El armario de acero: literatura gay y lésbica en la Rusia de Putin

El armario de acero: literatura gay y lésbica en la Rusia de Putin

Un libro es excelente: una selección de relatos y poemas que no dejan indiferente, que, en conjunto quizá, trasmiten una sensación de cansancio, de desilusión, pero que en ningún caso anuncian rendición. También hay gozoso sexo y saludable sentido del humor.

Es un tiempo de héroes para la población gay, lesbiana, transexual o bisexual en Rusia. Las leyes homófobas de Putin (y la vergonzosa pasividad del resto del mundo) alimentan las agresiones casi diarias a nuestros hermanos de lucha. Nada como un enemigo interior o exterior para conjurar los propios fantasmas, para esconder nuestras debilidades y carencias (de eso sabemos mucho en nuestro país).

También es tiempo de héroes para la industria editorial: no solo por la piratería (que casi me parece lo de menos) o la falta de criterio de las editoriales grandes (eso sí que es grave) sino porque mucha gente ya no lee. Las redes sociales o la mensajería instantánea han conseguido que nuestra mente sea incapaz de concentrarse en una historia que ocupe más de 140 caracteres.

Por eso celebramos doblemente el nacimiento de una nueva editorial de nombre inolvidable: Dos Bigotes, editorial de Gonzalo Izquierdo y Alberto Rodríguez, cuyo primer lanzamiento, El armario de acero. Amores clandestinos en la Rusia actual, recopila textos de esos héroes rusos que se juegan la vida con cada palabra que escriben, como si de una nueva época de la samizdat se tratara.

Diecisiete autores seleccionados por Dmitry Kuzmin, la mayoría inéditos en castellano y prácticamente desconocidos (salvo, quizá Slava Mogutin, por otros motivos) que han cedido los derechos de sus textos para manifestar su rechazo a la ley contra la propaganda homosexual. Dejamos algunos nombres, para que se vayan ustedes familiarizando: Margarita Meklina, Vadim Kalinin, Vasili Chepelev, Aleksander Murasov, Aleksander Belykh, o Sergei Finogin (con solo 24 añitos).

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Sí, como lo oyen. Propaganda homosexual. Como si la homosexualidad fuera algo que se compra en una tienda. Piensen ustedes en lo absurdo que resultaría que yo dijera que Titanic es propaganda heterosexual. Así que, imaginen.

El libro es excelente: una selección de relatos y poemas que no dejan indiferente, que, en conjunto quizá, trasmiten una sensación de cansancio, de desilusión, pero que en ningún caso anuncian rendición. También hay gozoso sexo y saludable sentido del humor. Y obviamente denuncia, crítica, compromiso y literatura, mucha literatura. De esa buena literatura rusa con dachas y nieve y trenes y alcohol y desheredados y sol de verano en aguas heladas y búsqueda constante del alma rusa. Y del mal, siempre presente.

"Todo ese mal no tiene poder sobre la juventud, que solo quiere amar y entiende que es en el amor donde se halla la verdad", dice Dmitry Kuzmin en el prólogo. Que así sea.

Habrá más cosas pronto en Dos Bigotes: Los deseos afines (dieciocho relatos escritos por algunos de los mejores autores africanos contemporáneos), Imre: una memoria íntima (primera novela anglosajona de temática homosexual con un final feliz, allá por 1906) y otras novedades a las que permaneceremos atentos y esperaremos con deseo.

Y a Putin, que le den, que le guste y que no le vuelvan a dar nunca más.