Siete lecciones aprendidas para el 2021

Siete lecciones aprendidas para el 2021

El 2020 va a ser un año que no se nos olvidará fácilmente y del que deberíamos sacar algunas conclusiones de cara al futuro.

ksenija18kz via Getty Images

El 2020 va a ser un año que no se nos olvidará fácilmente y del que deberíamos sacar algunas conclusiones de cara al futuro, comenzando por el año que está a punto de empezar.

Hay muchas más lecciones, pero estás siete parecen especialmente relevantes:

1. Obsesión por el poder

La obcecación por el poder es un virus muy maligno y peligroso que limita el desarrollo a todos los niveles. En el ámbito político incita a la confrontación, elimina cualquier posibilidad de consenso y consecuentemente tiene un impacto muy negativo en los ciudadanos y en los países. En el ecosistema empresarial impide la transformación y progreso de las empresas al priorizar el futuro de ejecutivos y anteponerlo al de la compañía. A nivel personal limita el crecimiento, la colaboración y, por lo tanto, la aportación de valor a la comunidad.

La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de fortalecer la cooperación, la confianza y sobre todo la solidaridad a todos los niveles y para conseguirlo la obsesión por el poder no es un ingrediente adecuado.

2. Compromiso y generosidad

El compromiso y la generosidad son dos grandes valores que nos han permitido en el terreno personal y emocional, y en el colectivo social mitigar los efectos de esta terrible pandemia.

Destacando el admirable comportamiento de los sanitarios pero también el de todos aquellos que han permitido con su labor y voluntad continuar con los máximos niveles de actividad posible para facilitar el trabajo de muchos otros . Retrocediendo la mirada al mes de marzo, hubiera sido imposible, sin el compromiso de muchos profesionales la continuidad de la actividad económica.

Estos esfuerzos, son los que nos permitirán salir airosos de, posiblemente, la peor crisis de la historia reciente de la humanidad.

El compromiso y la generosidad son dos valores siempre imprescindibles y cruciales y que ahora parecen más indispensables en este nuevo año que en breve comenzamos.

3. Alianza estratégica: la tecnología

La tecnología es nuestra aliadapor lo que tendríamos que acelerar los procesos de digitalización en los sectores público y privado. La tecnología se ha mostrado durante la pandemia como nuestra gran compañera y nos ha permitido comprar, estudiar, trabajar, incluso celebrar las fiestas familiares de forma virtual.

Es una clara lección que tendríamos que aprovechar para seguir desarrollando y mejorando ámbitos tan significativos como el de la salud y la educación.

En el contexto empresarial, entender los nuevos comportamientos de los clientes, derivados de las nuevas facilidades digitales y acelerar sus procesos de transformación, parece el único camino para seguir compitiendo en la nueva economía y no desaparecer.

4. Inclusión digital

La inclusión digital es una prioridad. La brecha digital se ha convertido en un factor de discriminación social de primera magnitud. Con independencia del despliegue de la infraestructura necesaria para disponer de Internet en todas las localidades, se hace necesario garantizar que en todos los hogares existiera el equipamiento informático necesario para su conexión a la Red previendo, incluso, la existencia de mecanismos de financiación pública para su adquisición, con especial atención a los colectivos más vulnerables evitando cualquier tipo de exclusión.

5. Confianza en tiempos de COVID-19

Generar confianza es imprescindible en tiempos de crisis. La confianza es un valor inherente en el día a día de los seres humanos, en nuestras relaciones, actuaciones o en las expectativas que generamos en los demás.

En épocas difíciles y de incertidumbre como la actual, es más importante que nunca generar confianza e infundirla en todo lo que hacemos como individuos y como líderes. No hay ninguna duda de que las sociedades y empresas que confían en sus líderes marcan una clara diferencia con el resto, tanto en la gestión de las crisis como en su crecimiento como sociedad o compañía.

En esto contexto, tanto una comunicación clara y sistemática, como la coherencia en la gestión son dos elementos que resultan insustituibles.

6. Aceptación de nuevos paradigmas

La necesidad de aceptar nuevos paradigmas. El futuro que pensábamos en las campanadas del 2020 es muy distinto al que visualizaremos en las del 2021. 

Hasta hace tan solo nueve meses decíamos que el mundo era antes y después de Internet, hoy nuestra realidad es diferente después de la pandemia y ello nos obliga a construir una nueva realidad. 

Como decía Peter Drucker: “La mejor forma de predecir el futuro es crearlo”.

Aceptar los nuevos paradigmas no significa dejarlos al libre albedrío, sino que implica hacer un esfuerzo por entenderlos e incorporarlos con inteligencia en nuestra actividad cotidiana.

El teletrabajo, el comercio electrónico, la mayor concienciación con el cambio climático, el boom de las videoconferencias, la formación a distancia, las relaciones de “bajo contacto”, el incremento de la sensorización y el uso masivo de redes sociales, entre otros, son elementos que han acelerado su incorporación en nuestra vida cotidiana.

7. Menos planificación y más resiliencia y ganas de hacer

Menos planificación y más intención. La COVID-19 canceló miles de celebraciones, eventos, conciertos, etc., el confinamiento nos ha puesto de manifiesto que los planes son únicamente datos puestos en una agenda y que, con independencia de alguna referencia, lo inteligente es vivir plenamente abiertos a las posibilidades del momento presente.

Están siendo meses dolorosos pero hemos aprendido a disfrutar más intensamente de los pequeños momentos y a redescubrir aficiones que hacía tiempo teníamos olvidadas. 

En definitiva, vivir por vivir o vivir para vivir la vida.