Una mujer de 80 años denuncia a su marido, de 90, tras medio siglo de maltrato

Una mujer de 80 años denuncia a su marido, de 90, tras medio siglo de maltrato

“La violencia de género no conoce de edades”.

Las manos de una mujer anciana.Tatsiana Hancharova / EyeEm via Getty Images

“La violencia de género no conoce de edades”, dice el subdelegado del Gobierno en Zamora, Ángel Blanco. Y justo el caso que ha desvelado lo constata: una mujer de 80 años ha presentado una denuncia contra su marido, de 90, tras más de 50 años de presunto maltrato psicológico y después de que la semana pasada “hubiera una agresión física”.

“El problema existía, en este caso, desde hace muchos años y se denunció la semana pasada”, ha explicado a los medios. “Algo tenemos que estar haciendo los ciudadanos, los ayuntamientos, los medios de comunicación y el Gobierno de España para que una persona decida, después de 50 años, presentar una denuncia. Ya son varios los casos que hay de este tipo”, valoró, al menos, como algo positivo.

El subdelegado ha lamentado que “no haya ninguna semana” en la que no se registren casos de violencia de género. “Esta semana, dos casos por quebrantamiento de medidas cautelares y el tercero descrito, que nos invita a hace reflexiones”, añadió. Y eso, sólo en Zamora, claro.

Los estudios de violencia de género, específicamente en el anciano, son escasos. No obstante, el Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer publica informes sobre víctimas mortales y datos de denuncia, en los que se constata que “el 13% de las víctimas mortales por violencia de género son mayores de 65 años”.

En las personas mayores, más de un tercio de casos de sospecha de malos tratos corresponden a violencia de género. “El antecedente de agresión previa es mayor en el caso de violencia de género en personas mayores de 65 años, mientras que la dependencia física y psíquica ocurre en dos tercios de los casos de violencia de género en mayores de 65 años”, señalan los expertos.

Esta violencia puede producirse en contextos de fragilidad y dependencia de la mujer necesitada de cuidado, o también que existan estas circunstancias y la mujer mantenga un elevado grado de autonomía personal. Y llama la atención la dependencia económica, otro de los obstáculos para que estas mujeres denuncien a sus maridos. “Cuidaron de sus hijos, de sus casas, de sus padres, de su suegros. Han trabajado mucho pero nunca cotizaron. No tienen, por tanto, una pensión que les dé libertad. Es precisamente su dependencia económica la que lleva a sus hijos a no querer (o no poder) hacerse cargo de ellas cuando deciden dar el paso”, añaden los informes.