Sobre fantasmas y aforados

Sobre fantasmas y aforados

El suplicatorio de Rita Barberá, si llega a pedirse, lo votaremos en un pleno. Y será en ese momento cuando sabremos qué opinan el Partido Popular y su mayoría absoluta; si su opción es permitir que el Supremo juzgue a Barberá, o si su opción es mantenerse tras las cortinas. Con los fantasmas.

La rumorología popular dice que en el Senado hay una sauna y una piscina. No las hay. Ahora bien, barbaridades mayores leemos cada día en los periódicos, así que una piscina olímpica entre despachos no era inverosímil. Pero no.

Lo que sí hay es una biblioteca que ya la querría el camarada Potter. Un lugar barroco. Y si no es barroco, a mí me lo parece. Un lugar precioso lleno de libros que podrían acumular cien años a cada página; textos capitales que duermen protegidos entre vitrinas doradas. Cuando entras aquí, se te para un poco la vida. Hay escaleras de caracol para subir a rincones escondidos. Y hay estatuas y alfombras; y estatuas y alfombras de repente me parece una buena definición de lo que es hoy este Senado.

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Un Senado que no vale lo que nos cuesta. Un Senado para el que tenemos una maravillosa propuesta de drástica reforma y poco poder. Un Senado que, de momento, se nos resiste, de acuerdo, pero que un día u otro conseguiremos hacer bajar de las alturas.

Ay muggles. Que aquí la luz entra matizada y el aire es denso, como los colores y los olores que quedan atrapados en una habitación cerrada. Y luego están esas lámparas. Arañas que cuelgan. Luces presumidas, cultivadas; luces de las que resbalan lágrimas de cristal.

Y finalmente, los fantasmas. Que ahí están. Los cuchicheos que nunca cesan. Últimamente, las paredes hablan de una senadora valenciana que se esconde entre cortinas y aforamientos. Aforamiento: aquella condición extraña y dudosa que hace que a mí, como a Rita, sólo nos pueda juzgar el Tribunal Supremo [una idea que no sé si tranquiliza a Barberá, pero que a mí sólo me inquieta].

Pues así va la historia, si no lo he entendido mal: fiscales y jueces tienen en su punto de mira al PP de Valencia, y entre ellos a la acalorada senadora, por haber orquestado o participado - todo siempre muy presuntamente, y vaya por delante la presunción de inocencia - en una escandalosa y extensa trama de corrupción. Siguen el rastro de mordiscos; cobros ilegales; adjudicaciones a dedo; y parece ser que vinculan a la excelentísima - y todo siempre muy presuntamente y vaya por delante la presunción de inocencia - al noble arte de transformar, por arte de magia, dinero negro en dinero blanco.

A todo esto, las noticias de hoy indican que el juez podría pedir el suplicatorio en el Senado; esto es; pedir que el Senado dé permiso y el caso pase a manos del Tribunal Supremo. Así pues, si el Senado lo aprueba, seria posible investigar/imputar también -y digo también porque en este caso la gente investigada parece ser una multitud-... pues también a la distinguida señora.

El suplicatorio, si llega a pedirse, lo votaremos en un pleno. Y será en ese momento cuando sabremos qué opinan el Partido Popular y su mayoría absoluta; si su opción es permitir que el Supremo juzgue a Barberá, o si su opción es mantenerse tras las cortinas. Con los fantasmas.

Cerrar filas protegido por pétreas estatuas y antiguas alfombras. ¡Se abren las apuestas, queridos muggles!