El genocidio gitano y los castillos de la memoria

El genocidio gitano y los castillos de la memoria

A propósito del homenaje a las víctimas de la Gran Redada, un plan del siglo XVIII para extinguir a los gitanos de España, hablamos con el sociólogo y activista gitano Nicolás Jiménez sobre las políticas culturales del Estado español y, en especial, sobre las iniciativas emergentes en la sociedad civil gitana, que demanda cada vez con más determinación y convicción un lugar para la historia del pueblo gitano en la memoria colectiva de nuestra sociedad.

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Gracias a las reivindicaciones del activismo gitano, el día 30 de julio se ha institucionalizado como efeméride del primer plan de genocidio que hizo sangrar los principios ilustrados de igualdad y fraternidad en el corazón de Europa. Pergeñado y dirigido por el marqués de la Ensenada, ministro de Hacienda, Guerra y Marina, el plan de extinción de los gitanos se llevó a cabo el 30 de julio de 1749, con la autorización del rey de España Fernando VI. Este episodio es conocido como la Gran Redada. El plan de acción obedeció al siguiente mandato: "La prisión ha de ser en un mismo día y a una misma hora. Antes se han de reconocer los puntos de retirada para apostarse en ellos la tropa. Los oficiales que manden las partidas han de ser escogidos por la confianza y el secreto". El despliegue de un elaborado sistema de vigilancia burocrática, construido por el marqués durante décadas, aportó la información clave acerca del número de familias gitanas y los pueblos en que habitaban. En pocos días, fueron apresados más 9.000 gitanos y gitanas. El encarcelamiento masivo continuó durante el mes de agosto. A través de una estrategia de separación de hombres, mujeres y niños, el objetivo del plan fue impedir la reproducción biológica de la raza gitana (según términos de la época); y con ello, la extinción de un estilo de vida basado en la libertad y la resistencia a la asimilación cultural.

A propósito del homenaje a las víctimas de la Gran Redada que organiza en Alicante la Federación Autonómica de Asociaciones Gitanas (FAGA), en esta entrevista hablamos con el sociólogo y activista gitano Nicolás Jiménez sobre las políticas culturales del Estado español y, en especial, sobre las iniciativas emergentes en la sociedad civil gitana, que demanda cada vez con más determinación y convicción un lugar para la historia del pueblo gitano en la memoria colectiva de nuestra sociedad.

¿En qué consiste el homenaje a las víctimas de la Gran Redada organizado por FAGA en Alicante?

Hemos planteado un acto muy sencillo con la presencia de las autoridades políticas locales y con representantes y miembros de las asociaciones gitanas: la colocación de una placa en la plaza de armas del Castillo de Santa Bárbara de Alicante, en memoria de los 261 hombres y niños que fueron cautivos en la Gran Redada. Todos los hombres y niños gitanos mayores de siete años del reino de Valencia fueron enviados al Castillo de Santa Bárbara. Y los niños menores de siete años, junto con las mujeres y niñas, fueron enviados al Castillo de Denia. Nos habría gustado hacer el homenaje en ambos castillos, pero actualmente el castillo de Denia está en obras. Además de la placa conmemorativa, queremos poner nombre a todas las víctimas; para ello hemos construido dos paneles móviles con los nombres de las 261 personas encerradas en el Castillo de Santa Bárbara. Como los paneles son móviles, la idea no es tenerlos como exposición permanente en el Castillo, sino que puedan servir como exposición itinerante por distintas ciudades de España. Por otro lado, en el pleno municipal se va a presentar una moción para el reconocimiento de las víctimas de la Gran Redada. Más allá de los actos de carácter político, también hemos organizado una conferencia en el Museo de Arte Contemporáneo. La conferencia será impartida por Manuel Martínez, quien actualmente, una vez fallecido Gómez Alfaro, es el mayor experto en la Gran Redada.

¿De dónde surge esta iniciativa?

FAGA mantiene una campaña permanente por la recuperación y el reconocimiento de la memoria histórica del pueblo gitano. Esta campaña hace parte de la misión de FAGA, que es la promoción de la cultura gitana y la lucha contra el antigitanismo. Y más aún, nuestra misión es mejorar de un modo integral la vida de la población gitana en la Comunidad Valenciana. Con el cambio de gobierno autonómico, parece que hay una nueva sensibilidad hacia los asuntos que afectan al pueblo gitano y, por el momento, nuestro trabajo de memoria histórica está teniendo una buena respuesta por parte del tripartito.

¿Colaboráis con asociaciones gitanas de otras comunidades autónomas?

