Aplicando el principio de caridad al independentismo

Aplicando el principio de caridad al independentismo

El presidente catalán, Quim Torra.JOSEP LAGO via Getty Images

He escrito en este blog varios artículos críticos con el independentismo desde septiembre del año pasado, con la aceleración del procés de la que se ha cumplido ahora un año. Lo hice motivado por el hecho de que el Govern de la Generalitat actuó con un afán ideológico poco ajustado a la realidad no ya del derecho internacional, sino de la pura lógica electoral que debería extraer quien cuenta con el 48% de los votos, entre los que el mío no se encontraba.

Aprovechando la relativa ausencia del "rival" en los debates (véase el Gobierno o la otra mitad de catalanes que estamos menos activados ideológicamente), los independentistas enmarcaron el debate bajo la premisa de una independencia low-cost, que eran la única que les daba un resultado electoral potable, combinándola sabiamente con ciertas gotas de republicanismo. Ahora bien, ¿podrá en el futuro el independentismo ganar una batalla de ideas con premisas más realistas y desde la racionalidad?

Las premisas más importantes en un supuesto debate racional habrían de ser que la única independencia posible habrá de ser negociada con el resto de España por mecanismos legales y democráticos y aceptando que una Cataluña independiente no formaría parte de la UE de forma automática después de una proclamación de independencia reconocida por el resto de España.

El enroque nacionalista-etnicista que la elección de Torra ha supuesto es para quién esto escribe el peor posible

Con premisas realistas como las anteriores, el independentismo tendría problemas serios para defender con éxito la viabilidad de la económica de la independencia, o como mínimo los mismos que el Gobierno de May está teniendo para consumar el Brexit pero muy posiblemente más, especialmente porque como muy bien sabe Alexis Tsiprasel euro es una nasa: se puede entrar pero no se puede salir de él sin unos costes enormes en el corto plazo.

Ahora bien, vivir fuera de la UE es una opción, como llevan demostrándonos los suizos desde hace muchos años y como se disponen a demostrarnos dentro de poco los ingleses. Puesto que el sentimiento antieuropeo es escaso en Cataluña, creo poco probable que el independentismo se llevase el gato al agua bajo semejantes premisas, pero no es en absoluto imposible.

¿Cuál sería el argumento más sólido del independentismo, en mi opinión, si el debate se enmarcara bajo esas premisas racionales? Avanzo que el enroque nacionalista-etnicista que la elección de Torra ha supuesto es para quién esto escribe el peor posible. Si aplico el principio de caridad al independentismo, el mejor argumento posible que se me ocurre es que una Europa que reconociera a toda comunidad política el derecho de secesión y se fragmentara en una plétora de mini-estados (o incluso de ciudades-estado) estaría de hecho mejor administrada que una Europa gobernada por un puñado de altos comisarios desde Bruselas sometidos a escaso control democrático (que es a lo sumo indirecto): es decir, máximo poder al localismo o cantonalismo frente al centralismo de la Unión.

Las posibilidades de que una startup como la de Colón prosperase eran mucho mayores en Europa que en China precisamente porque Europa no estaba sometida a una autoridad centralizada.

En el epílogo de Armas, gérmenes y aceroJared Diamond expuso que Europa tomó la delantera a China hacia el final de la Baja Edad Media precisamente porque estaba fragmentada políticamente, y China no. Diamond da el ejemplo del navegante Zheng He, y lo compara con la odisea de Colón que fue casi 100 años posterior. He logró acostar África con una flota muy superior a la colombina, y es incluso posible que alguna de sus naves fueran las primeras en doblar el cabo de Buena Esperanza, y sin embargo la finaciación de estas expediciones dependía de los designios de un emperador megalómano (Zhu Di), y en cuánto sus "sensatos" descendientes cortaron el grifo financiero de las mismas el poder naval de China desapareció durante siglos, precisamente en los albores de la era de los descubrimientos.

Veamos el contraste con Europa con el ejemplo de Cristóbal Colón. Colón era un oscuro navegante del que ignoramos incluso su lugar de nacimiento, con un proyecto (¿una startup?) basado en unos cálculos erróneos según los cuáles unas cuántas semanas de navegación hacia poniente desde las Azores serían suficientes para llegar precisamente a China. Los expertos del rey Juan II de Portugal dieron carpetazo al proyecto, ya que estimaron (correctamente) que los cálculos de Colón no eran correctos. Parece que Colón sondeó también sin éxito a Enrique VII de Inglaterra, para finalmente asegurar la financiación necesaria gracias a Isabel la Católica.

