A los de Daesh, a las de Daesh

A los de Daesh, a las de Daesh

Cada muerte representa para vosotros una victoria, pero no estáis preparados para ganar porque, hagáis lo que hagáis, no nos cambiaréis. Aquí en Francia lo que nos gusta es la vida. Y todos los placeres que conlleva. Para nosotros, lo principal es follar, reír, comer, jugar, follar, beber, leer, echarse la siesta, follar, discutir, comer, argumentar, pintar, follar...

Ya está. Es oficial: estáis en guerra contra nosotros. Lo que es frustrante es que no tenéis ni uniforme ni signo distintivo. No sabemos reconoceros, por lo que no tenemos a nadie contra quien luchar.

Frustración que espero que no se traduzca en la designación de falsos culpables.

Sin embargo, aunque cada muerte representa para vosotros una victoria, debéis saber que no estáis preparados para ganar. A decir verdad, eso es imposible.

Porque, hagáis lo que hagáis, no nos cambiaréis.

Aquí, en Francia, lo que nos gusta es la vida. Y todos los placeres que conlleva. Para nosotros, entre nacer y morir lo más tarde posible, lo principal es follar, reír, comer, jugar, follar, beber, leer, echarse la siesta, follar, discutir, comer, argumentar, pintar, follar, pasear, cuidar el jardín, leer, follar, regalar, enfadarse, dormir, ver películas, rascarse los huevos, tirarse un pedo para hacer reír a los amigos, pero sobre todo follar y, de vez en cuando, hacerse una alegre paja. Somos el país del placer, más que el país de la moral. Aquí un día tendremos la plaza Monica Lewinsky y nos hará gracia. Aquí nadie la juzgó.

No es que no os gusten los franceses, ni los caricaturistas, ni los judíos, ni los clientes de cafeterías, ni los aficionados del rock o del fútbol. Es la Libertad lo que no soportáis.

También es verdad que, en el sexo, en Francia hacemos cosas que no os gustan. Nos gusta chuparle el sexo a las mujeres. Seguro que no a todos, pero a muchos. Y los muslos y el culo, también. Vale, tampoco a todos, pero bueno. Y a las mujeres les gusta hacer felaciones. Las llamamos mamadas. Es muy agradable. Por supuesto, tampoco a todas las chicas les gusta, y no obligamos a nadie, pero se hace. Regularmente. Y con mucho placer. Luego, también hay chicos a los que les encanta. Y que se hacen felaciones y se la chupan y se penetran entre ellos. Lo mismo ocurre con las chicas. De hecho, aquí lo que nos gusta es hacer lo que queremos. Intentamos no molestar a los demás, ese es el principio, pero no nos gusta mucho que nos digan lo que tenemos o no tenemos que hacer. Eso se llama Libertad. Acordaos bien de esa palabra porque, en el fondo, es eso lo que no os gusta de nosotros. No es que no os gusten los franceses, ni los caricaturistas, ni los judíos, ni los clientes de cafeterías, ni los aficionados del rock o del fútbol. Es la Libertad lo que no soportáis.

Lo segundo es que, asesinando así, a ciegas, con un objetivo únicamente contable, corréis el riesgo de matar a franceses cada vez más representativos de Francia. Al final, matando sólo a judíos o a dibujantes, los no judíos que no sepan dibujar siempre podrían encontrar excusas o sentirse ajenos a esta guerra, pero eso cada vez va a ser más difícil.

Porque, al alcanzar una muestra representativa del país, vais a llegar a lo que somos realmente. ¿Y quiénes somos en realidad? Lo curioso, precisamente, es que somos muchas cosas. Por supuesto que hay franceses franceses franceses. Pero hay franceses italianos, franceses españoles, franceses árabes, franceses polacos, franceses chinos, franceses ruandeses, franceses senegaleses, franceses argelinos, bereberes, ucranianos, georgianos, americanos, belgas, portugueses, tunecinos, marroquíes, chechenos, marfileños, malienses, sirios, franceses católicos, franceses judíos, franceses musulmanes, franceses taoístas, franceses budistas, franceses ateos, franceses agnósticos, franceses anticlericales, franceses de izquierdas, franceses de derechas, franceses del centro, franceses que se abstienen, franceses de extrema izquierda, de extrema derecha, y seguro que incluso franceses yihadistas y futuros terroristas a los que podéis matar. Hay franceses ricos, franceses pobres, franceses simpáticos, franceses gilipollas, franceses enamorados, franceses egoístas, franceses misántropos.

La lista podría alargarse hasta el infinito, con todas las combinaciones y todos los subgrupos posibles. Incluso hay franceses no franceses, porque Francia es tan bonita que siempre hay una parte de nuestra población formada por turistas. Y sin contar a las personas clandestinas, que quizás no son oficialmente franceses, pero que viven aquí, por lo que también los podéis matar como a todo el mundo.

Hay personas que van a morir para nada. Otras decidirán ponerse en manos de Le Pens, Assads o Putins para deshacerse de vosotros, y entonces nosotros perderemos por partida doble. Pero vosotros no ganaréis

Eso se llama igualdad. Frente a la muerte, podéis apuntar a lo que queráis, y nos daréis a todos. Y nosotros comprenderemos lo que estáis atacando. Nuestros valores. Simplemente. Los que hacen que la vida aquí se parezca a lo que es. Imperfecta, sí, con su conjunto de injusticias, sí, pero son valores que hacen que vivamos aquí de la manera más digna posible. Este país en el que nuestros padres y los padres de nuestros padres y sus padres eligieron vivir, y por el que muchos de ellos lucharon.

Lo que va a ocurrir, de un momento a otro, es que vamos a ser solidarios gracias a vosotros. Vamos a entender que estos valores están en peligro. Y vamos a cuidarlos y a hacer que vivan incluso con más ahínco. Juntos. Eso se llama fraternidad.

Por eso no podréis ganar. Es verdad que provocaréis muertes, sí. Pero, a ojos de la Historia, sólo seréis los horribles síntomas de una ideología enferma.

Por supuesto, nosotros tampoco ganaremos. Hay personas que van a morir para nada. Otras decidirán ponerse en manos de Le Pens, Assads o Putins para deshacerse de vosotros, y entonces nosotros perderemos por partida doble.

Pero vosotros no ganaréis.

Los que se queden, seguirán follando, bebiendo, cenando juntos, acordándose de los que hayan muerto, y follando.

Este post fue publicado originalmente en la edición francesa del 'HuffPost' y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano

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