¿Por qué es importante celebrar el Día de la Educación Financiera?

¿Por qué es importante celebrar el Día de la Educación Financiera?

La educación financiera es una herramienta necesaria para mejorar nuestra comprensión de todo esto que se nos viene encima, o más bien, que ya está aquí. Para elegir mejor, para distinguir entre una creciente variedad de alternativas. Para prevenir. Para nuestra mayor tranquilidad y seguridad. Para que no nos timen y sepamos defender y reclamar nuestros derechos.

El pasado lunes 3 de octubre celebramos en España, por segundo año consecutivo, el Día de la Educación Financiera. Las instituciones responsables del Plan de Educación Financiera 2013-17 (Banco de España y Comisión Nacional del Mercado de Valores) con el respaldo de más de una veintena de organizaciones colaboradoras, han impulsado multitud de actividades formativas y de sensibilización que están teniendo lugar esta semana en todo el país, la mayoría de ellas en el día el mismo lunes.

Muchos se preguntarán: ¿Es necesario celebrar algo así?

Tal como anuncia la página web diseñada para tal fin, "la celebración de este día tiene como objetivo concienciar a los ciudadanos de la importancia de adquirir un adecuado nivel de cultura financiera en las diferentes etapas de la vida".

De la declaración de este objetivo se deduce que los ciudadanos no tenemos un adecuado nivel de cultura financiera para afrontar cabal y libremente las decisiones financieras que desde una edad cada vez más temprana y hasta una edad cada vez más tardía, queramos o no, nos guste o no, debemos tomar, prácticamente a diario.

¿Cómo se atreven a llamarnos ignorantes y, además, pretender que lo celebremos?

Pues bien, el primer paso para resolver un problema, es reconocerlo. Y si nos ayudamos juntos, como sociedad, a reconocerlo, visibilizando la ingente cantidad de asuntos relacionados con el dinero y las finanzas que afectan de forma directa nuestro bienestar y calidad de vida, de los que probablemente no somos conscientes en su entera dimensión y de los que solo nos preocupamos cuando ya es demasiado tarde, bienvenida sea la celebración. Yo me uno a ella con este post.

Somos impulsivos, cualidad que a menudo nos lleva a tomar decisiones imprudentes con importantes efectos irreversibles que no nos damos la oportunidad de anticipar, por ejemplo, no leyendo los contratos que firmamos.

El progreso de nuestras sociedades conlleva ineludiblemente mayor complejidad. Estamos inmersos en un proceso de transformación digital que aporta muchísimas ventajas y oportunidades, pero también nuevos riesgos, que debemos entender y de los que debemos protegernos (lo primero es previo a lo segundo). Viviremos 100 años. Tendremos nuevas necesidades asociadas a una longevidad extensa, que impone tomar decisiones de previsión de largo plazo. Nuestros hijos, "millenial" y "postmillenial", afrontan un ciclo vital y un contexto muy distinto al que muchos de nosotros "disfrutamos" o "sufrimos", según se mire. Nuestro planeta se calienta, los recursos naturales se agotan, nos intoxicamos a nosotros mismos con nuestros hábitos cotidianos, consumimos compulsivamente y derrochamos innecesariamente agua, alimentos y energía, por hacer la lista corta. Somos una sociedad obesa o en camino de serlo pronto. Somos diversos, con distintas necesidades y preferencias. Somos cortoplacistas: nos cuesta ponernos en situación a 10, 20, 30, 40 años vista. Pero también procrastinamos. No nos gusta pensar en la muerte - lógicamente - y no somos capaces de "preparar" ese momento para que los efectos financieros negativos en nuestro entorno familiar se minimicen (pensemos en los seguros de vida, testamentos, etc.). Somos impulsivos, cualidad que a menudo nos lleva a tomar decisiones imprudentes con importantes efectos irreversibles que no nos damos la oportunidad de anticipar, por ejemplo, no leyendo los contratos que firmamos y que nos vinculan, no solo de forma personal, sino a todo el núcleo familiar (pensemos en los avales, deudores solidarios, etc.). Nos cuesta entender que "lo público" es de todos, y que si queremos que nos dure y que nos sirva para lo que ha sido concebido, debemos cuidarlo, respetarlo y contribuir a su mantenimiento pagando impuestos, vigilando a los administradores a los que confiamos su gestión y denunciando prácticas indeseables.

La educación financiera es una herramienta necesaria para mejorar nuestra comprensión de todo esto que se nos viene encima, o más bien, que ya está aquí. Para elegir mejor, para distinguir entre una creciente variedad de alternativas. Para prevenir. Para nuestra mayor tranquilidad y seguridad. Para que no nos timen y sepamos defender y reclamar nuestros derechos.

La economía no es una ciencia exacta. Está catalogada como ciencia social, de las que estudian el comportamiento del hombre en la sociedad y sus formas de organización. Si bien se sirve de otras disciplinas exactas - como las matemáticas - para mejor aprovechar principios y conocimientos para resolver problemas prácticos, comprende ámbitos de conocimiento como la psicología (para entender, interpretar, anticipar o predecir comportamientos), la sociología, las ciencias políticas y el derecho, y busca facilitar la toma de decisiones de los agentes - o sea, cada uno de nosotros - en un contexto - el único que conocemos - de escasez de recursos y opciones limitadas, no todas igualmente deseables ni plenamente comprensibles para muchos de nosotros.

Y es precisamente facilitar ese proceso continuo de toma de decisiones financieras lo que busca un día de celebración como este 3 de octubre. Un día que habría de durar un año entero. Ojalá dejemos pronto de celebrarlo. Querrá decir que ya no nos hace falta.