“Si los asaltantes del Capitolio fueran de un color de piel distinto, habría habido más muertos”

“Si los asaltantes del Capitolio fueran de un color de piel distinto, habría habido más muertos”

Entrevista con Paola Ramos, periodista y autora de ‘Latinx’, un libro con el que trata de redefinir la identidad latina en Estados Unidos.

Paola Ramos, durante el viaje que realizó para escribir 'Latinx'.CORTESÍA DE PENGUIN RANDOM HOUSE

Paola Ramos nació en Miami, se crió en Madrid, trabajó en Washington y vive en Nueva York. Su padre es mexicano y su madre, cubana. Cuando habla español, lo hace con acento de España pero trufado de alguna expresión en inglés, como cualquier espanglish-parlante. Paola Ramos es latinx.   

Latinx es también el título del ensayo que la periodista acaba de publicar, editado por Penguin Random House, que está disponible en español y en inglés. Es la crónica de un gran viaje de costa a costa de Estados Unidos, en el que Ramos trata de entender la esencia del movimiento de personas latinas que, como ella, se ven reflejadas en esa ‘x’ de ‘latinx’.

Su entrevista con El HuffPost se produce sólo un día después del asalto al Capitolio por parte de centenares de partidarios de Donald Trump, y Ramos no puede evitar confesar que sigue “impresionada” por la “locura” vivida. “Esperada, pero una locura”, dice.  

Ella, que trabajó un tiempo en el Capitolio durante la Administración de Barack Obama, considera que, “después de cuatro años de mentiras y conspiraciones, esto se veía venir”. De todo lo ocurrido, Paola Ramos se queda con una imagen: la de los trabajadores, principalmente afroamericanos y latinos, a los que les tocó limpiar el desastre que dejó a su paso la turba de supremacistas blancos seguidores de Trump. 

¿Cómo viviste esos momentos, esas imágenes de los manifestantes asaltando el Capitolio?

Fue una locura. Esperada, pero una locura. Después de cuatro años de mentiras y conspiraciones, esto se veía venir. La gente actuó siguiendo la fantasía que se ha creado estos años. Además, había señales de que se estaban organizando en internet, pero nadie se lo tomó en serio. Ese es el problema. Por otro lado, esta Administración no sabe cómo utilizar las instituciones y las fuerzas armadas.

Yo estaba en Nueva York, pero viví en Washington muchos años, he trabajado en el Capitolio, tengo muchos amigos allí, y ver esas imágenes impresiona. Pero me quedo con una de las imágenes del final, en la que salen los trabajadores afroamericanos y latinos limpiando todo el desastre que había creado esta gente. De madrugada, cuando ya había acabado prácticamente todo, salieron los empleados a limpiar las salas, y la mayoría eran afroamericanos y latinos. Ese es el contraste. 

De toda la gente que entró, casi nadie fue arrestado, el presidente no fue arrestado, nadie tuvo que limpiar nada. Y luego está la gente que limpia y a la que le toca pagar las consecuencias, que siempre son los mismos. 

Del asalto al Capitolio, me quedo con la imagen en la que salen los trabajadores afroamericanos y latinos limpiando todo el desastre que creó esa gente

¿Crees que si las protestas hubieran estado organizadas por afroamericanos o latinos la reacción de las fuerzas de seguridad habría sido la misma? 

En primer lugar, no se puede comparar lo que vimos ayer [el miércoles] con el activismo de afroamericanos o latinos. Los de ayer no eran activistas, eran terroristas. Black Lives Matter tiene un propósito muy distinto, que es la justicia y el cambio.  

En segundo lugar, si hubiesen sido personas afroamericanas o de un color de piel muy distinto, me imagino que en vez de cuatro muertos [ya cinco, contando a un policía], habría diez, habría muchas más personas arrestadas y veríamos las imágenes que vimos este verano, cuando la Policía estaba en todas partes, enfrentándose a los manifestantes y superorganizados. Ya sabemos lo que habríamos visto. Por un lado nos sorprende y nos deja en shock ver estas cosas es Estados Unidos, pero es que la historia de Estados Unidos es esta, y siempre fue esta.

