Apple Watch será otra fiesta

Apple Watch será otra fiesta

Un proveedor de Apple ha dicho que en Cupertino esperan una demanda de entre 3 y 5 millones de relojes al mes, lo que pulverizará las marcas que hasta ahora han logrado compañías como Samsung, Sony o Motorola, que ya tienen wearables de este tipo a la venta. Apple vende gama alta, estilo de vida y diseño.

Yo también creo que el reloj inteligente de Apple será un éxito indiscutible. Según el anuncio hecho por la propia compañía de la manzana en septiembre, el Apple Watch debe estar a punto de salir (en aquella ocasión hablaron para el estreno comercial de principios de este año o "early 2015"). Y digo que será un éxito indiscutible porque, más allá de la tecnología que incorporen los ingenios de la manzana y de la conveniencia de llevarlos encima, muchos irán corriendo a la tienda movidos por puro afán aspiracional. Apple, no hay que olvidarlo, es un modo de vida, un lugar en el mundo. O por lo menos, eso nos han hecho creer.

Hace un año y medio, inversores y analistas se pusieron nerviosos y empezaron a reprochar a Tim Cook que no sacara productos rompedores y que, al contrario, se durmiera en los laureles sembrados por el santo laico de Steve Jobs. Cook hizo una pequeña concesión sacando unos iPhones (los 5C) con carcasas de colores y precios populares que no lo eran en absoluto (se entregaban a partir de 550 dólares).

Pero con el iPhone 6, Apple ha vuelto a demostrar que puede seducir con productos de gama alta (y caros) a millones y millones de compradores en todo el mundo. El área de influencia de Apple -casi diría su mercado cautivo- es el soñado cogollito que forman el 15% o 20% de usuarios de tecnología con más recursos económicos, que están más dispuestos a gastar (en aplicaciones, contenidos, accesorios y renovaciones) y que además muestran una fidelidad a la marca a prueba de bombas y errores de diseño.

Con tantos millones de compradores VIP esperando cualquier novedad de la escuela de diseño de Cupertino, poco va a importar que estemos más pendiente del icono de la batería cuando usemos el Watch que de las notificaciones que recibamos en su pantallita, el correo entrante o las aplicaciones a las que nos dé acceso. Tampoco importará que sea un aparato redundante y que muchas de sus funciones ya sean perfectamente accesibles desde el teléfono. El Watch se va a vender como rosquillas.

Un proveedor de Apple ha dicho que en Cupertino esperan una demanda de entre 3 y 5 millones de relojes al mes, lo que pulverizará las marcas que hasta ahora han logrado compañías como Samsung, Sony o Motorola, que ya tienen wearables de este tipo a la venta. Apple vende gama alta, estilo de vida y diseño, y convertirá la muñeca en el mejor escaparate para decir a los demás quiénes somos o a dónde queremos llegar. Un poco como han hecho los suizos desde hace más de cien años, pero a lo bestia. De hecho, tengo entendido que en Suiza, patria del reloj de lujo, empiezan a estar muy preocupados, aunque lo intentan disimular.

En los últimos años, Apple ha fichado a directivos de Burberry, Tag Heuer o Saint Laurent, para estrechar el vínculo de sus gadgets con el mundo del lujo y del estilo. En la presentación del Watch, los expertos de mercadotecnia de la compañía no mimaron a los periodistas tecnológicos (quizá porque pensaron -y con razón- que hace mucho tiempo ya que son incondicionales de su causa), sino a los editores y editoras de las revistas de moda y lujo. A esos les puso el equipo de Tim Cook hasta avión privado para llevarles a cacharrear con el nuevo juguete.

Apple es una marca envidiada por todos. Por los fabricantes de hardware, porque ha sido capaz de mantener unos márgenes suculentos cuando a otros no les ha quedado más remedio que vender prácticamente a precio de coste. Por los fabricantes de software porque ha sido capaz de mantener un entorno operativo que aunque esté amurallado, sigue ganando adeptos. Por los proveedores de contenidos por que ha sido capaz de hacer negocio en terrenos tan resbaladizos como el de la música y el cine online. Y ahora habrá que ver si no empieza a ser la envidia de bancos y financieras con Apple Pay, aunque la batalla no ha hecho mas que empezar.

Mucho me temo que el nuevo Watch, que llegará incluso bañado en oro, será otra fiesta en forma de millones de unidades vendidas al año y pingües beneficios para los directivos y accionistas de la compañía. Como ya lo fueron antes el iPod, el iPhone y el iPad, un cacharrito en el que muchos no creímos de entrada y que acabó creando una industria a su alrededor. En un mundo donde los símbolos de distinción están condenados a la discreción y a la corrección política, el Apple Watch será una buena noticia para los millones y millones de usuarios de la manzana, que tendrán otro gadget para reafirmarse en sus creencias y marcar (sutilmente) diferencias con el vecino.