Amancio Ortega, nuestro Cisne Negro

Amancio Ortega, nuestro Cisne Negro

Aquellos que piensan que Amancio Ortega sería un excelente ministro de Economía y que nos sacaría de la crisis suponen que si ha sido capaz de acumular una fortuna de tal calibre, es una especie de genio, con un conocimiento que se nos escapa al del resto de sus compatriotas

El Dr. Francisco Mora publicó recientemente un post en su blog en el que abogaba por la creación de una cátedra para el conocimiento de la ciencia. Vulgarizar el conocimiento científico en España me parece un fin loable y la propuesta me parece bienintencionada, aunque intuyo que algo tan sencillo como desterrar de la madrugada a un horario razonable el programa de televisión de Eduardo Punset al que el Dr. Mora ya se referió con anterioridad en su blog podría ser más eficaz para lograr el objetivo que cualquier cátedra.

Me gustó sin embargo que el Dr. Mora apuntara directamente a Amancio Ortega como posible mecenas de su iniciativa. Amancio Ortega tiene una fortuna personal de más de 40.000 millones de euros, lo que es una cifra casi inconmensurable. Podría intentar dar una idea aproximada diciendo que la riqueza de Ortega es similar a la del cuartil de hogares más pobres de España (entre tres y cuatro millones de hogares, y la riqueza en este país está relativamente bien distribuida). O que Ortega casi podría saldar la deuda de la Generalitat. En España suele privilegiarse sin embargo traducir la medida de tales cifras a símiles futbolísticos, lo que me parece sintomático de lo que nos ocupa y preocupa.

Si retomo el tópico periodístico, podría decir que la fortuna de Amancio Ortega le daría para pagar más de 400 veces el fichaje de Bale o unas 800 el de Neymar, con lo que cabe suponer que podría equipar completamente las plantillas de los 20 equipos de primera en el primer caso y las de los equipos de primera y segunda en el segundo caso, si hubiera ese número de jugadores de tal calibre, claro está.

Entroncando directamente con la petición del Dr. Mora y con nuestra pasión por el fútbol, existe un grupo en Facebook que pide a Don Amancio que compre el Deportivo de La Coruña, algo que visiblemente no interesa a Ortega. Al parecer, las admoniciones en este sentido y las lisonjas de los pelotas tampoco le molestan, sino que incluso consiguen arrancarle una sonrisa de orgullo cuando le proponen como ministro de Economía para sacarnos de la crisis.

Aquéllos que piensan que Amancio Ortega sería un excelente ministro de Economía y que nos sacaría de la crisis suponen que si ha sido capaz de acumular una fortuna de tal calibre Ortega es una especie de genio presciente, incapaz de equivocarse y con un conocimiento que se nos escapa al del resto de sus compatriotas, a pesar de haber abandonado los estudios a los 13 años.

Ciertamente, si uno analiza la trayectoria de Inditex así parece, ¿cómo explicar semejante éxito sino es mediante una capacidad casi mágica de su líder para acertar en cada una de sus decisiones empresariales?

Nassim Taleb es uno de los pensadores más influyentes de la actualidad. Exgestor de un hedge fund, matemático, investigador y escritor, Taleb es un moderno hombre del renacimiento y es el autor de El Cisne Negro, uno de los libros más influyentes de los últimos años y que ya en su primera edición parecía anticipar la actual crisis.

Taleb tiene una facultad casi nietzscheana para crear imágenes vivas para ilustrar ideas. En su filosofía el Cisne Negro representa aquellos acontecimientos raros e impredecibles que de hecho moldean la historia. Existen Cisnes Negros negativos (los atentados del 11 de septiembre) y Cisnes Negros positivos, siendo estos últimos aún más imprevisibles que los primeros.

Aunque nadie hubiera podido anticipar la fecha de los atentados de Nueva York, cabía sin embargo esperar que algún día hubiera un gran atentado sobretodo si las causas que lo hacen posible existen. En cambio, el concurso de circunstancias confluyentes necesarias para que aparezca un Cisne Negro positivo es casi inabarcable.

