Transparencia: luz y taquígrafos

Transparencia: luz y taquígrafos

Vemos en el momento actual una magnífica oportunidad para que podamos sentir, creer y valorar que en España es posible participar en lo público, no cada cuatro años, sino de forma continua, día a día, estando seguros de que los poderes públicos comienzan a responder a una sociedad crítica, vigilante, exigente y que demanda estar presente en la toma de decisiones.

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Desde el 20-D, asistimos cada día al asombroso juego del cortejo político. Y, como las urnas dibujaron un complejo mapa político, los responsables públicos continúan, dos meses después, negociando cómo articular de la mejor manera lo expresado por los ciudadanos.

El Consejo de Transparencia y Buen Gobierno preparó con esmero y respeto la fase previa al ejercicio del sufragio y recogió en su página web los compromisos escritos de los distintos partidos en materia de acceso a la información pública, buen gobierno y publicidad activa de los organismos públicos. Con ello, iniciábamos una primera hemeroteca desde la que poder compartir la apuesta por la transparencia de los partidos políticos de mayor implantación y al mismo tiempo, y no menos importante, monitorizar su cumplimiento.

Tras las elecciones, se levanta el telón y, bajo el lema "luz y taquígrafos", se transmite el mensaje a la ciudadanía de que todo se sabrá, las negociaciones se participarán y las decisiones se tomarán en "transparencia".

Durante este tiempo, hemos asistido a la proliferación de comunicados, twits, imágenes... que nos retrasmiten las reuniones, las posiciones de unos y otros, las líneas de verdes y líneas rojas, unido a "lo que me comentaron", "lo que imagino", "lo que pasará o no pasará...", también, cómo fue el saludo, si hubo apretón de manos, sonrisas, tensión, incluso, lo que comieron y bebieron en los encuentros y hasta el atuendo con que acudieron a las citas.

El Consejo de Transparencia y Buen Gobierno, desde su necesaria neutralidad, independencia e imparcialidad, expectante, como todos los ciudadanos, espera la constitución de un Gobierno que asuma la responsabilidad de compartir la gestión pública con los ciudadanos y que haga de la transparencia uno de los ejes transversales de su actividad.

Una transparencia que, desde el 10 de diciembre de 2015, envuelve bajo una Ley básica a toda España, al conjunto de sus distintas administraciones públicas, e inviste a todos los ciudadanos de un nuevo derecho: el derecho a saber. Una transparencia portadora de la nueva cultura que propone un cambio de paradigma, que trae como consecuencia que podamos sentirnos parte de la negociación, no solo en los momentos críticos sino también en el día a día, vigilantes y siguiendo el "escrutinio continuo de la actividad pública, como dueños de una información" que nos pertenece.

Necesitamos una voluntad firme y un apoyo decidido, para que la voz de los titulares de la soberanía se escuche y la rendición de cuentas funcione como un instrumento de regeneración y democracia participativa.

Y esto se conseguirá, en efecto, con transparencia, que, lejos de ser un juego, un eslogan o una moda, se constituye en el mecanismo necesario para enriquecer nuestras instituciones, hacerlas más fuertes y avanzar con una ciudadanía capaz de juzgar, mejor y con mayor criterio, la capacidad y la gestión de sus responsables públicos y decidir en consecuencia.

Es el momento de la transparencia, porque es el momento de la confianza. Por eso, el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno, desde su responsabilidad de seguir trabajando para asentar el cambio cultural que supone traspasar los límites del derecho a estar permanentemente informados, recuerda que la transparencia es un derecho que nos hace verdaderos ciudadanos, y que nos llevará a una situación real de "luz y taquígrafos".

Vemos en el momento actual una magnífica oportunidad para que podamos sentir, creer y valorar que en España es posible participar en lo público, no cada cuatro años, sino de forma continua, día a día, estando seguros de que los poderes públicos comienzan a responder a una sociedad crítica, vigilante, exigente y que demanda estar presente en la toma de decisiones.

Necesitamos una voluntad firme y un apoyo decidido, para que la voz de los titulares de la soberanía se escuche y la rendición de cuentas funcione como un instrumento de regeneración y democracia participativa.

En el tiempo tan importante que estamos viviendo, en espera de que se constituya un nuevo Gobierno, si los representantes así lo acuerdan, es esencial tener en cuenta que la transparencia y el derecho de acceso a la información pública son un camino sin retorno en el que será necesario el compromiso político de quien gobierne, el impulso en el parlamento de los elegidos en las urnas, el buen trabajo de nuestras administraciones y la complicidad vigilante de los ciudadanos, todos ellos conscientes del derecho a saber y del deber de exigir.

Si la anterior legislatura alumbró la transparencia, el acceso a la información pública y buen gobierno con la Ley que creó el Consejo de Transparencia para vigilar su cumplimiento, la nueva legislatura que ahora se inicia deberá apostar por su avance decidido, en consonancia con lo que proclaman los responsables públicos, para que el derecho a saber sea plenamente asumido por los ciudadanos.

Desde el Consejo, tras un año de andadura, de trabajo e independencia, estamos convencidos de que transparencia es ya conocimiento y se convertirá pronto en confianza: "LUZ Y TAQUÍGRAFOS".