En el libro cuentas que a ti al principio te costó sentirte dentro del colectivo latino. 

Crecí con acento español pero madre cubana y padre mexicano, nunca sabía muy bien dónde encajaba. Crecí viendo a mi padre en la tele y viendo telenovelas con mujeres latinas que no se parecían para nada a mí. Crecí yendo a México y no siempre sintiéndome completamente bien cuando decía que era gay. Durante muchos años de mi vida, y sin saberlo conscientemente, utilizaba distintas maneras de definirme dependiendo del sitio en el que estuviera. Esta historia no es única, le pasa a millones de personas. Pero llegó un momento en el que escuché esta palabra, Latinx, y sin saber por qué me sentí mucho más identificada, sentí que me reflejaba más.

Las palabras ‘latina’ o ‘hispana’ están bien, y entiendo que la gente las siga utilizando, pero tienen mucha historia detrás y han limitado mucho. En ‘latinx’ hay más soltura. 

La ‘x’ de ‘Latinx’ es simplemente una invitación para todas las personas latinas que en algún momento se han sentido discriminadas o fuera de la comunidad latina e hispana: los afrolatinos, los indígenas latinos, los queer, trans… La ‘x’ es sólo una manera de empezar a incluirnos a todos como parte de esta identidad. Latinx es tener mucho menos miedo a decir quiénes somos.  

Las palabras ‘latina’ o ‘hispana’ están bien, y entiendo que la gente las siga utilizando, pero tienen mucha historia detrás y han limitado mucho

A este lado del océano, la palabra ‘latina’ está asociada a un estereotipo que se corresponde con personas como Jennifer López o Shakira. Tú misma, en el libro, criticas que las reporteras que aparecían en el noticiero de tu padre [el periodista Jorge Ramos] iban “la mayoría con vestidos apretados, algunas con toneladas de maquillaje, todas con el pelo totalmente alisado”. ¿Ha cambiado esto?

Esa imagen está cambiando. Mi padre lleva haciendo el noticiero más de 30 años, y desde hace unos años, lo copresenta con una mujer afrolatina [Ilia Calderón], una mujer negra que utiliza esa palabra con mucho orgullo. Es algo que no se había visto hasta ahora. De hecho, creo que es la primera presentadora afrolatina en los medios mainstream de Estados Unidos. Eso es un cambio, y significa mucho.

Pero no sólo se ve en la tele. Se ve también, por ejemplo, en la música, donde tenemos a Amara la Negra, que utiliza ese nombre, para romper con el estereotipo o el estigma que se ha asociado a la palabra ‘negra’. 

También tienes a activistas, como Eva Longoria, que se han dado cuenta de los estereotipos que se han perpetuado en el mundo latino y están utilizando sus plataformas para influir y cambiarlo. Es ahora cuando se está produciendo esa revolución cultural, y es ahora cuando nos damos cuenta de que dentro de la comunidad siempre hubo afrolatinos, que siempre han sido parte de la historia pero se les ha borrado durante décadas. 

  Paola RamosSAMANTHA BLOOM

Me interesa esa sensación identitaria, quizás más de la anterior generación, de no sentirse ni cien por cien estadounidense ni cien por cien mexicano, o cubano, o peruano. ¿Es difícil navegar ese sentimiento?

Aquí, en Estados Unidos, esa es la historia. Lo más común es tener muchas identidades, tener muchas culturas, hablar muchos idiomas. Hablar español, inglés y espanglish es parte de lo que significa ser latino, especialmente para los hijos de migrantes. Dentro de Estados Unidos, los latinos somos el grupo demográfico más joven de todo el país, comparados con los blancos, afroamericanos o asiáticos.

¿Y es fácil aceptar esa identidad múltiple?

Es un orgullo. Durante mucho tiempo, lo hemos visto como un conflicto. En este país, durante mucho tiempo les dijeron a nuestros padres que la única manera de salir adelante era hablando inglés, ganando mucho dinero y siendo lo más americano posible. Durante mucho tiempo, nosotros también vimos estas identidades como algo malo. 

Ahora, como parte de este movimiento de Latinx, vemos que no es malo. Es un privilegio poder tener tantos idiomas, tantas culturas, y poder definirnos como queremos. 

