Las claves de la semana: entre dos aguas

Las claves de la semana: entre dos aguas

Nadie, excepto el PSOE, cree que a un acuerdo con Rivera se puedan adherir IU y Compromís. Y aún en el caso de que así fuera, Podemos no está dispuesto a hacer de subalterno. Su "no" seguirá siendo un "no" a cualquier otra fórmula que no sea un gobierno de izquierdas. Presume de hecho de tener prácticamente los mismos votos que el PSOE; pero bastante menos prisa y menos presión.

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Muy pocos lo saben, pero hubo un día que el genio de la guitarra tuvo que improvisar y de aquella componenda para un tema de relleno salió lo mejor de él, la pieza que le hizo mundialmente conocido. Así fue como en 1973 de Paco de Lucía salió la única composición que creó por casualidad. Grababa entonces "Fuente y caudal", su primer gran disco revolucionario, cuando al terminar la grabación el productor le dijo que hacía falta una última pista para completar el vinilo. En ese momento, recordó una canción que había escuchado en los garitos de Madrid,"Te estoy amando locamente" de Las Grecas, y sobre ella y el recuerdo del "Caramba, carambita" de los Los Marismeños, salió "Entre dos aguas", que batió todos los récords de ventas.

Ya sabemos que la música no es lo mismo que la política y que Pedro Sánchez no es a la vida pública lo que Paco de Lucía fue para el flamenco, pero el secretario general del PSOE también está entre dos aguas, que en este caso es entre dos mesas, dos negociaciones. Una abierta con Ciudadanos, la marca blanca de la derecha; la otra con la izquierda (IU, Podemos y Compromis).

Rivera habla ya de pacto de gobierno

Así acaba esta semana. Y van casi tres desde que Felipe VI propuso a Pedro Sánchez como candidato a la investidura para la presidencia del Gobierno. El único avance: un acuerdo con Coalición Canaria. El PSOE ya no tiene asegurados 90, sino 91 diputados que votarán "sí". Y es que la progresión en la mesa abierta con Ciudadanos es lenta, sobre todo en materia sociolaboral y fiscal. Aún así los socialistas no descartan una alianza con Albert Rivera, que ya no habla de pacto de investidura sino de gobierno, como hizo en el programa "Y tú qué opinas" de Canal Sur el pasado miércoles. ¿Gobierno, qué gobierno? La suma de socialistas y C's no da para una investidura, menos para un ejecutivo. Dos y dos siguen siendo cuatro, aunque en el lenguaje que usan hoy nuestros políticos parece que sumaran 180.

Un Ejecutivo de absorción

Números aparte, la pregunta es si, para el PSOE, es lo mismo transitar a la derecha que a la izquierda. No parece. Aún así los inquilinos de Ferraz han decidido también explorar, al menos tácticamente, la alternativa de Podemos, y sentarse en una sala contigua con los de Pablo Iglesias, IU y Compromís, después de que los de la formación morada se despacharan el lunes con una oferta para un gobierno, más de absorción que de coalición. La idea, dicen, ha sido de Alberto Garzón, pero hay quien cree que la mano que mece la cuna del candidato de IU es la del "coleta morada". A saber. El caso es que a Sánchez, que viajó a Lisboa con intención de emular un "pacto de izquierdas a la portuguesa" y acusó a Podemos de no tener voluntad real de acordar, no le ha quedado otra más que aceptar la oferta. Y ahí anda, entre dos aguas, las que bajan revueltas por la izquierda y las que recorren la derecha por el cauce que marca un Rivera en su mejor papel de buen samaritano.

La pelea está en el relato

Iglesias, por su parte, está convencido de que lo del PSOE es impostura, que "su pelea es por el relato y no por el gobierno", y que Sánchez tiene demasiada presión interna y externa para aceptar la oferta del Podemos y que inexorablemente precisaría del apoyo activo o pasivo de nacionalistas vascos y catalanes. Cree por ello que a partir de ahora, y tras haber saboreado las mieles de "las tres mejores semanas de su vida política", el secretario general de los socialistas entra en tiempo de descuento. Ya sólo le restan las hieles de una investidura fallida en la que, en el peor de los casos, sume sólo 91 "síes" (PSOE-CC) y en el mejor, 131 (PSOE-Cs-CC). Porque nadie, excepto el PSOE, cree que a un acuerdo con Rivera se puedan adherir IU y Compromís. Y aún en el caso de que así fuera, Podemos no está dispuesto a hacer de subalterno. Su "no" seguirá siendo un "no" a cualquier otra fórmula que no sea un gobierno de izquierdas. Presume de hecho de tener prácticamente los mismos votos que el PSOE; pero bastante menos prisa y menos presión.

El tiempo de Sánchez se agota

Le toca pues a Sánchez mover ficha. El tiempo se agota, y esta misma semana sabremos si acuerda con Ciudadanos o acuerda con Podemos. Lo primero no le sirve más que para acudir a una investidura fallida e ir a unas nuevas elecciones -con permiso de Susana Díaz- con el discurso de haberlo intentado todo y no haber podido por culpa de Iglesias. Lo segundo abriría en canal el PSOE, pero le permitiría alcanzar la presidencia del Gobierno.

Pero ¡cuidado! porque esto no acaba el 3 de marzo, más bien empieza. Entre la primera votación y los dos meses preceptivos hasta la convocatoria de nuevas elecciones, puede ocurrir de todo. Tanto que Podemos rebaje las condiciones para un gobierno de coalición como que el PP haga un 'puigdemont' y presente a otro candidato que no sea Mariano Rajoy.

La carcoma de la corrupción volvió a Génova

Esta semana en que la carcoma de la corrupción ha vuelto a la calle Génova, se empieza a hablar del "post marianismo" y se oyen ecos de retirada. Si el presidente en funciones se echa a un lado y acuerda con C's el mismo programa que Rivera ha pactado antes con Sánchez, el PSOE tendrá complicado desandar el camino transitado. En Ferraz tienen lista la respuesta: no y nunca al partido de la corrupción. Pero imaginen que fuera Rivera y no un sustituto de Rajoy el "elegido". Sí, eso es un Borgen y sólo ocurre en la política danesa, pero sería la solución que anhelan el Ibex y Bruselas. Entonces, sí, la pieza improvisada completaría el vinilo que desde el 20-D no para de dar vueltas y vueltas sin que nadie haga nada por cambiar el disco. Claro que ya hemos dicho que la política no es como la música, aunque a veces se repitan las mismas notas.