Riad Sattouf, ex dibujante franco-sirio de 'Charlie Hebdo': "Autor de cómics es mi nacionalidad"

Riad Sattouf, ex dibujante franco-sirio de 'Charlie Hebdo': "Autor de cómics es mi nacionalidad"

Dejó la revista satírica porque le deprimía la dureza de lo que debía contar cada semana y ahora su novela gráfica El árabe del futuro contribuye al renacimiento del cómic. En ella cuenta el conflicto entre dos identidades y dos mundos muy diferentes desde la ingenuidad de su propia infancia.

Olivier Marty

Riad Sattouf es el dibujante árabe más famoso de Francia. También es un exitoso director de cine, cuya película Les Beaux Gossesganó un César a la mejor película novel. No obstante, el artista de 37 años (de origen franco-sirio) está ahora volcado con el mundo árabe a través de su cómic autobiográfico El árabe del futuro, publicado en España por Salamandra Graphic y traducido por Pablo Moíño Sánchez.

La tarea proustiana de Sattouf ha consistido en una recopilación detallada de su infancia y adolescencia divididas entre dos culturas que llevan enfrentadas desde antes de la era del terrorismo post 11-S. Queda claro que Sattouf creció con el deseo de no formar parte de ninguna de ellas. Como dijo una vez: "Para mí es muy difícil estar orgulloso de mis orígenes sirios, o franceses. Así que no sé. Creo que todo el mundo debería ser igual, ¿no? Más bien me siento autor de cómics; esa es mi primera nacionalidad".

Sattouf no es un oportunista: sus testimonios autobiográficos comenzaron mucho antes de la masacre en Charlie Hebdo el pasado enero (Sattouf fue durante una década el único ilustrador de origen árabe en Charlie) y El árabe del futuro apareció después de los levantamientos de 2011 en Siria y las batallas del propio Sattouf con la Administración francesa en su intento por llevar a Francia a su familia siria. Fue un momento muy oportuno y complejo. La tensión creciente entre sus dos culturas inherentes se ha convertido en el mayor reto de Sattouf y en su mayor ventaja al mismo tiempo: ahora le siguen más lectores que nunca y El árabe del futuro, al igual que Persépolis hace casi 10 años, ha contribuido a revivir un género cuyo mayor activo es el humor.

Por irónico que parezca, el humor nunca fue parte del Islam extremista; todo lo contrario, es el humor lo que ha desencadenado algunos de sus ataques más violentos. Desde Salman Rushdie hasta los dibujantes en Dinamarca, pasando, por supuesto, por París, artistas e intelectuales de todas las religiones y creencias han sido el blanco de atentados por parte de extremistas islámicos simplemente por haber hecho bromas sobre el Islam. A Sattouf, que acaba de convertirse en padre, no le gusta contar si recibe amenazas o correos dañinos (cuando le pregunto por el tema, no responde). Ciertamente, su determinación por completar los cuatro volúmenes de El árabe del futuro (actualmente está trabajando en el tercero) demuestra que no le importan.

En la siguiente conversación, Sattouf me habla sobre la herencia de su identidad divisiva, su decisión de exponer el extremismo panarábigo de su padre, las particularidades del mundo musulmán y el motivo por el que se fue de 'Charlie Hebdo' unos meses antes del ataque.

Michael Skafidas: Al hilo de los recientes atentados de ISIS en París, tu novela gráfica El árabe del futuro adquiere una nueva dinámica. Aunque está narrada desde el punto de vista de un niño, tú mismo, también puede leerse como una búsqueda politizada por la identidad de un árabe europeo que intenta dar sentido al presente cavando en el pasado. Has expresado más de una vez tu deseo de permanecer "apolítico". ¿Sigue siendo posible?

Riad Sattouf: Sé que es imposible ser apolítico, toda narrativa es política por naturaleza. El árabe del futuro es obviamente político, en el sentido de que ofrece un punto de vista ingenuo sobre situaciones terribles y deja que el lector las juzgue. Como lector, no me gustan las obras de arte que me dicen qué pensar de forma demasiado obvia. En mi libro cuento la historia de mi familia, una familia de dos culturas diferentes: mi padre sirio y madre francesa, y yo, el resultado de esa mezcla. También era la mezcla de dos mundos con dos niveles económicos muy diferentes. Viví situaciones extremadamente violentas en mi pueblo en Siria, vi a personas pasándolo muy mal, pero decididas a ser las más felices del mundo. Creo que siempre es interesante poner las cosas en perspectiva. Yo presento las cosas a través de la lente de la privacidad. Dejo que el lector juzgue y se forme su propia idea.

