Pablo Iglesias se sube al plasma y Rajoy se tira a la calle

Pablo Iglesias se sube al plasma y Rajoy se tira a la calle

Han cambiado las tornas. Mientras que durante la legislatura Rajoy se escondió tras la tele de plasma para no explicar lo que nos estaba haciendo, Pablo Iglesias se pateaba la calle, los círculos y las plazas casi tanto como los platós de televisión. Ahora, el aún presidente en funciones corre por las ciudades y los pueblos españoles. Todo lo contrario que Pablo Iglesias, quien ha reducido su presencia en las calles.

Han cambiado las tornas. Mientras que durante la legislatura Rajoy se escondió tras la tele de plasma para no explicar lo que nos estaba haciendo, Pablo Iglesias se pateaba la calle, los círculos y las plazas casi tanto como los platós de televisión. Ahora, el aún presidente en funciones corre por las ciudades y los pueblos españoles, llevando del ronzal a sus responsables de seguridad, con un trote andarín a primera hora de la mañana o de plaza en plaza, bajo el sol inclemente de un verano que se ha adelantado. La orden del presidente en funciones -como todo en este país desde hace seis meses- es seguir su ejemplo y dejar que la gente le achuche mientras se toma una caña o hace la compra.

Todo lo contrario que Pablo Iglesias, quien ha reducido su presencia en las calles, en los debates de los círculos que hace semanas que retomaron sus compañeros en la precampaña, y que ha enviado a Iñigo Errejón y Alberto Garzón a recorrer los caminos, los asfaltados y los polvorientos. Él se va a centrar en las teles y en colarse, a través del plasma, en los salones de quienes ven a MªTeresa Campos, Susana Griso, Ana Rosa Quintana, Trancas y Barrancas... Por algo aspira a suceder a Rajoy.

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Foto: EFE

Sus partidos son los que mejor lo tienen para el 26J, pese a ellos. Mariano Rajoy (candidato del PP) y Pablo Iglesias, candidato de Unidos Podemos, son los líderes peor valorados entre los ciudadanos, según el CIS y desde hace tiempo. Si en enero Rajoy suspendía con un 3,08, en mayo lo hace con un 2,89; en cuanto a Pablo Iglesias, baja del 3,78 en enero al 3,16 de ahora. En justicia, hay que decir que tiene mejor explicación el rechazo hacía el presidente en funciones, que lleva cuatro años muy largos de Gobierno aplicando sin problemas la austeridad que dicta Bruselas con los resultados ya conocidos. Mientras, Pablo Iglesias no ha tocado bola de poder aún y es blanco del mayor rechazo entre los ciudadanos que no le votan. O se le quiere o se le odia.

El cambio de táctica tiene su aquél. En el caso de Iglesias, el contacto directo con los simpatizantes ya lo tiene ganado. Los suyos le adoran, así que tiene que centrarse en preparar a lo bestia su imagen televisiva, no solo el debate de este lunes, sino todos los formatos que va a frecuentar en prime time. Le han convencido -o eso creen en su organización- de que tiene que ofrecer una imagen más amable, pedagógica, ir de niño bueno -lo intenta desde hace meses-, pero le cuesta. El encuentro con Albert Rivera en el programa de Évole puso de nuevo en evidencia que al final, cuando se calienta, le puede la soberbia y el mal genio. Menos mal que, en ese caso, Rivera no le dejó sólo.

Los cortes de vídeo de ambos "nuevos, jóvenes y líderes políticos", con sus caras crispadas y acusándose mutuamente no solo enterraron el espíritu del Tío Cuco, que es como se llama el bar donde celebraron el primer debate, sino que cerraron una época.

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Foto: EFE

Con todo, los de Iglesias saben que su asignatura pendiente es mitigar el miedo que tansmite a la ciudadanía, el principal arma del PP, y para eso solo hay una norma: trabajo y más trabajo preparando los debates, las mínimas apariciones, la mano tendida, la sonrisa... y que no pierda los nervios al tener que forzar tanto una posición a la que no está acostumbrado. Para los suyos, le cuesta ser cínico. Para sus contrarios, no sabe utilizar el fair play. Por eso está impostado cuando intenta parecer un chico bueno. Algo que no sucede en los mítines de Podemos -los tiene entregados-, y por lo que se ha decidido rentabilizar el plasma para ampliar la bolsa de votantes. La reducción de mítines y carretera le permitirá estudiar, prepararse para el día 13 en el debate a cuatro, que todos los partidos consideran crucial.

En cuanto a Rajoy, desde que los suyos descubrieron el potencial que tenía jugando al futbolín con Bertín Osborne y obsequiando empanada, porque no sabe encender la vitro, se convirtió en un filón. Los de Moragas decidieron dar la vuelta a la tortilla: "Presidente, échate a la calle. Sé tú, quítate la timidez, eres un tipo entrañable para todos los mayores (más de 55) y vejetes de este país. Encima, andas deprisa, en lugar de correr como ese hortera de Aznar, que sólo quiere tabletas....".

Sus tuits dan buena muestra de su ajetreada vida: Rajoy, en la carretera, de bar en bar y de plaza en plaza. E Iglesias, de plató en plató. El líder de Podemos cubre la ausencia de fotos en la calle con enlaces con sus intervenciones televisivas. Se suceden en su timeline los "Os dejo aquí la entrevista que me han hecho esta mañana en @Desayunos_tve" y similares, que complementa con decenas de fotos de páginas subrayadas de libros, que lo mismo le sirven para criticar al contrario que para rentabilizar conceptos que avalan sus tesis. Y de paso, justificar que con tanta lectura y estudio no le queda tiempo para charlar en el parque con los jubilados a los que Rajoy está convenciendo de que si gobierna Podemos, se quedarán sin pensión.