Diez tesis sobre la crisis del proyecto europeo al calor del Brexit

Diez tesis sobre la crisis del proyecto europeo al calor del Brexit

La UE tiene hoy un plan que poco o nada se parece en la práctica a aquellos sueños fundacionales. Un plan que engendra monstruos y reaviva viejos fantasmas. Ya sabemos cómo terminó aquella historia, por eso un cambio de rumbo no solo es posible o deseable, sino que resulta urgente y necesario. Un cambio de rumbo que pasa por construir un proyecto Europeo que recupere las raíces democráticas del antifascismo partisano, de la solidaridad, la paz y la justicia social. Un proyecto europeo del que no se excluya y expulse a nadie un proyecto del que nadie quiera irse. Esta es la tarea que hoy mas que nunca se torna imprescindible.

Cuando se sequen las lágrimas de aquellos que hace un año chantajearon al pueblo griego con expulsarles de la Unión Europea tocará, como decía Spinoza, "Ni reír, ni llorar, sino comprender".

1. El Brexit no es el comienzo de la crisis, más bien el síntoma mórbido de la misma, consecuencia de un proceso fallido de integración europea desde su inicio a comienzos de los años 50.

2. Este problema viene de lejos y tiene sus inicios en la extensión a escala continental de la revolución conservadora y el thatcherismo. Un proceso que favoreció la mutación neoliberal de la Unión Europea sentenciada en el Tratado de Maastricht y que es la base del sabotaje al propio proyecto europeo. En efecto, el Tratado de funcionamiento de la Unión inscribe en su tercer articulo el objetivo de fomentar la conexión económica, social y territorial así como la solidaridad entre los estados miembros. Sin embargo, las políticas efectivas de la UE han ido en sentido opuesto: con una Unión Monetaria defectuosa desde su comienzo, que ha contribuido a polarizar Europa entre un Sur deudor y un Norte acreedor, y unas políticas de austeridad y desmantelamiento del Estado social que han recortado los derechos de las clases populares.

3. La crisis política del proyecto Europeo vivió en el rechazo de la Constitución Europea en los referéndums de Francia y Holanda sus primeros síntomas. Estas votaciones fueron la expresión de un rechazo popular al modelo de integración europea que no solo fueron desoídas desde las instituciones y élites europeas, sino que por el contrario aceleraron el paso de las reformas estructurales del tratado de Lisboa con la máxima de "mejor decretar que preguntar".

4. El giro autoritario de la UE tuvo su mayor demostración el año pasado con el golpe de estado a la voluntad popular griega después de un referéndum en donde mas del sesenta por ciento de la población votó contra la austeridad y aun así la troika aplicó un durísimo correctivo en forma de "tercer memorándum que abundaba en ajustes, recortes y privatizaciones. Una medida que pretendía ser un aviso a navegantes para todas aquellas que osaran cuestionar la ortodoxia austeritaria, pero que a la postre supuso una ruptura del consenso social sobre las instituciones europeas.

5. Durante estos años hemos contemplado la mutación de la socialdemocracia en "social-liberalismo" con su incorporación a una élite política neoliberal que ha superado la tradicional división derecha-izquierda convirtiéndose en lo que el escritor Tariq Alí denomina "extremo centro". En toda Europa este proceso ha supuesto una paulatina polarización de la política y el desplazamiento de los espacios electorales tradicionales hacia opciones políticas que hasta ahora se encontraban en sus márgenes. Un buen ejemplo de esta situación es la preponderancia que ha tenido un partido y unas propuestas como las del UKIP en la campaña del Brexit en Gran Bretaña.

6. Es sintomático de la crisis del proyecto europeo que los únicos que reivindican las virtudes de la UE de forma ritual son los miembros de una clase política muy desacreditada, que no parece tener ni memoria ni ética. Cuanto más gala hacen estas élites en decadencia de su creencia en la UE, más la descalifican, incluso ante mucha gente que jamás ha dado muestras de la menor simpatía por el anti-europeísmo conservador, nacionalista o xenófobo. Favoreciendo que el voto protesta anti-establishment sea fundamentalmente canalizado por las opciones de extrema derecha euroescépticas.

7. En un ataque de sinceridad el comisario europeo de Inmigración, Dimitris Avramópulos, afirmó hace unos meses que vivimos "un momento difícil para Europa: el sueño europeo se ha desvanecido". Podríamos decir que más que un sueño alejándose, nos adentramos progresivamente en una pesadilla securitaria que levanta muros entre quienes deben ser protegidos y quienes están excluidos de dicha protección.