Taleb da el ejemplo de Google. Dos estudiantes de Stanford logran una beca del gobierno federal para desarrollar su tesis doctoral, consistente en el desarrollo de un algoritmo de búsqueda. Un año después crean una empresa en base a su algoritmo y la intentan vender por un millón de dólares sin éxito. El no haber logrado la beca o bien el haber logrado vender su empresa hubieran hecho que el mundo hoy fuera diferente a tal y como lo conocemos, y aún más para Larry Page y Sergey Brin.

En su posterior ascenso a los cielos, Google dejó en la cuneta a empresas como Lycos o Altavista, pero cualquier decisión equivocada en un momento inoportuno por la parte de los fundadores de Google podría haber dado fácilmente un resultado distinto. Los fundadores de Google, que duda cabe, son dos mentes brillantísimas, pero los creadores de Lycos y Altavista no lo eran menos. Sencillamente, los creadores de Google tuvieron más suerte.

Desconozco los detalles de la biografía de Amancio Ortega y de Zara, pero intuyo que como en cualquier caso de fenómeno de Cisne Negro positivo combina ciertas dosis de talento con muchísimas más de suerte. Si Amancio Ortega hubiera acabado sus estudios y completado una oposición para ser ferroviario como su padre sin duda su vida hubiera dado un giro radicalmente diferente. O si no se hubiera casado con Rosalía Mera, recientemente fallecida y que conocía el mundillo textil en sus inicios mejor que el propio Ortega.

Intuyo además que en el ascenso de Zara hacia la cumbre del éxito algunas decisiones no necesariamente estúpidas hubieran frustrado que Zara se convirtiera en un coloso de la moda. Imaginemos que en vez de ropa y complementos para mujer Ortega hubiera decidido transformar su producción de batas para amas de casa en batas para médicos y que hubiera ganado así un lucrativo contrato con el INSALUD. Etcétera.

Séneca, probablemente el hombre más rico que haya nacido en la Península hasta la aparición de Ortega 20 siglos más tarde afirmó que todos los hombres están en deuda, ya sea con otros hombres o con la Fortuna. En el caso de Ortega, que duda cabe, la deuda la tiene con la diosa.

Andrew Carnegie, magnate del acero que donó el 90% de su fortuna a la filantropía, dijo que los millonarios que murieran con su fortuna completa pasarían a la historia sin ser llorados, sin honra y sin que les canten (unwept, unhonored, and unsung). Así que 40 millonarios americanos encabezados por Bill Gates y Warren Buffet se han comprometido a seguir sus pasos y a donar por lo menos la mitad de sus fortunas.

Amancio Ortega no ha seguido (aún) los pasos de Carnegie. Su fundación donó a Cáritas 20 millones de euros el año pasado, es decir, algo así como un 0,05% de su patrimonio, una milésima parte de lo que los millonarios americanos se han comprometido a donar. Su exmujer, que era la segunda fortuna del país pese a tener un patrimonio unas 10 veces menor al de Ortega parecía ser una filántropa más activa.

La inacción de Ortega quizás se deba a que su fortuna está concentrada en acciones de Inditex, empresa sobre la que probablemente desea conservar el control total. Puede que desee mantenerse alejado de los focos, con la discreción que le caracteriza. Puede que desconfíe de los pedigüeños. Puede que simplemente le falten ideas. Gastarse una fortuna de tal calibre, que duda cabe, es una empresa que requiere grandes dosis de creatividad. Propuestas como las del Dr. Mora quizás puedan estimular la imaginación de Ortega.

Las razones por las que Ortega no haya decidido desprenderse de una fracción importante de su patrimonio pueden por lo tanto ser más o menos respetables, pero sin ninguna duda ninguna de ellas le librará de pasar a mejor vida unwept, unhonored, and unsung.