Un joven español, extrabajador de la NASA y del Banco Mundial, busca hacer historia en el primer partido político europeo

Un joven español, extrabajador de la NASA y del Banco Mundial, busca hacer historia en el primer partido político europeo

Bruno Sánchez-Andrade quiere cambiar la definición de política.

VOLT EUROPA

Dejar temporalmente una trayectoria plagada de éxitos para aventurarse en el primer partido político europeo. Ese es el salto que ha dado Bruno Sánchez-Andrade. El currículum de este ovetense de 38 es tan extenso como brillante: es doctor en astrofísica, ha trabajado en proyectos de la NASA, ha sido director científico de Mapbox en Sillicon Valley, ha liderado el trabajo de big data en el laboratorio de Innovación del Banco Mundial y ha vivido en Bután durante un verano trabajando en impacto social.

Ahora lo ha dejado todo para ser el candidato en España de Volt, el primer partido político que se presenta a unas elecciones europeas con el mismo programa en ocho países: Alemania, Bélgica, Bulgaria, España, Holanda, Luxemburgo, Reino Unido y Suecia. Ellos dicen representar la lucha proeuropea y ser la respuesta al movimiento antieuropeo.

Todo empezó cuando se conoció el resultado del referéndum del Brexit. Tres jóvenes (un italiano, Andrea Venzon; un alemán, Damian Boeselager, y una francesa, Colombe Cahe-Salvador) se reunieron y “medio en broma, medio en serio dijeron que había que hacer algo para contrarrestar esas ideas”, cuenta Sánchez-Andrade a El HuffPost. Ahora él lo tiene claro: quiere convertirse en el primer español en ocupar un puesto en Parlamento Europeo defendiendo a un partido de escala continental.

Volt es voltio en inglés, ¿buscan electrizar Europa?

Es una anécdota curiosa. Cuando se creó, el nombre que gustaba era Vox y el que lo estaba apuntando nos dijo que ya existía un partido político y que estaba en las antípodas ideológicas nuestras. Entonces eligieron Volt porque es parecido a votar, se pronuncia de manera similar en todos idiomas y luego por lo de electrizar Europa, de cambiar las cosas. En España también se puede usar para voltear la política.

¿Y cómo se definen?

La idea básica más atractiva, si tenemos una identidad europea, es que tendría que haber un partido europeo que vaya más allá de un país u otro país. Es la primera y única formación que tiene el mismo nombre y programa en toda Europa. No representa el interés de los españoles, italianos o franceses, sino el de todos. Estamos en 32 países, constituidos en 12 y nos presentamos en 8 [en algunos han tenido trabas como en Italia, donde hay que presentar 150.000 firmas, o Francia, se piden 850.000 euros]. En cada uno hay una lista que ha salido por primarias, creemos en la democracia interna. Lo bonito es que, por ejemplo, hay representantes franceses e italianos en las listas de otros países.

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¿En qué se diferencia su programa del de otras formaciones más tradicionales?

El programa está disponible desde noviembre en versión resumida y completa. Damos muchísima importancia a hacer frente a los desafíos del futuro invirtiendo en tecnología, porque va a influir mucho (trabajo, cambio climático, etc). Nos gustaría quitar los subsidios a los combustibles fósiles y dar subvenciones a fomentar las energías renovables desligando el crecimiento económico de la contaminación. También somos feministas entendiendo la igualdad de oportunidades, independientemente de quien sea, igual que en con el colectivo LGTBI. Por otra parte, en temas de inmigración queremos afrontarlo de manera conjunta.

¿Dónde se posicionan en la escala ideológica?

Las palabras que mejor nos definen son progresista y humanista. La división de izquierda y derecha no tiene mucho sentido. En la izquierda creemos en la igualdad de oportunidades y una sanidad, transporte y educación pública de calidad, pero también políticas liberales como eliminar toda la burocracia que se pueda, el exceso de Gobierno, apoyar a los emprendedores, etc. El problema es que la palabra liberal no tiene el mismo sentido en todos los países. Nos negamos a situarnos en un punto, nos pueden leer el programa sin problemas.

¿Son un poco Ciudadanos?