La gran diferencia con nuestros padres es que a ellos, que son inmigrantes, alguien les dijo cómo ser americanos, alguien les dio la definición de lo que tenían que ser. Ahora, en esta nueva generación, somos nosotros los que estamos definiendo qué significa ser americanos. Y para nosotros, ser americanos es ser muchas cosas, ya no supone un conflicto. 

Esa idea de que todos los latinos son demócratas y liberales es mentira. El latino trumpista existe

¿En la victoria de Biden ha tenido un peso importante el voto latino?

Sí, muchísimo. Los latinos nos convertimos en el segundo grupo del país con más poder de decisión en unas elecciones. Todavía no sabemos exactamente cuántos latinos votaron, pero se estima que lo hicieron entre el 60% y 70% de los latinos que podían. Y es un récord, porque en las últimas diez elecciones presidenciales votaron menos de 50%. 

El margen de voto de los latinos fue el que ayudó a Joe Biden a ganar estados como Arizona, Nevada, Georgia… Sin el voto latino, no podría haber conseguido ese margen de victoria.

En tu viaje por Estados Unidos, ¿encontraste a muchos latinos votantes de Trump?

Bastantes. Eso también es parte de entender ‘latinx’. Esa idea de que todos los latinos son demócratas y liberales es mentira. El fenómeno de Trump no debería sorprendernos. Los republicanos suelen ganar entre un 25 y un 30% del voto latino. 

El latino también es conservador y, en los últimos cuatro años, más que nada ha sido víctima de la desinformación de Trump. Ha sido víctima de este miedo que le han generado por las palabras ‘socialismo’ y ‘comunismo’, y yo lo he visto. El latino trumpista existe. En parte por la desinformación, en parte por los valores conservadores, pero también por la normalización de lo que supuestamente significa ser americano. 

A muchos latinos de este país les han dicho que el sueño americano se consigue si eres blanco, si estás en el poder. Muchas personas vieron ese sueño americano en Donald Trump y muchas personas latinas se quieren olvidar de que son inmigrantes. Se quieren olvidar de que son parte de otro grupo, de que tienen un color de piel distinto. 

Muchas personas latinas se quieren olvidar de que son inmigrantes. Muchas vieron ese sueño americano en Donald Trump

Como una especie de autorracismo…

Exactamente. Incluso en los Proud Boys, este grupo de ultraderecha pro-Trump, el líder, Enrique Tarrio, al que entrevisto en el libro, es afrolatino.

¿Se puede ser latino y supremacista blanco? 

Sí, sí, claro. También es interesante entender si a él le pusieron en el poder porque los Proud Boys necesitaban una persona latina, o negra, para justificar que no eran racistas.

¿Para ‘blanquear’ el movimiento?

Exactamente.

  Ramos, durante una de sus entrevistas para el libro.CORTESÍA DE PENGUIN RANDOM HOUSE

¿Crees que el lema de que Biden iba a traer el socialismo y el comunismo caló finalmente entre los latinos?

Depende del Estado. Por ejemplo, en la Florida, donde el voto cubano es superimportante, sí tuvo mucho peso esto. No solamente en el último año de campaña, sino desde que Trump llegó al poder hace cuatro años, el mensaje de los republicanos allí ha sido muy claro: ‘Un voto para el Partido Demócrata es un voto al socialismo y al comunismo’. Se han aprovechado de los traumas de la gente. Yo lo vi en mi propia familia cubana, y en mis amigos. Incluso jóvenes que en un momento votaron por Barack Obama se unieron luego al trumpismo. 

En las imágenes de este miércoles lo vimos. En Miami, se vio a cubanos, a gente que había huido de la dictadura castrista, saliendo a las calles a pedir que el Ejército americano saliera a apoyar a Trump. Hasta ese punto se sienten aterrorizados de que Biden traiga el comunismo. Son víctimas de las mentiras de Donald Trump. Ojalá estuviera exagerando, pero es así. Y eso no se va. Trump se irá y vendrá Biden, pero ese efecto del trumpismo se queda. 

