La morosidad en Francia

La morosidad en Francia

Hablar de morosidad en Francia no evoca las mismas imágenes que en nuestro país. 'Morose' se puede traducir del francés como de humor sombrío. Si en Francia se habla de un "clima general moroso" hay que entenderlo, pues, en este sentido.

Hablar de morosidad en Francia no evoca las mismas imágenes que en nuestro país. Los desahucios no son un problema aquí, y de hecho hasta hace muy poco los precios de la vivienda en París segían subiendo de forma sostenida (aunque acaban de empezar a bajar). Morose se puede traducir del francés como de humor sombrío. Si en Francia se habla de un "clima general moroso" hay que entenderlo, pues, en este sentido.

La crisis en Francia no ha causado ni por asomo los mismos estragos que en el sur de Europa, pero tampoco la ha dejado indemne. Hasta hoy, los niveles de empleo anteriores a 2008 se han mostrado sólidos y no ha habido la imparable escalada del paro que hemos sufrido en España. Pero el año pasado el crecimiento fue nulo, y al parecer este año va a ocurrir otro tanto. El pesimismo empieza a adueñarse del país de forma generalizada y empieza a cundir la idea ya conocida en nuestro país de que Francia ha vivido por encima de sus posibilidades y que inevitablemente van a tener que empezar a aplicarse recortes.

Y sin embargo hace menos de un año François Hollande era elegido presidente de Francia, por un margen estrecho pero con un claro discurso en contra de las políticas preconizadas por el dúo Merkozy, lo que a muchos españoles nos invitó a soñar con un giro de timón en Europa, ya que tradicionalmente los franceses son buenos diciendo que non. Amparado por la crisis y por los excesos de Nicolas Sarkozy, Hollande prometió ser un "presidente normal" en contraposición a su predecesor, pero a tenor de los resultados parece que será más bien recordado por ser el "presidente mediocre". Después de destaparse que Cahuzac, el ya exministro de Presupuesto tenía cuentas secretas en Suiza y Singapur la popularidad de Hollande es la más baja de un presidente francés no ya en un primer año de ejercicio, sino de todos los tiempos desde que se recogen este tipo de encuestas, y no hay visos de que remonte el vuelo.

El éxito militar de la Operación Serval en nada ha cambiado la tendencia hacia la impopularidad de Hollande en Francia, pero a lo mejor le permiten hacer carrera en Malí si Sarkozy, tal y como se rumorea, decide tomarse la revancha en 2017. La derecha, dividida desde el retiro de su jefe reclama su regreso pese a su reciente imputación en una de las múltiples causas de financiación ilegal que le acechan.

La aprobación del matrimonio homosexual por el Ejecutivo ha sido aún menos rentable que la Operación Serval en términos de popularidad, ya que la derecha se está movilizando de una forma inédita en Francia, polarizando el país y el ambiente. Mientras el texto se discutía en el Senado hubo una operación por parte de los manifestantes para rodear el hermoso palacete enclavado en el Jardín de Luxemburgo, que inevitablemente recordaba a las imágenes de nuestro Congreso de los Diputados cercado. Si los militantes anti-bodas gay de Francia se inspiran en nuestros antisistema pronto le montarán un escrache a Christiane Taubira, la ministra de Justicia y principal impulsora del proyecto.

Me quedaré sin verlo. El último trámite para aprobar la ley (un segundo debate en la Asamblea Nacional) sigue su curso en este momento en medio de la crispación generalizada, que esperemos que se disuelva tras ser aprobada la ley. En lo que a mí respecta, al no serme renovado mi contrato podré plantarme en Barcelona para Sant Jordi. Y es que no hay mal que por bien no venga.