"Clase política" o clases dirigentes: el papel de los césar-molinas

"Clase política" o clases dirigentes: el papel de los césar-molinas

El papel de chivo expiatorio lo sufre en la actual crisis en España la clase política, que constituye ese elemento visible y cercano que ha sido elegido para concitar los odios de la gente. Las campañas contra los políticos (democráticos), tienen además una larga tradición en España.

Alemania, años 30. ¿Saben quién hacía el discurso anticapitalista más feroz después de la crisis del 29? Pues Adolf Hitler. La "inteligencia" de su movimiento consistió en canalizar la indignación popular contra los banqueros y usureros, como explotadores del pueblo pero poniéndoles cara y ojos... de judíos. Si hoy la xenofobia es una fuerza ascendente siendo los "rechazados" solo inmigrantes pobres, imaginemos el efecto que pudo tener cuando concitaban un triple odio en tanto que extranjeros poderosos, financieros usureros y raza diferente. Mientras la socialdemocracia empleaba argumentos abstractos contra las oligarquías, el nacional-socialismo les situaba al enemigo cerca de casa, a la vuelta de cada esquina. ¿Hace falta recordar que 15 años después el balance de aquella simplificación ascendió a 45 millones de muertos?

El papel de chivo expiatorio lo sufre en la actual crisis en España la clase política, que constituye ese elemento visible y cercano que ha sido elegido para concitar los odios de la gente. (En Cataluña no, allí es el expolio español el culpable de todo). Las campañas contra los políticos (democráticos), tienen además una larga tradición en España. Los mismos argumentos, los mismos problemas, las misma soluciones aparecen una y otra vez en los momentos de crisis.

La perversión simplista de ese análisis era criticada por Ortega y Gasset, impulsor de la regeneración democrática, con palabras que tienen hoy plena actualidad. Ortega se extrañaba en 1921 de...

"... la unanimidad con que todas las clases españolas ostentan su repugnancia hacia los políticos. Diríase que son los únicos españoles que no cumplen con su deber ni gozan de las cualidades para su menester imprescindibles. Diríase que nuestra aristocracia, nuestra Universidad, nuestra industria, nuestro ejército, nuestra ingeniería, son gremios maravillosamente bien dotados y que encuentran siempre anuladas sus virtudes y talentos por la intervención fatal de los políticos. Si esto fuera verdad, ¿cómo se explica que España, pueblo de tan perfectos electores, se obstine en no sustituir a esos perversos elegidos?"

(La España Invertebrada, 1921)

De nada sirvió, porque, dos años más tarde, se producía el golpe de Estado del general Primo de Rivera que se justificaba en la necesidad de responder a "las ansias" de todos aquellos...

... "que no ven para España ... otra salvación que liberarla de los profesionales de la política, de los hombres que por una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades actuales".

La "clase política" y las verdaderas clases extractivas

El articulo de César Molinas, Una teoría sobre la clase política, publicado en El País hace un mes, ha dado soporte teórico al linchamiento mediático de los políticos institucionales, al identificarlao como una "élite extractiva" responsable de "la burbuja inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja de las energías renovables y de la burbuja de las infraestructuras innecesarias", que es tanto como decir de la crisis económica. Ha dado balas de grueso calibre para subir un peldaño más en el "frente anti político" tan querido por la derecha mediática.

Hablar de "clase política española" imaginando que dispone realmente del poder al margen de Bruselas o la Unión Europea (UE) o del Banco Central Europeo (BCE); más aún, centrarse exclusivamente en el espacio político olvidando su pérdida de autonomía respecto a los poderes económicos (y financieros) desde hace 30 años en todo el mundo, imputarle "responsabilidades exclusivas" en este contexto, puede ser muy eficaz pero claramente demagógico. ¿No sería mejor hablar, en todo caso, de clases dirigentes? ¿Debemos excluir de la primera responsabilidad a banqueros, ejecutivos de inmobiliarias, directivos de medios de comunicación, especuladores de todo tipo, presidentes (procesados) de la patronal CEOE, escuelas de negocio...? ¿Debemos excluir a Botín y la banca, Pedro Jota Ramírez y los medios de comunicación, Rouco Varela y la iglesia, Díaz-Ferrán y su CEOE...?