Aceptemos como cierto que el retorno sobre la inversión para los Reyes Católicos fue enormemente positivo: las posibilidades de que una startup como la de Colón prosperase eran mucho mayores en Europa que en China precisamente porque Europa no estaba sometida a una autoridad centralizada. "Errores" tales como financiar la expedición de Cristóbal Colón eran mucho más factibles en Europa, cuya autoridad estaba altamente fragmentada, que en China. Ello no quiere decir que China estuviera mal gobernada, sino que Europa experimentaba en el siglo XV con digamos veinte formas de gobernanza simultáneas mientras que China lo hacía con solamente una. Si asumimos que el futuro es incierto y que definir a priori las mejores políticas a seguir es imposible, históricamente Europa ha gestionado mejor los riesgos derivados de seguir malas políticas gracias a la aleatoriedad intrínseca a su fragmentación. Es decir, mientras en Europa un país ensayaba digamos la política A, otro ensayaba digamos la política B. En Europa, por lo tanto, se ha practicado en mayor medida el ensayo y error, mientras que China ha sido gobernada históricamente por una jerarquía de mandarines única.

Si yo no fuera catalán sentiría bastante simpatía por Puigdemont y por Junqueras

Siguiendo el ejemplo de Diamond en negativo, si aceptamos que el régimen socialista ha empobrecido a la China durante casi 50 años, en Europa por lo menos tuvimos la suerte de que la mitad del continente no siguió políticas socialistas después de la Revolución de 1917, por lo que en términos relativos nuestro empobrecimiento ha sido mucho menor. Y el mismo argumento lo podemos repetir hasta el absurdo.

Desde esta perspectiva el Brexit ha de ser considerado como un evento positivo para el conjunto de Europa, ya que mediante el mismo los europeos cubrimos nuestros riesgos de seguir políticas que puedan abocarnos al abismo en masa como si fuéramos lemmings. Supongamos (y sé que es mucho suponer) que en el 2025 Jeremy Corbyn fuera primer ministro y se embarcara en una serie de políticas bolivarianas y que la UE no lo hiciera. Cuando hacia el 2035 Inglaterra estuviera arruinada por la hiperinflación, a muchos británicos siempre les quedaría la opción de emigrar hacia la UE. Y nótese que el mismo argumento funciona en sentido contrario: si la UE fuera la que siguiese las políticas nefastas, a muchos europeos nos quedaría la opción de embarcarnos hacia Inglaterra como De Gaulle ya hiciera en junio de 1940.

Sé que soy un pelín excéntrico, pero personalmente argumentos de este tipo me resultan bastante convincentes para favorecer la salida de un cierto número de países de la UE, e incluso la creación de nuevos estados o de nuevas ciudades-estados. De hecho, si yo no fuera catalán sentiría bastante simpatía por Puigdemont y por Junqueras, de forma similar a la que me inspirara Yanis Varoufakis cuándo fantaseaba con sacar a Grecia de la Eurozona y crear un criptodracma o algo parecido.

Lo que resulta mucho más difícil defender es cuál es el grado de fragmentación óptimo para Europa

Defender que cierta fragmentación política es buena para Europa resulta pues racionalmente posible y puede hacerse de forma elocuente. Lo que resulta mucho más difícil defender es cuál es el grado de fragmentación óptimo para Europa. Si bien la creación de un nuevo estado como la República Catalana a lo mejor bien pudiera ser en términos netos positva para Europa e incluso para Cataluña, ¿lo sería también la creación de una isla flotante soberana para multimillonarios en el Mediterráneo? (el inversor Peter Thiel ha defendido hasta hace poco un proyecto en esta línea). ¿Y la independencia de Córcega de Francia, o la de Rodas de Grecia? ¿Y la de la provincia de Tarragona de la hipotética República Catalana?

Al no tener una respuesta a estas importantes preguntas (y no creo que nadie la tenga), este bloguero seguirá manteniendo, por lo menos en lo que a mi país respecta, una opinión conservadora. Que se independicen los otros.

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