La gestión de la llegada de miles de refugiados a Europa es otro factor que ahonda en la crisis europea, una crisis política, que esta demostrando los limites de la UE, siendo la mutación neoliberal y los rebrotes de xenofobia institucional los motores del sabotaje del propio proyecto europeo, como hemos comprobado en el propio debate sobre el Brexit. Podemos decir que hoy más que nunca a Europa le sangran las fronteras y le brotan las alambradas. Y es que la UE está respondiendo al que posiblemente sea su mayor desafío en décadas: levantando muros, instalando centros de internamiento masivos y recortando derechos y libertades a nativos y migrantes. Muros construidos sobre el miedo al otro, a lo desconocido, y que agrandan la brecha entre ellos y nosotros. Muros tras los cuales se refuerzan los repliegues identitarios y los nacionalismos excluyentes. Muros que reavivan antiguos fantasmas que hoy, de nuevo, recorren Europa. Los mismos fantasmas contra los que supuestamente aquel sueño europeo se levantó hace décadas.

8. Desde el inicio del giro neoliberal de la UE, la desigualdad no ha parado de aumentar, acelerándose de forma vertiginosa con la crisis económica y las políticas de ajuste estructural. Así la pobreza, al igual que la migración, también se construye como enemigo, pero el objetivo no es tanto acabar con la pobreza como acabar con los pobres. Hemos pasado de atender la pobreza desde la extensión del Estado social, a combatirla desde la profundización de un Estado policial que estigmatiza y criminaliza a las personas empobrecidas. Ante la imposibilidad de solucionar la inseguridad derivada de las políticas de ajuste y austeridad, de la precarización del mercado laboral y de la pérdida de derechos y prestaciones sociales, se estigmatizan fenómenos como la migración o la pobreza. Las políticas de austeridad de la UE están construyendo un imaginario de "escasez" que fomenta un mecanismo de exclusión y una guerra entre pobres que canaliza el malestar social en su eslabón más débil (el migrante, el extranjero o simplemente el "otro"), eximiendo así a las élites políticas y económicas responsables del expolio.

9. El drama es que este veintires de Junio la impugnación de la Unión con el Brexit no ha partido de una propuesta europeísta de ruptura democrática y conquista de derechos como pudo ser el referéndum griego del OXI hace un año, desgraciadamente ha sido una combinación de nacionalismo excluyente, demagogia antiinmigración y hartazgo ante la desigualdad social la que ha sabido hacerse hueco, articulando el rechazo popular a la institucionalidad europea. De esta forma, el vacío que genera una alternativa política creíble europea lo ocupa el miedo, la xenofobia, el repliegue identitario, el egoísmo estrecho y la búsqueda de cabezas de turco.

10. Cuando más Europa necesitábamos, más fronteras interiores y exteriores nos estamos encontrando. Cuando más urgente resultaba traducir en políticas concretas aquellos valores de paz, prosperidad y democracia de los que hablaban los mitos fundadores de la Unión, más guerras, recortes y xenofobia vemos crecer a lo largo y ancho del continente. Ya conocemos los resultados de combinar empobrecimiento, capitalismo salvaje, intolerancia y nacionalismo. La UE pretende ser hija de aquella vacuna contra esos mismos fantasmas del pasado. Hija de un plan que empezó como un sueño, pero que cuando abandona los brillantes paneles de los pasillos y las sentidas declaraciones en los hemiciclos, adopta la forma de pesadilla creciente. Cuando la austeridad se convierte en la única opción político-económica de unas instituciones alejadas de los intereses de la ciudadanía, esta UE realmente existente se vuelve un problema para las mayorías sociales y construir una Europa diferente emerge como la única solución a la deriva que vivimos.

La UE tiene hoy un plan que poco o nada se parece en la práctica a aquellos sueños fundacionales. Un plan que engendra monstruos y reaviva viejos fantasmas. Ya sabemos cómo terminó aquella historia, por eso un cambio de rumbo no solo es posible o deseable, sino que resulta urgente y necesario. Un cambio de rumbo que pasa por construir un proyecto Europeo que recupere las raíces democráticas del antifascismo partisano, de la solidaridad, la paz y la justicia social. Un proyecto europeo del que no se excluya y expulse a nadie un proyecto del que nadie quiera irse. Esta es la tarea que hoy mas que nunca se torna imprescindible.