El 'coitus interruptus' de las universidades privadas españolas

El 'coitus interruptus' de las universidades privadas españolas

Invito al lector a preguntarse algo: ¿cómo es que existe una gran campaña de desprestigio en contra de la universidad pública y no contra la privada? Podría alegarse que la universidad pública la pagamos con nuestros impuestos y..., un momento, la privada también. Las universidades privadas, entre otras cosas, reciben ayudas, se les cede gratuitamente suelo público y se les conceden ventajas especiales sobre las públicas.

Invito al lector a preguntarse algo: ¿cómo es que existe una gran campaña de desprestigio en contra de la universidad pública y no contra la privada?

Podría alegarse que la universidad pública la pagamos con nuestros impuestos y... Un momento. Y la privada también. Las universidades privadas, entre otras cosas, reciben ayudas, se les cede gratuitamente suelo público y se les conceden ventajas especiales sobre las públicas, como prioridad en las prácticas en nuestros hospitales públicos.

¿Se deberá entonces a que influyen menos sus titulados en nuestro día a día? ¿No importa que los titulados de las privadas tengan más o menos nivel porque no van a trabajar en nada que influya en nuestras vidas? Pues no. El título que obtienen sus graduados vale igual que el de las públicas en cualquier institución. Y para la licencia de un abogado que lleve tu juicio o de un arquitecto que construya tu casa vale el mismo título. Un cirujano con un título privado puede operarte del corazón como el de una pública. Es decir, la sociedad depende del mismo modo de los profesionales que salen de ambas.

En las universidades públicas se exige a los profesores durísimas acreditaciones externas de agencias de calidad solo para poder optar a los concursos públicos de las plazas.

Será entonces que salen mejor preparados en la privada porque tienen mejores profesores e investigadores. Tampoco podemos defenderlo, aunque los haya buenos. Para muchísimas plazas de profesor en las privadas no hace falta siquiera un doctorado y la mayoría son contratados sin ningún tipo de oposición ni de acreditación externa. Como se dice tradicionalmente: «a dedo».

En las universidades públicas se exige a los profesores durísimas acreditaciones externas de agencias de calidad solo para poder optar a los concursos públicos de las plazas. Incluso en los casos extraordinarios en que los profesores de las privadas pasan por agencias externas de calidad, para sus plazas los criterios son ridículos en comparación.

Será porque se investiga más. Esto sí que es falso. Desafío a encontrar siquiera un artículo científico de un profesor de universidad privada por cada treinta de profesores de universidades públicas. No digamos ya en publicaciones no españolas. Cualquier compañero sabe que me quedo muy corto con la proporción.

De acuerdo, no se investigará más pero lo que pagan permitirá contratar a los mejores investigadores. Va a ser que no. No conozco a ningún gran investigador que haya preferido perder prestigio para trabajar en las privadas. Los grandes nombres de nuestro país enseñan e investigan en la universidades públicas.

Quizás porque los profesores de las privadas disponen de mejores condiciones laborales para enseñar e investigar. Pues no. La explotación laboral en muchas de ellas es legendaria: contratos «por conferencias» para que impartan cursos completos, acumulación inaudita de clases, enormes dificultades para la difusión de conocimientos en congresos propios, escasísimo tiempo para investigar...

¿Será por la increíble independencia que se respira en dichas universidades? Tampoco. Una gran cantidad de ellas se encuentran vinculadas con instituciones religiosas o mediáticas de inmenso poder en España, salvando algunas honrosas excepciones.

Muchos nos preguntamos por qué sigue diciéndose en España que sobran universidades, pero constantemente se conceden licencias, se ceden suelos, se relajan las exigencias a estudiantes y profesores para más gloria y enriquecimiento de las privadas.

¿Qué tienen de bueno entonces para la sociedad el resto de las universidades privadas españolas?

Que pagando y estudiando un poquito te dan un título.

Con todo ello, muchos nos preguntamos por qué sigue diciéndose en España que sobran universidades, pero constantemente se conceden licencias, se ceden suelos, se relajan las exigencias a estudiantes y profesores para más gloria y enriquecimiento de las privadas. Se adelgaza a las universidades públicas y se engorda a las que compiten con ellas.

La campaña de desprestigio contra la universidad pública española es un acto de traición, de deslealtad, mientras se continúa con la defensa de ciertas universidades privadas que, salvo muy contadas excepciones, no han demostrado su valor.

Así que invito a preguntarnos por qué se quiere que haya más universidades privadas y menos universidades públicas.

Adelanto algunas respuestas:

  1. Ideológica: no se quiere que nuestros impuestos paguen la universidad pública a quien no puede costeársela.
  2. Interesada: en la privada hay negocio y se propician las redes clientelares, mientras que la pública disfruta de una autonomía que la protege de los grandes depredadores que se han hecho con medios de comunicación sanidad o infraestructuras.
  3. Desinformada: hay quien se queda en la superficie de ciertos símbolos muy discutibles sobre cómo funciona la pública o con lo vivido en la universidad pública de hace años, sin saber de todos los esfuerzos que se hacen para modernizarla. Y, evidentemente, por lo general no se conoce bien la universidad privada.
  4. Filosófica: no se entiende que sea muy anecdótico el hecho de que alguna institución privada forme puntualmente bien en marketing o en dirección de empresas, puesto que la universidad ha de ser mucho más que eso un sirviente a las órdenes del mercado.
  5. Controladora: en muchos momentos de la historia la universidad ha proporcionado revoluciones intelectuales, grandes movimientos de defensa ante lo autoritario, importantes personajes independientes. Nada de eso puede surgir de la universidad privada española, donde los resultados económicos ahogan cualquier otro objetivo.

Invito a quien considere que la universidad pública española es mala a que compare de verdad con las privadas, a que reconozca sus múltiples virtudes y el gran trabajo de muchos de sus profesionales, y a que defienda su perfeccionamiento.

La universidad pública es nuestra y, del mismo modo que no repudiamos un hijo porque esté creciendo para aplaudir al matón egoísta del patio de colegio, apostemos por la crítica positiva y la mejora de lo que nos pertenece.