Nosotros trabajamos con aquellas asociaciones que hacen parte de la federación FAGA, en la Comunidad Valenciana. Entiendo que sería conveniente que otras asociaciones o federaciones gitanas trabajasen por la recuperación de la memoria histórica en el resto de comunidades autónomas. De hecho, la federación de asociaciones gitanas de Catalunya, FAGIC, ya lleva años trabajando en esta línea. En este sentido, claro, la Gran Redada es un acontecimiento insólito de alcance nacional que está conectado con las condiciones actuales de opresión que vive el pueblo gitano. La historia invisible de los castillos, en los que se encerró a los gitanos y gitanas de la Gran Redada, podría empezar a visibilizarse colocando una simple placa en cada uno. Ahora bien, más allá de colocar placas en los castillos, habría que emprender un trabajo de pedagogía para explicar quiénes somos los gitanos y cómo se ha manipulado nuestra imagen pública: el vacío de conocimiento que se tiene sobre el pueblo gitano se ha rellenado con prejuicios y estereotipos, que a día de hoy se siguen propagando a través de la imagen de nosotros que proyecta la prensa o los reality shows como Gypsy Kings.

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En FAGA tenéis una iniciativa, EDUKALÓ, que intenta cubrir ese vacío de conocimiento al que haces referencia. ¿Con qué apoyo institucional contáis?

EDUKALÓ es una iniciativa de la sociedad civil gitana, concretamente de FAGA, y se imparte en colaboración con algunos colegios de la provincia de Alicante como un proyecto de educación no formal. El programa EDUKALÓ se ocupa de promocionar el conocimiento y respeto de la cultura gitana, y de enseñar la historia del pueblo gitano. Además, en EDUKALÓ trabajamos para mejorar el éxito escolar de los niños y niñas gitanas, y para impulsar las AMPAS. En FAGA somos conscientes de que un mayor apoyo institucional es necesario para abordar la brecha de desigualdad que afecta a las niñas y niños gitanos respecto al fracaso escolar. Y es que el alumnado gitano no se siente identificado con el temario que estudia ni tampoco reconoce la autoridad de unos maestros y maestras que desconocen por completo su cultura. Por eso, desde FAGA reivindicamos que temas de historia, lengua y cultura gitana se incluyan en el currículum formativo tanto de los alumnos como del profesorado.

¿Piensas que existe algún modelo en el que el pueblo gitano pueda mirarse como en un espejo para conseguir los derechos culturales y educativos que mencionas?

Hay que entender, antes que nada, que el pueblo gitano vive en una situación de dominación cultural porque no existe una legislación que reconozca nuestros derechos. En España el reparto del poder no es solo territorial, también está distribuido en base a una división de grupos lingüísticos y culturales que comparten una historia y un sentido de pertenencia. Gracias a este reparto de poder los ciudadanos de determinadas comunidades autónomas, además de tener derecho a recibir educación en castellano, tienen derecho a recibir educación en catalán, valenciano, vasco o gallego. Es más, en las escuelas hay una adaptación autonómica de la enseñanza de la historia, la literatura, la música, el patrimonio, el arte... Y todas las comunidades autónomas cuentan con su propio canal de radio-televisión... Pero, dentro de este modelo de respeto por los derechos culturales, la comunidad gitana se ha quedado en tierra de nadie.

¿Por qué crees que el pueblo gitano se ha quedado fuera de esta distribución de derechos?

Porque aún se sigue pensando que el pueblo gitano es un pueblo culturalmente inferior al resto... Hace cuarenta años no había profesores de valenciano o de vasco, y gracias a los derechos culturales adquiridos en democracia, en el período de una generación, se han formado profesores de valenciano o de vasco... y se han creado nuevas instituciones que han permitido el desarrollo y el cuidado de culturas que estuvieron reprimidas durante el franquismo. Esto sería perfectamente aplicable a la comunidad gitana: con voluntad política, en cinco años podría formarse a una generación de profesores de romanó e historia gitana; pero ni los nacionalistas, ni la izquierda ni la derecha de este país comprenden que este tema deba formar parte de la agenda política.

¿Cómo puede generarse conciencia sobre este tema para producir un cambio del status quo?

Creo que hay que hacer ver que hay un racismo subyacente en la negación de los derechos culturales del pueblo gitano. Esto se podría demostrar, pero la cuestión gitana no forma parte de la agenda de la investigación social y cultural de nuestro país. Al invisibilizar el legado cultural del pueblo gitano, la sociedad ignora una parte importante de la historia de la formación de la cultura española: en el flamenco, el toreo, la moda e incluso en la introducción de gitanismos en el español... Además, en España hay toda una historia de solidaridad entre payos y gitanos que aún está por ser contada: relaciones de amor, de amistad, de intercambio comercial... Y esta historia no contada es la que precisamente explica cómo el pueblo gitano ha sobrevivido a siglos de legislación antigitana. Hay que entender que la identidad gitana forma parte parte de la riqueza cultural de la sociedad española, al igual que hemos entendido el valor y la riqueza de las diferentes identidades territoriales.