Tiempo de cuidarnos

Tiempo de cuidarnos

Se abren de nuevo las puertas a repensar nuestro modelo productivo y una transformación feminista de la economía.

Pornpak Khunatorn via Getty Images

Durante las crisis sale lo peor y lo mejor de una sociedad. Hemos visto cómo algunos políticos utilizaban una situación extrema para tirarse dardos envenenados los unos a los otros estando más preocupados por la ganancia electoral que por la situación de vulnerabilidad de miles de ciudadanos y ciudadanas, pero también hemos visto como varios cientos de personas ponían su tiempo y sus servicios de manera voluntaria a disponibilidad de las personas que no podían hacerse cargo de esta situación.

De este modo, y dejando al margen la irresponsabilidad de ciertos políticos, lo que emana de esta crisis es la absoluta falta de políticas de cuidados en este país. La mayor preocupación que se traslada en los grupos de WhatsApp, después del contagio, es cómo poder hacerse cargo de todos los cuidados que requiere una persona infectada, una persona vulnerable, una persona mayor asustada o un niño o niña sin colegio. Sin mucha sorpresa estas preguntas y sus futuras soluciones no estaban en boca de los hombres sino que siempre eran formuladas por mujeres. Comprar, cocinar, limpiar, acompañar… miles de tareas invisibles que de pronto se visibilizan para mostrarnos lo lejos que esta España de tener resuelta socialmente la necesidad del cuidado.

El resultado de esta falta, y de la desigualdad entre el trabajo productivo y el trabajo reproductivo, son las familias sobrecargadas asumiendo cuidados y una brutal brecha de género en su distribución. Según el último trabajo de la ONG Oxfam Intermón, los trabajos de cuidado no remunerados en España supusieron 130 millones de horas en 2018, lo equivalente a un 14,9% del PIB. De ese mismo informe obtenemos el dato de que el 42% de las mujeres a nivel global no forman parte del mundo laboral frente al 6% de los hombres. Y, según el Gender Equality Index 2019, el 77,8% de las mujeres europeas realiza diariamente tareas domésticas y cocina frente al 33,7% de los hombres.

Se abren de nuevo las puertas a repensar nuestro modelo productivo y una transformación feminista de la economía.

Por las consecuencias del coronavirus, y gracias a ser una comunidad solidaria, muchas personas sin cargas se están ofreciendo para cuidar, pero los cuidados y la regulación de las cargas no puede depender de la voluntad o la buena fe de los vecinos y de las vecinas, debe ser una prioridad política, debe ser un asunto de primer orden como ya lo es en países como Suecia o Noruega.

España debe poder garantizar en cualquier caso y en cualquier momento el derecho de las personas a cuidar pero también el derecho a ser cuidadas. En tiempos del coronavirus, el asentimiento a estas propuestas es más inmediato, pero garantizar el bienestar de las personas a través de los cuidados es algo que no debe darse solamente en situaciones de excepcionalidad, debemos garantizarlo siempre y, con ello, garantizar la posibilidad de corresponsabilizarnos ante los mismos.

Si algo bueno podemos sacar de los momentos en los que las estructuras políticas se ven llevadas al límite por situaciones que le son completamente ajenas e incontrolables es volver a diagnosticar las faltas para corregirlas y avanzar como sociedad. Es decir, si algo bueno se puede sacar de la excepcionalidad es mejorar la norma. Al igual que de esta crisis salimos con el importante aprendizaje de que el desmantelamiento de la sanidad pública ha ocasionado verdaderos colapsos y que, frente a aquellos que apostaron por la sanidad privada, hoy se evidencia la necesidad de tener un sistema de sanidad público que funcione, también podemos afirmar que en España necesitamos mejorar el reparto y las políticas de cuidados.

Los cuidados son la mayor producción de beneficios que tiene una sociedad y, sin embargo, siempre son infravalorados.

Así se abren de nuevo las puertas a repensar nuestro modelo productivo y una transformación feminista de la economía que genere un modelo compatible con la vida, que favorezca los cuidados y posibilite la corresponsabilidad. Que asuma que los cuidados no son responsabilidad de una parte de la población, que no son responsabilidad de las mujeres, sino que son responsabilidad de todas y cada una de las personas que vivimos en una sociedad.

Los cuidados son la mayor producción de beneficios que tiene una sociedad y, sin embargo, siempre son infravalorados o se encuentran en la esfera de lo privado. Esta situación pone la necesidad de los cuidados en el centro, la necesidad de poner la vida en el centro, hagámonos y comencemos a tender a un modelo productivo que permita flexibilidad laboral, teletrabajo, bolsas de horas de conciliación, favorezcamos la reorganización del tiempo y el espacio de trabajo para poder conciliar la vida con el trabajo, no solo en tiempos de excepcionalidad sino también en tiempos de normalidad.

Loreto Arenillas es portavoz de Más Madrid en la Comisión de Mujer de la Asamblea de Madrid.