Viví situaciones extremadamente violentas en mi pueblo en Siria, vi a personas pasándolo muy mal, pero decididas a ser las más felices del mundo.

MS: Se ha dicho que tu novela es como una de Proust pero en forma gráfica. Pero, a diferencia de Proust, El árabe del futuro no expresa una nostalgia particular por tu infancia nómada. Tus paseos de niño en la patria de tu padre, Siria, y en Libia, están recogidos como una experiencia más bien traumática. ¿O dirías que tras la negativa descripción de Oriente Medio -algunos críticos mencionaron la palabra "orientalista"- hay una parte de nostalgia por tu infancia?

RS: Mi libro trata de sensaciones sensuales, de un punto de vista íntimo sobre cómo era la vida de un niño en esos países durante la década de los 80. Es la perspectiva de un niño. Y creo que los críticos están cometiendo un error al utilizar el término "orientalismo" para describir mi obra. "Orientalisme" en francés expresa una visión idealizada del mundo oriental. ¡Y mi obra no es una visión idealizada! Pero supongo que muchos observadores del mundo árabe, así como especialistas en Oriente Medio siguen aferrados a la visión "orientalista"; aceptaron durante muchos años las dictaduras de esos países como regímenes normales. Considero a todos los seres humanos iguales; considero que todos los seres humanos, ya sean de Siria, Groenlandia, Japón o Estados Unidos, merecen los mismos derechos a la educación, acceso a todos los libros escritos por otras culturas y libertad de elección.

Muchos observadores del mundo árabe, así como especialistas en Oriente Medio siguen aferrados a la visión "orientalista"; aceptaron durante muchos años las dictaduras de esos países como regímenes normales.

MS: Tu libro describe los cambios culturales radicales entre Francia y Oriente Medio desde el punto de vista de un niño que no encajaba en ningún lugar. "Los niños de Francia me parecían lelos", dijiste una vez. "Estaban sobreprotegidos, excluidos de la realidad desafiante. Los niños de Siria y Libia tenían sus propias herramientas y eran mucho más autónomos. Había una gran diferencia en el grado de madurez". ¿De dónde viene tu propia madurez, de la conciencia francesa o árabe?

RS: Para la gente que ha crecido en un país rico occidental sigue siendo difícil darse cuenta y aceptar que el estilo de vida que conocí en la ciudad de Ter Maalef [el pueblo del padre de Sattouf] en Siria, cerca de Homs, del que hablo en mi libro, en realidad se parecía mucho a la experiencia de Francia a principios del siglo XX.

Existen varios registros literarios e históricos que ilustran la dura realidad de la vida en un país occidental como Francia en aquella época. Prosper Mérimée contó historias y describió duras escenas de la vida rural en la Córcega rural del siglo XIX que a menudo me recuerdan a mi pueblo en Siria. Este es también el caso de Marcel Pagnol. También he leído a Mark Twain últimamente y me he dado cuenta de muchos puntos en común en torno a la dureza de la vida en el campo y la realidad de vivir con animales.

En Los 400 golpes, François Truffaut describía su escuela en la Francia de los 50 y su descripción era muy similar a lo que yo experimenté en Siria. Por ejemplo, como cuento en mi libro, había una anciana que vivía cerca de mi abuela francesa, en el oeste de Francia; la mujer vivía sin electricidad ni agua corriente, iba calzada con zuecos y nunca se alejaba de su chimenea, que siempre estaba encendida. Vivía en condiciones extremadamente precarias, peores que las de la gente en el pueblo sirio que yo había conocido. Y aun así, estaba en Francia. Los niños pequeños de mi pueblo sirio tenían libertad desde muy pequeños; eran muy independientes, a diferencia de los niños franceses, que a su edad estaban muy protegidos. Así que eso es lo que vi. En cuanto a mí, no sé. Lo único que puedo decir es que creo que era un poco cobarde y que mis primos sirios me espabilaron un poco...

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Extracto de 'El árabe del futuro' (Cortesía de Salamandra).

MS: Eres el retoño de mundos opuestos: una madre francesa católica y un padre sirio musulmán suní. En tu novela, la voz de tu madre representa la razón y el escepticismo, mientras que tu padre aparece como un panarabista utópico, un locuaz fan de Ghadafi y Assad y, ocasionalmente, un aspirante a dictador antisemita que, casi al final del primer volumen, dice a tu madre: "Un día, daré un golpe de Estado y mataré a todo el mundo". Tu padre ya ha muerto, pero, aun así, hay que tener agallas para exponer públicamente las locuras ideológicas de un padre. ¿Habrías publicado estas memorias si tu padre siguiera vivo?

