Una 'performance' global contra el patriarcado

Una 'performance' global contra el patriarcado

Todas las voces y actos que ayuden a minar el discurso patriarcal son necesarios.

Performance 'El violador eres tú', en Santiago de Chile. Marcelo Hernandez via Getty Images

Hace unos días la Policía Nacional publicaba que en 2019 habían aumentado los delitos vinculados con la violencia sexual en España, esa violencia a la que somete una persona que obliga a otra a llevar a cabo una determinada conducta sexual en contra de su voluntad. En total se contabilizaron 5.561 sucesos, un 7,81% más que en el mismo periodo del año anterior (y estos son datos referidos solamente a los casos denunciados; en nuestro país se denuncian solamente un 20% del total de agresiones).

Además, el pasado junio, el Ministerio del Interior informaba que se habían registrado 377 violaciones durante el primer trimestre de 2019: más de 4 violaciones diarias. Globalmente, la ONU estima que unos 15 millones de mujeres adolescentes (de entre 15 y 19 años) de todo el mundo han sido obligadas a mantener relaciones sexuales forzadas (coito u otras prácticas sexuales impuestas) en algún momento de sus vidas. 

Con estos datos escalofriantes sobre la mesa, el feminismo tiene en su agenda abordar la violencia sexual como un problema de primer orden para las mujeres, como algo necesario a incorporar en la ley, y con perspectiva de género.

La respuesta a cada caso de violencia sexual es cada vez más plural; cientos y miles de mujeres que, en cualquier parte del mundo, se manifiestan por sus compañeras agredidas en un sistema que nos penaliza, viola, maltrata y asesina solo por el hecho de ser mujeres. 

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En 1977 las artistas Suzanne Lacy y Leslie Labowitz salían a las calles de Los Ángeles con su performance “De luto y con rabia” para denunciar públicamente, frente al ayuntamiento de la ciudad, que las mujeres estaban siendo asesinadas, exigiendo una respuesta real y efectiva. El asesino, denominado por los medios como “el estrangulador de la colina” llevaba más de diez asesinatos de mujeres. La rabia y el luto teñían una acción que buscaba sonrojar a quienes no estaban haciendo nada por frenar esta violencia.

Fueron también Suzanne Lacy y Leslie Labowitz las que llevarían a cabo la acción “Tres semanas en mayo: hablando sobre violación” en el mismo año, entre 8 y el 24 de ese mes, en Los Ángeles, en el centro comercial más cercano al ayuntamiento y donde situaron dos mapas del área metropolitana de Los Ángeles señalando, diariamente, con un gran sello rojo, la palabra “VIOLACIÓN” sobre los lugares donde se había denunciado una agresión el día anterior. Además, las artistas organizaron encuentros y charlas con organizaciones para la lucha contra la violencia sexual, haciendo patente un problema público que concernía a toda la ciudadanía. Las artistas repitieron esta misma acción años después, en 2012.

El feminismo en el arte ha explorado ampliamente la performance como una herramienta para denunciar las violencias machistas. Ese intento por unir el arte y la vida ha encontrado en la performance una aliada perfecta, como acción artística que provoca un efecto inmediato en quien mira. Si lo personal es político, la performance es una herramienta extraordinaria para trasladar lo vivido en primera persona a la conciencia colectiva.

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Dice la escritora y crítica Tracey Warr que “la performance nació como arte para la resistencia, tendente a lo político, y se aleja del debate sobre individuos aislados y las reflexiones sobre el talento artístico”. De ahí que el feminismo encontrara en esta disciplina una aliada para su propósito activista.

Son innumerables las artistas que han trabajado la performance… En el caso español están, entre tantísimas otras, Cabello/Carceller, Cristina Lucas, Esther Ferrer, Concha Jerez, Yolanda Domínguez, Verónica Ruth Frías, María Gimeno… una lista amplia y con propuestas diversas.

Hace unos días se hacía viral la acción del colectivo chileno Las Tesis, un grupo artístico compuesto por Sibila Sotomayor y Daffne Valdés (artes escénicas), Paula Cometa Stange, (diseño e historia) y Lea Cáceres (diseño de vestuario). Su nombre muestra su objetivo: trasladar las tesis de autoras feministas como Silvia Federicci o Rita Segato a la performance, y que todas podamos difundir y hacer nuestros estos mensajes de manera global.

La acción se viralizó en ciudades de todo el mundo, desde Madrid a París, Londres, Barcelona, Bogotá, Alemania, México, Oviedo… con el mismo lema: “El violador eres tú”.

Es emocionante ver a mujeres multiplicadas por decenas, por cientos… gritando al unísono y con una coreografía común, señalando con su voz y su mano a quienes violan a las mujeres: la justicia patriarcal que no nos cree, la impunidad que deja libres a agresores machistas, la violencia de género que asesina a mujeres a diario…

Un verso de la acción señala directamente con el dedo al frente y sentencia: “El violador eres tú”, con un silencio posterior que pone los pelos de punta.

La fuerza de esta acción es precisamente su capacidad de hacerse viral y global, algo que explica muy bien la escritora Nuria Varela en su libro “Feminismo 4.0. La cuarta ola”:

“Miles de mujeres en todo el mundo saben que el silencio y la sumisión, lejos de protegernos, amparan a los perpetradores y alimenta la impunidad, gasolina de la violencia. (…) Si la cultura de la violación había sido conceptualizada por el feminismo de la tercera ola, en este momento se está combatiendo colocando el foco en los violadores y acosadores, poniendo nombres y apellidos, denunciando las complicidades y exigiendo una justicia que merezca el nombre.

Todas las voces y actos que ayuden a minar el discurso patriarcal son necesarios.

El feminismo de la cuarta ola está definido por la tecnología. Internet está permitiendo al feminismo construir un movimiento online fuerte, popular, reactivo. Las redes sociales provocan a su vez un nuevo tipo de acción, la de las multitudes anónimas organizadas de forma rápida y precisa, con objetivos claros y comunes, con una estrategia que puede discutirse y planificarse”.

Las Tesis hablan, además, desde el contexto de América Latina y especialmente de Chile, desde donde ha surgido una respuesta contundente por parte de la ciudadanía a políticas neoliberales que habían afianzado la desigualdad social; una contestación ciudadana que se propaga por países como Colombia o Bolivia.

La performance “Un violador en mi camino” destaca por el lenguaje directo que utiliza, junto a cómo señala, de manera rotunda, quiénes son los que alientan y fomentan que el sistema patriarcal nos siga violando y asesinando.

“Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía...”. Todas las voces y actos que ayuden a minar el discurso patriarcal son necesarios. Desde la teoría y desde el activismo, desde la literatura y desde la justicia, desde el deporte y desde la performance. De eso las feministas sabemos mucho, cuantas más seamos haciendo ruido en todos los campos, antes conseguiremos que el patriarcado tiemble.

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