El señor de las demandas

El señor de las demandas

Los herederos de los derechos de Tolkien amenazan con demandar a Warner por lo que consideran un exceso de los términos del contrato para la adaptación cinematográfica de 'El Hobbit'. Y el exceso no es otro que el lanzamiento online de una máquina tragaperras virtual que les ha molestado especialmente.

Como todos sabemos, Peter Jackson acaba de estrenar la precuela de su monumental trilogía El Señor de los Anillos, titulada El Hobbit. La alfombra roja ya se desplegó, y la productora Warner Brothers se frotaba las manos ante la inminencia de un blockbuster en toda regla... hasta que, desde Mordor, han comenzado a soplar vientos contrarios.

Los herederos de los derechos de Tolkien amenazan con demandar a Warner por lo que consideran un exceso de los términos del contrato en virtud del que cedieron esos derechos para la adaptación cinematográfica. Y el exceso no es otro que el lanzamiento online de una máquina tragaperras virtual que les ha molestado especialmente.

Los herederos firmaron el contrato por el que cedían los derechos sobre las obras que incluía su transformación y adaptación al cine (el propio Kubrick acarició la idea de filmar El Señor de los Anillos con los Beatles como hobbits protagonistas) hace nada menos que 43 años. Los tiempos eran bien distintos, y una explotación digital de los personajes era algo totalmente desconocido... En España, nuestra Ley de Propiedad Intelectual (artículo 43) dice que cuando se ceden derechos de explotación de una obra, la cesión debe quedar limitada al derecho o derechos que se ceden, y a las modalidades de explotación expresamente previstas en el contrato. El mismo artículo dice que la transmisión de los derechos de explotación no puede alcanzar a las modalidades de utilización o medios de difusión inexistentes o desconocidos al tiempo de la cesión.

Si lo pensamos, cuando en 1969 se firmó la cesión de los derechos sobre las obras de Tolkien, la modalidad de explotación online, simplemente, no existía. Pero además de eso, resulta que lo que se firmó fue una autorización para explotar productos relacionados con la obra que fueran tangibles, lo que excluye cualquier explotación digital: Warner puede lanzar todo tipo de merchandising tridimensional, pero no puede generar productos virtuales a menos que se le autorice expresamente por los titulares de los derechos; la transmisión que firmaron en 1969 no alcanza a videojuegos online.

En realidad, esta tampoco es una historia nueva en el mundo del cine; cuando George Lucas logró producir Star Wars, cedió a Fox los derechos necesarios para llevar a buen fin la película, pero decidió reservarse en todo caso los de explotación de merchandising. Fox no dio mayor importancia a esta reserva, hasta que vio la fortuna que generaban las ventas de muñecos y camisetas. Desde entonces, los estudios vigilan el potencial comercial de las mercaderías asociadas con lupa, y es frecuente que el lanzamiento de determinadas películas se acompañe con la presentación de líneas de juguetes y otros productos... Disney es especialista en esta explotación intensiva, lo que hace que su reciente matrimonio con Lucas sea más que comprensible.

En cualquier caso, para Warner lo que queda en este mismo momento es una demanda de cuantía escandalosa: 80 millones de dólares, probablemente el premio más abultado que nunca haya dado una tragaperras.