RS: Nunca me he hecho estas preguntas a mí mismo. Empecé recordando mis experiencias autobiográficas en Siria y Francia hace más de 13 años en mi primer libro, titulado Mi circuncisión. Obviamente, lleva un tiempo digerir ciertas cosas y ser capaz de contarlas. En El árabe del futuro describo la fascinación de un niño pequeño por su amado padre, que, resulta, pertenecía al ala autoritaria extrema de la política panarabista. Esto es algo que puede hacer sentir incómodo a un lector. ¿Cómo puedes querer a alguien que quiere ejecutar a la gente? ¿Cuánto tiempo se necesita para darse cuenta de lo absurdo de la situación? Este conflicto entre la ingenuidad de la infancia y la brutalidad del mundo adulto me interesa enormemente porque refleja la relación entre el pueblo y sus líderes. ¿Por qué nos negamos a ver las cosas como son? ¿Por qué necesitamos a líderes que piensen por nosotros y nos muestren el camino?

¿Cómo puedes querer a alguien que quiere ejecutar a la gente?

MS: Antes dibujabas para la revista satírica Charlie Hebdo, pero te fuiste el año pasado, antes de los atentados de enero en los que murieron 12 personas. ¿Cuál fue el motivo de que dejaras la revista tras 11 años?

RS: Tenía un puesto particular en Charlie Hebdo. No era parte de la plantilla editorial. No hacía dibujos políticos ni viñetas satíricas. Dibujaba un cómic inspirado por la realidad que se llamaba La vie secrète des jeunes [La vida secreta de los jóvenes]. Esta columna gráfica narraba escenas que había visto en la calle y que retrataban a la gente joven. Nunca fui a la redacción y siempre enviaba mis dibujos por correo electrónico. Dejé de hacer la serie porque me deprimía la dureza de lo que veía en la calle y que debía contar cada semana.

Por aquella época, un periódico francés, Le Nouvel Observateur, me ofreció la oportunidad de hacer una viñeta semanal, así que dejé Charlie Hebdo. Decidí cambiar completamente y propuse a Le Nouvel Observateur la idea de Les cahiers d'Esther [Los cuadernos de Esther], un cómic que baso en la vida de una niña de 10 años, la hija de mis amigos. Me cuenta de su vida, sus amigos, su visión de la realidad, y yo dibujo las viñetas. Dejo que hable. Ojalá pueda seguirla hasta los 18. Quiero ver a mi personaje crecer.

Dejé de hacer la serie porque me deprimía la dureza de lo que veía en la calle y que debía contar cada semana.

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Extracto de 'El árabe del futuro' (Cortesía de Salamandra).

MS: El dibujo y los cómics eran una parte inseparable del arte popular del siglo XX; cautivaron a adultos y niños por igual por todo el mundo occidental -entiendo que Tintin fue una de tus primeras influencias-. Pero, después de los 90 aproximadamente, su popularidad decayó hasta Persépolis, que se convirtió en uno de los mayores éxitos de la pasada década. Ahora tus libros contribuyen más al renacimiento de este género. Es interesante que la vuelta haya sido protagonizada por novelistas gráficos que exponen su cultura de origen de países de Oriente Medio. ¿Es una coincidencia?

Insistimos en ver el mundo musulmán como un conjunto, pero hay miles de formas de vivir ahí.

RS: No sé. La gente se está dando cuenta de que Oriente Medio no es una gran región misteriosa en la que todo el mundo es igual. Si Marjane Satrapi se hubiera criado en Noruega y hubiera narrado su infancia allí, y si yo hubiera crecido en el sur de Italia y lo hubiese descrito más tarde, nadie habría dicho que nuestra experiencia cuenta la experiencia general del mundo europeo. Los países y las personas son distintas de un lugar a otro. Insistimos en ver el mundo musulmán como un conjunto, pero hay miles de formas de vivir ahí. Persia es muy diferente al mundo árabe, y el mundo árabe no significa nada en cualquier caso, porque la vida es muy diferente, pongamos, por ejemplo, en Túnez y Arabia Saudí. Espero que haya muchos testimonios de países árabes. La gente tiene que hablar de sí misma y de su vida. La expresión cómica, que vuelve a ser popular y a formar parte de los nuevos medios de comunicación, es dinámica y es el mejor medio para ello.

Los dos primeros volúmenes de 'El árabe del futuro' fueron publicados en Francia en 2014 y 2015. En España, Salamandra Graphic publicó en marzo el primer volumen en castellano y en catalán.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano

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