU, Donald Trump, y el epidemiólogo que le asesora, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID). Las idas y venidas del líder estadounidense con el experto tendrían su punto hasta cómico, en línea con su estilo de hablar sin base científica, a base de impulsos, si no fuera porque intenta desacreditarle en plena gestión de una crisis, la del coronavirus, que a día de hoy deja ya 136.400 muertos y 3,41 millones de contagios solo en EEUU.

La última ‘rencilla’ entre ambos está ligada a la que es la máxima prioridad actual de la Casa Blanca: que las escuelas y universidades del país reabran sus puertas el próximo curso sea como sea. Fauci no lo ve claro, como tampoco veía la reapertura económica de determinados estados muy afectados por la crisis o como sentencia que no puede estar más en desacuerdo con el líder estadounidense cuando afirma que las cosas se han hecho “bien” en la gestión de la pandemia. La de este experto no es una opinión cualquiera: lleva 34 años al frente del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. Este cargo lo ha ostentado gobernara quien gobernara, siendo asesor de todos los presidentes desde Ronald Reagan.

Pese a la dilatada y comprobada experiencia de Fauci, a Trump no le gustan sus opiniones y por eso le trata como a un rival político en lugar del aliado que tendría que ser. De ahí que el equipo del presidente haya distribuido un argumentario entre sus aliados políticos y mediáticos para desacreditar y desprestigiar a Fauci.

Varios empleados de la Casa Blanca están preocupados por la cantidad de veces que el doctor Fauci se ha equivocado

“Varios empleados de la Casa Blanca están preocupados por la cantidad de veces que el doctor Fauci se ha equivocado”, afirma un comunicado distribuido el domingo que recoge diferentes comentarios del especialista al inicio de la pandemia. Sin embargo, tal y como ha ocurrido en otros países -incluida España, donde el doctor Fernando Simón ha usado casi las mismas palabras que su homólogo estadounidense-, Fauci siempre ha reconocido que el virus era más rápido que los científicos y que “están aprendiendo sobre la marcha”.

En cualquier caso, la actual estrategia de la Casa Blanca contra el experto no es algo nuevo, aunque sí toda una declaración de intenciones. “No es la primera vez que el presidente desacredita a un íntimo colaborador suyo. Recordemos lo que dijo sobre el destituido James Comey, que fuera director del FBI, o sobre Michael Flynn, asesor de Seguridad Nacional, sin olvidar al Secretario de Estado Rex Tillerson o su Jefe de Gabinete Reince Priebus, que fue objeto de escarnio público”, explica José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos del Instituto Franklin-UAH

Como sucedió con sus ‘enemigos’ anteriores, la guerra de Trump contra los que le contradicen ha ido evolucionando, siendo ahora más pública que nunca, aunque la gran brecha entre ambos surgió desde el mismísimo principio de la crisis, momento en el que el presidente de EEUU destacaba por su negacionismo. La punta del iceberg ha sido ahora una realidad: sin buscarlo, Fauci está dándole al líder estadounidense donde más le duele: en su popularidad. Según las últimas encuestas, a la hora de informarse sobre la Covid-19, el 70% de los estadounidenses se fía del experto frente al 25% que lo hace del presidente. Y eso, a poco más de cuatro meses de la cita electoral en la que se juega su reelección, es jugar con fuego para Trump.

El horizonte más inmediato: las elecciones de noviembre

“En este caso el enfrentamiento, o si se prefiere, el desencuentro entre el presidente Fauci se remonta a los primeros compases de la pandemia. Un científico serio y con responsabilidades no podía hacer oídos sordos a ciertas manifestaciones, aunque vinieran del presidente, respecto a ridículos tratamientos –que después se han querido disfrazar de broma- o el cuestionamiento de utilizar mascarillas, etc. etc.  Las opiniones, consejos, de uno siempre han representado la antítesis del otro. Para Fauci lo prioritario era la salud de la población, para Trump la salud de la economía en la que basar su campaña para la reelección presidencial”, añade Gurpegui.

A lo largo de sus cuatro años de mandato, Trump siempre ha buscado responsables ajenos a él mismo de aquello que no funcionaba
José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos del Instituto Franklin-UAH

Y en esa clave preelectoral hay que leer también cómo Trump focaliza en Fauci una epidemia que, lejos de estar controlada en Estados Unidos, destaca por el goteo constante y en aumento de contagios y víctimas mortales. “A lo largo de sus cuatro años de mandato, Trump siempre ha buscado responsables ajenos a él mismo de aquello que no funcionaba. En esta primera legislatura han dimitido o han sido despedidos el 40% de sus altos cargos. En política exterior Rusia, la Comunidad Europea, China… eran los responsables de los males que aquejaban a Estados Unidos. En este asunto también ha buscado responsables. El primero de ellos fue China, aunque sus reproches y ataques comienzan a perder fuerza. Ahora el responsable de lo que está ocurriendo es Fauci por no realizar convenientemente su trabajo. No puedo recordar un solo acontecimiento en que el actual presidente haya reconocido un error aunque tan solo fuera de cálculo”, explica el experto del Instituto Franklin. 

Y, como sucede en el resto del mundo, inmerso en la catastrófica pandemia, la economía del país se está resintiendo. Para Trump esto es lo peor que podía pasar ya que era la clave de su campaña electoral, como adelantó en su último discurso sobre el Estado de la Nación, y las encuestas, aunque ya se sabe todo puede cambiar en cuestión de segundos, le están dando la espalda.

Casi el 90% de los estadounidenses asegura no estar satisfecho con el estado del país, según el último estudio del Centro de Investigación Pew. Más malas noticias para el presidente: está 10 puntos porcentuales en intención de voto por detrás del candidato demócrata Joe Biden. Alrededor del 54% de los votantes registrados respaldan a Biden, mientras que el 44% apoya a Trump. El índice de aprobación del líder estadounidense cayó al 39%, mientras que el 59% de los estadounidenses desaprobaban su gestión. En la encuesta de abril, la aprobación de Trump fue del 44%.

Ante estos datos, ¿qué hace Trump? Cortar de raíz lo que no le gusta. Este miércoles ha reemplazado a Brad Parscale como jefe de su campaña a la reelección ante las malas perspectivas y en su lugar, ha nombrado al estratega Bill Stepien, que trabaja en la campaña desde las elecciones de 2016. Con Fauci, técnicamente, no puede hacer lo mismo. Tal y como explica en la cadena CNN Max Stier, presidente y presidente ejecutivo de Partnership for Public Service, “no puede hacerlo sin causa. Existen protecciones del servicio civil para los empleados federales de carrera que evitan que sean despedidos o degradados por razones políticas”.

De ahí que, como no puede borrarle del mapa como ha hecho con Parscale, la estrategia del presidente estadounidense parezca estar centrada en culparle de todos los males del país. “Si la pandemia se alarga en EEUU y la esperada reactivación económica no se produce terminará por perjudicarle. De momento nos encontramos a mitad de partido, que diría un castizo, y resulta aventurado pronosticar un resultado. Cierto que las intenciones de Trump para su campaña electoral se iban a basar en el crecimiento económico, pero no es menos cierto que ahora los que están sufriendo los rigores de la crisis y el desempleo son las clases más bajas que no votaban a Trump. Lo que sí me parece más claro es que difícilmente le beneficiará”, sentencia Gurpegui.