Más aún, ¿debemos excluir del primer foco a los funcionarios de Bruselas, a los gestores de hedge found, a las agencias de rating, a los ejecutivos de los bancos de inversión? ¿Debemos excluir de responsabilidad al mismo César Molinas o a los cesar-molinas de media Europa o de medio mundo?

César Molinas condena la gestión de los recursos públicos que se ha hecho en España como si fuera algo ajeno a él, cuando gestionó, en tanto que director general de Planificación y responsable de la gestión de Fondos Estructurales, más de 3.000 millones de euros anuales de los fondos de la Unión Europea. ¿No firmó Molinas ningún expediente por el que los dineros europeos financiaban el 50% de aeropuertos innecesarios o vías de alta velocidad sobredimensionadas hasta el infinito? Y en Bruselas, ¿qué funcionario, qué Consejo de Ministros, aprobaba esos fondos? ¿Quiénes se opusieron? ¿Qué lobbies alemanes, franceses, holandeses los propiciaban porque incluían pedidos a sus fábricas?

Molinas ha sido también ejecutivo de un hedge fund. ¿No tuvieron nada que ver en el mercadeo de las titulizaciones de hipotecas de bancos y cajas? ¿No fueron determinantes en el encarecimiento de la deuda pública? César Molinas ha sido durante siete años director de Gestión de Merrill Lynch. ¿No fueron fondos públicos los que salvaron el despilfarro privado que dejó un agujero de 44.000 millones de dólares en septiembre de 2008 generados por las hipotecas basuras y las subprime?

Reinventando la democracia en Europa

Puede que llegue un momento que no queramos recordar cómo empezó esto ni el papel que tuvieron las subprime y las oligarquías financieras en su origen. Ya llevamos décadas viviendo en la inopia, incapaces de reconocer la brutal confrontación de intereses que antes llamábamos lucha de clases. Esa falta de realismo la sufrimos nosotros, los ciudadanos normales, pero no las verdaderas élites globales. Así lo reconocía uno de los mayores financieros del mundo, Warren Buffet, en 2006, antes de iniciarse la crisis

"Hay una lucha de clases, por supuesto, pero es mi clase, la clase de los ricos la que dirige la lucha. Y nosotros ganamos".

Y ahí siguen. Entre otras cosas porque el papel de la tecno-estructura formada por los cesar-molinas tiene capacidad para dejarlos fuera de foco y limpios de responsabilidad. Porque hoy lo evidente, lo único evidente, es que la "culpabilidad" se socializa y se decanta sobre los que concitan más argumentos en su contra en los medios, a los que se les señala como culpables en más noticias y más artículos, contra los que el foco mediático apunta preferentemente. En cambio, parecen quedar liberados los que pasan desapercibidos aunque sean los verdaderos responsables, entre ellos los que financian los medios y controlan los resortes del poder.

El agotamiento de los modelos políticos, su debilidad en un contexto global, es no obstante evidente. En el artículo Reinventando la democracia en Europa los autores, Ash Amín y Pep Subirós, señalan la dificultad para que encuentren un espacio propio los que piensan que es suicida debilitar las instituciones democráticas en momentos como éstos. Aunque barrunten que, con ellas debilitadas, más que caminar hacia la "democracia real ya" nos dirigimos hacia formas autoritarias desconocidas, son desbordados por los movimientos que defiende "la insurgencia democrática" (como el 15M) y por el "populismo antisistema" de la nueva (y extrema) derecha".

Toquemos suelo. Evitemos simplificaciones peligrosas. Consensuamos una causa progresista de mínimos comunes. Lo que estamos viendo ya apunta a recortes de libertades y esto no ha hecho más que empezar.