Arte en escena: la danza de la Edad de Plata

Arte en escena: la danza de la Edad de Plata

La exposición 'Poetas del cuerpo. La danza de la Edad de Plata', estará abierta en la Residencia de Estudiantes hasta el 1 de abril de 2018

La Compañía de Bailes Españoles caracterizada para 'El amor brujo', 1933. De izquierda a derecha, Rafael Ortega, la Malena, Encarnación López (la Argentinita), Pilar López, la Macarrona y Antonio Triana.Fotografía de Martín Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

A finales de los años veinte del siglo pasado, la bailarina Antonia Mercé, la Argentina, era considerada la gran embajadora cultural de España al llevar hasta lugares como Japón, Vietnam y Filipinas sus brillantes Ballets Españoles: "Siempre he creído que España podía, como Rusia, inspirar un espectáculo lleno de carácter, de genialidad y de fuerza", señalaba. "La música española, no voy a descubrirla, es una de las maravillas de nuestra civilización y lo mismo ocurre con la pintura y el teatro, así como con las danzas y festejos populares y folclóricos. Por lo tanto, la reunión de todo ello tenía que dar por resultado ese espectáculo extraordinario que, como los bailes rusos, ha sido ya aplaudido por las minorías selectas de todo el mundo".

Fascinados por las posibilidades que les brindaba el escenario para esa reunión alrededor de la danza, los artistas de la modernidad y la vanguardia se sumergieron así durante el primer tercio del siglo XX entre las luces del teatro, y trabajaron en las más diversas compañías internacionales. Cautivados por la belleza del arte efímero, Picasso, Dalí, Lorca, Falla, Alberti y Zuloaga fueron sólo algunos de los creadores que con sus colores, notas y versos configuraron ese universo en movimiento. Pero, como contrapartida, precisamente lo efímero de esas producciones colectivas condenó en buena medida a su desaparición y su progresivo olvido con el paso de los años.

  Maqueta para 'Bacchanale', 1939. Museo Nacional del Teatro, AlmagroSalvador Dalí

Con la voluntad de recuperar aquellas obras originales que dormían en la memoria de cuadros, trajes, libros, películas, esculturas y fotografías, la Residencia de Estudiantes y Acción Cultural Española han organizado la exposición Poetas del cuerpo. La danza de la Edad de Plata, abierta hasta el próximo 1 de abril de 2018. Más de trescientas piezas, muchas de ellas inéditas o apenas conocidas, que se conservan en medio centenar de museos, archivos, centros de documentación, bibliotecas y colecciones particulares, conforman esta propuesta expositiva.

Hitos como El amor brujo y El sombrero de tres picos son quizá hoy más conocidos pues, desde sus respectivos estrenos —el primero, como gitanería, en 1915 y, como ballet, en 1925 y el segundo, en 1919— han ayudado a establecer un estrecho vínculo entre la danza y el imaginario de "lo español", que se ha mantenido hasta la actualidad. Estos hitos comparten el espacio con otros aún por descubrir, como la historia del cuerpo de baile del Teatro Real, las filmaciones inéditas de la Argentina, la escuela del Círculo de Bellas Artes, el Ballet del Teatro Lírico Nacional de la República o la danza que llegó a España a través de la Residencia de Señoritas. Ballet clásico, flamenco, escuela bolera, danza moderna, variedades... todas las disciplinas dancísticas fueron permeables a este nuevo espíritu.

  Traje de la «Niña Bonita» de El fandango de candil de Antonia Mercé, la Argentina, 1927. Museo Nacional del Teatro, AlmagroNéstor de la Torre

En este crisol de propuestas fue fundamental además la labor de numerosas mujeres que, desde la coreografía, la dirección, la interpretación, la crítica, la escenografía, el figurinismo y la confección, encontraron en la danza un espacio de libertad, independencia y proyección de sus carreras. Figuras como la Argentina, Tórtola Valencia, Pastora Imperio, María Esparza, María Teresa León y Margarita Nelken son ejemplo de la indiscutible responsabilidad que tuvieron en el éxito y la difusión de aquellas iniciativas.

Interrumpida por la Guerra Civil, la danza de la Edad de Plata sobrevivió en los distintos focos de acogida del exilio y durante la posguerra, convertida en un legado que, en distintas formas, ha llegado hasta nuestros días. La memoria de aquellos movimientos que encarnaron música, palabra y pintura puede aún rescatarse del olvido y hacer que aquellas "artes mágicas del vuelo", como las denominó el literato José Bergamín, vuelvan a despegar, etéreas, hacia la luz de los focos.

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