Los republicanos se han aprovechado de los traumas de muchos latinos

Tu primo, a quien entrevistas para el libro, te dice que Fidel Castro es Voldemort, y esa es la sensación de muchos de tus entrevistados. Después de escribir el libro, ¿qué imagen tienes de Castro? 

En parte, el libro también es para reconocer la burbuja en la que yo había vivido. Mi madre es cubana, mis abuelos son cubanos y yo, como mi primo, crecí pensando lo mismo. Para nosotros, Fidel Castro era el enemigo, era la persona que había puesto a mi abuelo en la cárcel, y esa es parte de la historia con la que crecí.

Lo que me hizo entender que había vivido en una burbuja fue hablar con afrocubanos en Miami, que tenían una perspectiva muy distinta de Fidel Castro. Para ellos no era un héroe, pero sí una persona que había tratado a las poblaciones negras mucho mejor de lo que se les había tratado a lo largo de la historia. Entendí que mi mundo es muy pequeño, y que se puede estar en Miami, se puede ser cubano y se puede no odiar a Fidel Castro.

Y tu familia, ¿ha cambiado también de perspectiva con los años?

En mi familia son liberales. Para ellos, el trauma que vivieron con el castrismo, de salir, volver a empezar, mi abuelo en la cárcel… Eso es y seguirá siendo parte de su historia. Mi abuelo podría haber sido perfectamente una víctima de Trump, podía haberse creído sus mentiras y haber votado por él, como han hecho muchos de sus amigos cubanos. Pero él no lo hizo. Mucha gente lo criticó, pero él votó por Joe Biden y lo dijo públicamente. Con eso ha roto un estereotipo, y lo ha hecho con orgullo. Creo que eso también es parte de ser latinx.

No fue necesariamente Joe Biden quien ganó, sino los voluntarios de los Estados, que movilizaron a la gente

¿El Partido Demócrata ha hecho suficiente por la comunidad latina?

Han hecho más que el Partido Republicano, pero no han hecho lo suficiente. Sigue habiendo más preguntas que respuestas, se necesita investigar más para entender quiénes somos los latinos, cómo hemos cambiado, dónde vivimos, qué consumimos… Falta lo más básico para entender cómo hemos cambiado y qué significa ser un latino joven en este país.

Los organizadores, los voluntarios, las ONG que han estado estos años movilizando a la gente tienen mucha más información de la que tienen los políticos. Y esa también es la gran historia de las elecciones. No fue necesariamente Joe Biden quien ganó, sino los voluntarios de estos Estados, que movilizaron a la gente. En ese sentido, los demócratas tienen mucho trabajo por hacer.    

Uno de los chicos a los que entrevistas en el libro dice: “Yo apoyaba a Obama y que me deportaran durante su administración fue algo que me frustró mucho”. La presidencia de Obama tampoco fue idílica…

No, claro que no. Yo trabajé en su Administración, le tengo muchísimo respeto y fueron unos de los mejores años de mi vida, pero eso no quita lo otro. Para mí, uno de los mejores momentos de Biden es cuando pide perdón por la cantidad de personas que fueron deportadas durante la Administración de Obama. Ese perdón fue supernecesario, fue un momento clave dentro de su campaña, y es uno de los grandes retos a los que se enfrenta ahora.

Miles y miles de latinos, incluidos los que no pueden votar porque son indocumentados, se movilizaron por Joe Biden y confían en que no se vuelva a repetir el mismo error de Obama, que no aprobó una reforma migratoria incluso cuando tenía el control del Congreso y del Senado. Biden tiene que cumplir las promesas que hizo a una comunidad que le dio victorias en estados clave. Esa gente quiere saber si van a dejar de deportar a sus familias.

¿Y crees que cumplirá sus promesas?

Yo creo que sí. Creo que Biden tiene un corazón enorme y que entiende exactamente por qué ganó. Y claramente, ganó por la comunidad afroamericana y por los latinos. Sin ellos, jamás habría llegado a la Casa Blanca. Además, tiene a una vicepresidenta, Kamala Harris, para quien la inmigración y los dreamers siempre fueron parte muy importante de su agenda como senadora. Creo que eso le va a ayudar mucho.  

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es