Creo que en parte del programa sí que coincidimos, aunque no es tan social-progresista, igual que coincidimos con parte del programa del PSOE. La diferencia es el cómo. Ciudadanos es un partido personalista que no tiene democracia interna, que pone a dedo a quien quiere poner y no tienen esas ideas de transparencia. Luego es que son un partido nacional, aquí se pelea con PDECat y ERC y en Europa están en el mismo grupo. No es consistente. Nosotros tenemos democracia interna absoluta, el programa se hace con experto y cualquier persona puede crear un capítulo de Volt.

Se definen como un partido paneuropeo, ¿les gustaría eliminar las fronteras?

Somos federalistas. Creemos en la unión federal como tiene Alemania con sus comunidades autónomas. Un poco parecido a que no haya frontera entre Asturias y Castilla y León. Hay que entender que se puede ser español y europeo y que hay cosas que hay que hacer a nivel municipal, autonómico y europeo.

La ultraderecha y los nacionalismos están en auge a nivel mundial. ¿Se puede detener este fenómeno?

Es una fuerza relativa en el sentido de que aquellos que están en el extremo son los que más ruido hacen. La inmensa mayoría de la gente no se moviliza, yo era uno de ellos. Pasaba de la política. La ironía es que los que tienen una visión más nacional están unidos porque saben que así son más fuertes. Es un problema que tenemos que atajar con muchas formas. Hay que impedir que se cuenten mentiras sin ningún tipo de consecuencias, por ello es importante el fenómeno fack checking.

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Doctor en astrofísica, trabajó en la NASA, asesor del Banco Mundial… ¿Qué factores le llevan a abandonar esta trayectoria de éxito y sumergirse en la política europea?

Lo que he intentando hacer y sigo intentando es seguir mi camino, que es un compás que marca un impacto en la sociedad con ciencia y tecnología. Lo he hecho en la NASA, en el Banco Mundial, cuando vivía en Bután y ahora en Volt. También creo que hay una forma diferente de hacer política, que no necesitamos políticos profesionales, solo gente que nos represente y que se meta para ayudar a avanzar con sus ideales y luego se vuelva a su vida. Además, creo en el peligro que hay en los extremismos por la revolución industrial y opino que hay que utilizarla para bien. Una de las razones también es para continuar con el trabajo que empezó Jo Cox, laborista británica y firme opositora del Brexit que fue asesinada en junio del 2016. La conocí a ella y a su marido, Brenda Cox. Después de esto me volveré a mi vida.

¿Qué aprendizaje se lleva a la política de su vida laboral?

Todo. Tenemos un concepto de política muy tergiversado. Yo aquí no voy a usar mis ecuaciones de plasma dinámico, pero sí todas mis herramientas de hipótesis falsables y mis técnicas para convertir algo complejo en algo sencillo. También podré hablar con gente que sabe de cosas que yo no sé. Un científico tiene cosas valiosas. Se puede hacer ciencia de política y política de ciencia.

¿Su colaboración en proyectos sociales en Bután ha tenido un peso importante para dar el salto?

Estuve un verano. Fue una experiencia muy bonita. En el Banco Mundial trabajaba para el mercado de la pobreza y las desigualdades, pero en una oficina muy bonita y yendo a hoteles de primera. Pero cuando vives en Bután y comes helechos a diario, tienes que pasar un día entero en coche para ir al aeropuerto, te duchas en el río… Es vital reconocer lo importante de la vida y que te ayude el prójimo. Ahí te das cuenta de lo importante que es hacer la política y tener una cohesión con la gente.

¿Espera realmente salir elegido el domingo?

Sí, sino no lo haría. Con que la gente conozca el perfil y el programa tenemos el trabajo hecho. Nuestro objetivo es llegar al máximo número de gente posible sin desnudarme, sin hacer sandeces y sin mentiras.

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Alfredo Pascual es redactor de Virales en El HuffPost en Madrid. Escribe sobre noticias de televisión, política, redes sociales, deporte, etc. Estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y un máster en Periodismo de investigación, datos y visualización en la UNIR. Antes de entrar en El HuffPost estuvo en la Cadena Ser y en el Heraldo de Aragón. Puedes contactar con él en alfredo.pascual@huffpost.es