I+D: tenemos un problema

I+D: tenemos un problema

El caso de la Hepatitis C y el precio desorbitado de sus tratamientos ha puesto de manifiesto un problema que nos afecta a todos. Estos precios tan altos y la falta de investigación para enfermedades no rentables iluminan el problema sistémico más grave al que nos enfrentamos: un sistema de innovación roto en el que la investigación está guiada por intereses empresariales y no por el derecho a la salud y el interés público.

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Ilustración: Alfonso Blanco

Hasta hace no demasiado, la imagen asociada a la falta de vacunas o de medicamentos, así como sus muertes asociadas, era una imagen lejana, de aquellos países inmensos en los mapas pero pequeños en nuestro presente. Ya no. A día de hoy, gracias - ¿gracias? - a la crisis y a las medidas de austeridad que imperan, nos hemos dado cuenta de que estos problemas son problemas globales; problemas que andan por casa.

El caso de la Hepatitis C y el precio desorbitado de sus tratamientos ha puesto de manifiesto un problema que nos afecta a todos. Estos precios tan altos y la falta de investigación para enfermedades no rentables iluminan el problema sistémico más grave al que nos enfrentamos: un sistema de innovación roto en el que la investigación está guiada por intereses empresariales y no por el derecho a la salud y el interés público.

Salud por Derecho, organización en la que trabajo desde hace un tiempo, ha estrenado un documental que denuncia esta terrible falla. Investigación Médica: Houston, tenemos un problema, analiza el sistema actual de investigación científica a través de declaraciones de expertos en la salud y líderes de opinión de todo el mundo, y revela hechos terribles y alarmantes sobre la situación fatal que vive a día de hoy la salud mundial.

Siendo concisos y claros, y abogando por una rápida lectura, conviene repasar muy brevemente cuatro grandes problemas y algunas soluciones factibles.

1- El sistema de I+D está centrado en beneficios y no en necesidades de salud pública

Cimentada en un injusto sistema de patentes, con el que las compañías consiguen crear monopolios y decidir los precios de sus medicamentos, la industria farmacéutica es la más rentable del mundo, por encima de la armamentística. Casi todas sus investigaciones están centradas en enfermedades rentables. Es decir, aquellas que afectan a un gran número de personas en países de ingresos medios y altos y aseguran un gran retorno de beneficios, mientras que las enfermedades raras o enfermedades que se dan, sobre todo, en países pobres (malaria, tuberculosis, chagas, leishmania, etc) son víctimas del olvido ante la falta de ingresos que podrían generar a la industria.

2- Los costes son públicos y los beneficios privados: pagamos dos veces por los mismos medicamentos

El camino es absurdo: la mayoría de medicamentos que salvan vidas tiene como base el trabajo de descubrimiento e investigación en los laboratorios de las universidades públicas. Posteriormente, las empresas farmacéuticas compran las moléculas descubiertas más prometedoras y desarrollan medicamentos que, si son eficaces, serán vendidas a los sistemas sanitarios de los países, que los comprarán de nuevo con fondos públicos y, probablemente, a un alto precio.

3- La tendencia de la industria al investigar es tratar, no curar

Existe una alarmante falta de investigación y desarrollo de nuevos medicamentos (nuevos antibióticos, por ejemplo) que curen enfermedades. Hoy, el 80% de los fármacos existentes tratan las enfermedades o sus síntomas, pero no llegan a curarlas. De este modo, los pacientes deberán comprar el medicamento durante toda una vida, y las empresas farmacéuticas se aseguran altas sumas de ingresos.

4- Existe una alarmante falta de transparencia en todos los procesos de I+D

Las compañías trabajan en secreto y sin compartir datos con otras que trabajan en lo mismo, durante la investigación, el desarrollo del fármaco y las pruebas clínicas, ocultando realidades importantes sobre las actividades que desarrollan y los resultados obtenidos, y suponiendo un enorme desperdicio de tiempo y dinero. Además, las compañías farmacéuticas tienen una preocupante tendencia a publicar solamente los datos clínicos favorables a su investigación, dejando de lado datos esenciales y nocivos importantísimos para la comercialización (o no) del fármaco. Por último, ocultan los costos reales de la investigación, llegándolos a inflar demasiado para justificar el elevado precio futuro que pondrán a sus medicamentos.

5- Hagamos las cosas bien: soluciones para cambiar este sistema e implementar un I+D justo

Es extremadamente necesario desligar el precio del coste de la investigación al del precio final del medicamento. Esto se debe hacer a través de premios y garantías a las compañías que los desarrollen con éxito, y la creación de fondos de patentes que permitan el desarrollo posterior de medicamentos genéricos. Este cambio en el sistema de patentes, además de promover la transparencia en los datos y el libre acceso a los mismos, favorecería el progreso científico y el desarrollo de fármacos que salven vidas. Otras medidas, como la creación de partenariados publico-privados que desarrollen investigaciones para enfermedades olvidadas (como el DNDi), o la implementación de condicionalidades por parte de los Estados en la futura venta de fármacos cuando las moléculas pasan a ser desarrolladas por las farmacéuticas, también son cruciales.