Un shock, un seísmo... y patada al bipartidismo

Un shock, un seísmo... y patada al bipartidismo

Operación Renove en Europa: la crisis pasa factura, debilita a los viejos partidos y los nuevos irrumpen con fuerza. Los extremistas y ultranacionalistas en el Norte y la izquierda más radical en el Sur crean una dinámica inédita que sacude el establishment y augura movimientos impredecibles.

Operación Renove en Europa: la crisis pasa factura, debilita a los viejos partidos y los nuevos irrumpen con fuerza. Los extremistas y ultranacionalistas en el Norte y la izquierda más radical en el Sur crean una dinámica inédita que sacude el establishment y augura movimientos impredecibles. El más preocupante, en Francia: la victoria del Frente Nacional de Marine Le Pen y el descalabro de los socialistas de Hollande justifican las palabras en caliente del primer ministro Manuel Valls: "¡Esto es un shock, un seísmo!", dijo apenas conocerse que las predicciones demoscópicas se habían hecho realidad.

(Hablando de predicciones: en Francia acertaron, pero aquí resulta llamativa la incapacidad de los sondeos para detectar los cambios en el electorado cuando hay fuerte marejada de fondo. Las viejas plantillas no sirven para encajar los nuevos actores y cómo consiguen capitalizar el descontento. De ahí la gran sorpresa de la irrupción de Podemos con cinco diputados en el Parlamento Europeo. Una lección a tener en cuenta de cara a las próximas municipales y autonómicas).

En España, la pírrica victoria del PP aconsejó a los populares -con buen criterio- suspender la famosa escena triunfal del balcón en la calle Génova: no hay mucho que celebrar después de haber perdido 8 escaños y 2,6 millones de votos, que o bien se han quedado en casa, o han alimentado otras fuerzas políticas como UPyD o Vox. La campaña de perfil bajo que recomendó Pedro Arriola, y el pinchazo de Arias Cañete como candidato han desmotivado a su electorado, que ya no es tan fiel como pensaban. Mariano Rajoy tendrá que leer con mucho cuidado los resultados si planea aplicar las reformas económicas que sigue exigiendo Bruselas. Veremos si la sacudida general en el Parlamento Europeo obliga a un replanteamiento de la disciplina fiscal, o si Angela Merkel, reforzada, mantiene el pulso.

Más amarga es la lectura de los resultados para el PSOE. Salvo en Andalucía, donde Susana Díaz supera con nota su primer examen electoral -10 puntos de diferencia sobre el PP-, la pérdida de dos millones y medio de votos respecto a 2009 actuará como acelerador de los cambios; no parece viable que Alfredo Pérez Rubalcaba pueda contener ya la renovación que necesita urgentemente el partido. Una renovación compleja porque el auge IU y de Podemos apunta a que la izquierda está viva, pero ya no se identifica con las siglas del histórico Pablo Iglesias... Y eso que el joven, el nuevo, la gran sorpresa de estos comicios, Pablo Iglesias Turrión, ya apuntó en su noche triunfal que Podemos tienen hambre de más, de construir una alternativa política de gobierno. Sus resultados espectaculares -en Madrid se han situado como tercera fuerza política, cuarta en Galicia- han deslucido los de IU, pero juntos se convierten en la peor pesadilla para el PP en Madrid o Valencia, por citar dos de las plazas clave dentro de un año. En cualquier caso, todo indica que estamos ante un nuevo ciclo político: el derrumbe del bipartidismo, que ya no alcanza el 50% de los votos, supone un vuelco en la tradición política de nuestro país.

En Cataluña, el otro polo eléctrico, Esquerra salta sobre CIU y PSC-PSOE y confirma que el sorpasso ya es un hecho: la apuesta por Europa de los votantes catalanes ha elevado la participación en más de diez puntos respecto a 2009 y ha conseguido que el fantasma de la abstención, a nivel nacional, se haya volatilizado.

En el Parlamento Europeo, este mismo lunes se celebrará la primera reunión de los grandes grupos para tratar de calibrar las fuerzas de Jean-Claude Juncker para hacer valer la renovada mayoría -aunque muy debilitada- de los conservadores europeos y convertirse en el próximo presidente de la Comisión. Pero con los nuevos actores, la vieja aritmética no sirve, así que se abre un mes frenético en Estrasburgo y en Bruselas. Y en Madrid. Y en París. Y en Lisboa. Y en Londres...