Podemos, dividido entre el no y la abstención

Podemos, dividido entre el no y la abstención

En Podemos, en estos momentos, solo hay unanimidad en un asunto: ya no les interesan las elecciones generales. Ahora se trata de decidir en menos de una semana si permiten un gobierno PSOE-Ciudadanos. Porque con su abstención basta para desalojar a Rajoy de La Moncloa. En los últimos días han pasado del bloqueo a la negociación con el PSOE a plantearse seriamente la abstención.

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Foto: EFE

En Podemos, en estos momentos, solo hay unanimidad en un asunto: ya no les interesan las elecciones generales. Ahora se trata de decidir en menos de una semana si permiten un Gobierno PSOE-Ciudadanos, porque con su abstención basta para desalojar a Rajoy de La Moncloa. En los últimos días han pasado del bloqueo a la negociación con el PSOE a plantearse seriamente la abstención. Si hasta esta semana marcaba la línea la estrategia de Pablo Iglesias e Irene Montero de dinamitar cualquier acuerdo a base de repartir ministerios, ahora va ganando fuerza la corriente a favor de la abstención en la segunda vuelta de la investidura que defiende el núcleo más cercano a Iñigo Errejón. "Es lo más inteligente. Este Gobierno -si se forma- no va a durar más de un año y medio, tiempo en el que ganaremos experiencia institucional y podremos ejercer una oposición dura, que nos convierta en los líderes de la izquierda frente a un PSOE en brazos de la nueva derecha", explican desde ese entorno.

En los dos días de reuniones con Podemos, el equipo negociador del PSOE ha percibido esas dos almas que empiezan a perfilarse en la organización de Iglesias, y las diferencias con las confluencias. "Da la impresión de que hay dos voces. En las reuniones se ha producido un giro de 180 grados. No hay tantas discrepancias de concepto ni de visión. No ha habido vetos. Hemos hablado de programa y no de Gobierno. Ha sido una enmienda a la totalidad de lo que han estado expresando públicamente. Claro que luego sales de la reunión, escuchas a Pablo Iglesias y no entiendes nada", dice una fuente próxima a los negociadores de Ferraz.

La explicación es que es una cuestión política y no de contenidos, como sostienen diversos diputados de Podemos cada vez que se les pregunta qué les separa del PSOE. "Ni los líderes territoriales ni la militancia, ni tan siquiera los equipos de la cúpula, han digerido la manera tan burda en que se ha bloqueado desde el primer momento un acuerdo, con esos anuncios de Gobierno y el tono exigente, que termina echando para atrás hasta a los nuestros. Ahora, en las encuestas se ve que mucho menos lo han entendido nuestros votantes", observa un destacado miembro del partido, al que también le preocupa quedar alineado con el PP en el 'no' a Pedro Sánchez. Hay detalles asombrosos: esta conversación se produce, a petición suya, lejos del Congreso, porque dentro se sienten vigilados por los suyos, y no está el horno para bollos.

Los hay que tienen menos preocupación por explicar sus opiniones, pero siempre bajo el off the record. "El panorama ha cambiado radicalmente desde las elecciones de diciembre. En cuanto hemos llegado aquí (el Parlamento), se han visualizado las diferencias con las diferentes confluencias. Compromís es obvio que tiene vida propia, ya lo están demostrando, y las mareas gallegas nos despistan. El otro día acudieron a la negociación con el PSOE con dos documentos distintos, y solo iban dos representantes de Galicia, cada una con su papel. Sólo Doménech (el número dos de Ada Colau) tiene coherencia ideológica, pero aunque está cerca de Pablo Iglesias, EnComú tiene vida propia, como Compromís. ¿Cómo arriesgarnos a nuevas elecciones, si probablemente no iríamos juntos?", remata en la esquina del pasillo uno de los cargos de la organización, que se debate entre las ventajas del 'no' a Sánchez y la abstención.

Tampoco descarta la abstención -aunque habla con una prudencia extrema porque teme meterse en jaleos políticos entre errejonistas (seguidores de Iñigo Errejón) y monteristas (seguidores de Irene Montero)- un dirigente venido a menos, pero con peso aún en la organización. Tira de argumentos económicos: dejar gobernar a Sánchez y a Rivera algo más de un año posibilitaría ver cómo resuelven el problema de los 10.000 millones que reclama Bruselas a España por las malas cuentas del PP, y cómo se desenvuelven con unos Presupuestos Generales que el PP ha dejado atados y tendrán que ser modificados a golpe de decreto, algo incómodo y complicado. Mientras que, liderando la oposición desde la izquierda, los encargados de hacer los números sociales coinciden con los de hacer política en que esos meses de experiencia les vendrían muy bien.

Paradójicamente, la cuestión es quién le dice todo eso a la cara a Pablo Iglesias, cuando cada día es más difícil llegar hasta el líder y que escuche a quienes le plantean problemas.