La solar fotovoltaica y el zapaterismo

La solar fotovoltaica y el zapaterismo

El Gobierno se dispone a darle la puntilla a la solar fotovoltaica. nuestra industria, que compitió en su día con la alemana, está ahora desapareciendo: cierre de la planta de Puertollano y más recientemente, concurso de acreedores de Isofotón. No todo es culpa de la competencia de los chinos.

En mi último año de carrera (corría el curso 2004/2005) tuve la suerte de participar en un programa de intercambio de estudiantes muy parecido a un Erasmus pero financiado en parte por empresas patrocinadoras que además ofrecían a los estudiantes participantes la posibilidad de hacer unas prácticas en una de ellas al acabar el año académico.

Acabé el programa becado por Siemens en Lisboa con el encargo de realizar un estudio sobre la energía solar fotovoltaica en España, Portugal e Italia. Siemens producía una gama de inversores solares muy vendida en Alemania y le interesaba saber cuál era el mejor mercado potencial para exportar sus productos en el sur de Europa, por lo que mi trabajo consistía en analizar las posibilidades que ofrecían dichos mercados, idealmente con una perspectiva a largo alcance de unos diez años (en ciertos países, gobiernos y empresas planifican para el largo plazo). Para los no familiarizados con la tecnología eléctrica, un inversor solar es un componente necesario en toda instalación solar fotovoltaica conectada a la red ya que transforma la corriente continua producida por los paneles en la corriente alterna que alimenta la red, siendo por lo tanto un elemento importante de estas instalaciones.

Aunque parezca mentira, dado que las condiciones climáticas son bastante peores en Alemania que en nuestro país (la irradiación media en Alemania es un 60% de la de la media española), Alemania era y sigue siendo con diferencia el mercado más desarrollado en Europa (y líder mundial) para la energía solar fotovoltaica. Y esto es así no por casualidad sino porque los alemanes quieren que así sea y han creado el marco que lo hace posible.

En el momento en el que escribí mi informe para Siemens la energía solar fotovoltaica se disponía a dar un salto de gigante en nuestro país. Además del clima, España reunía una serie de condiciones que prometían un futuro esperanzador para el desarrollo de la energía solar: la industria nacional ya estaba entonces muy desarrollada -un fabricante de paneles español, Isofotón, era uno de los principales actores del mercado en competencia directa con los alemanes-, e incluso en investigación España era un país puntero, segundo en número de publicaciones después de Alemania. Además de ello, el Código Técnico de la Edificación entonces recién aprobado preveía unos aprovechamientos mínimos de energías renovables en todo nuevo edificio.

Por aquella época se consideraba que había un cuello de botella en nuestra industria por la escasa capacidad de fabricación de obleas de silicio (que juntas componen los paneles solares), pero ese mismo año 2005 la empresa Silicio Solar abrió la primera fábrica de obleas en nuestro país en Puertollano con apoyo de la SEPI.

El marco era ya de por sí propicio, pero el catalizador definitivo para impulsar la solar fotovoltaica en España fue el Real Decreto 436/2004 aprobado en marzo de 2004 pero ya derogado, que inspirado en el modelo normativo alemán ofrecía una prima para los pequeños productores de electricidad del 575% de la Tarifa Media de Referencia (TMR) durante 25 años y del 460% durante el resto de la vida útil de la instalación (existían otras alternativas a las que los productores podían acogerse, pero remito al BOE a los interesados). Técnicamente estas primas no eran subvenciones, sino que las eléctricas las pagaban mediante un canon del 4,38% de la factura eléctrica que se cobraba para fomentar la diversificación de las fuentes de energía.

Aunque técnicamente las primas no sean subvenciones, en la práctica sí lo son, pero se pueden justificar de muchas y múltiples maneras: desde las ayudas que recibieron en su momento los desarrollos de otras tecnologías como la nuclear hasta el hecho de que la solar sea la forma de energía más limpia y silenciosa y que sus horas de producción suelan coincidir con los picos de consumo, por no hablar de la posición de desventaja de los particulares con respecto a las grandes compañías eléctricas en el acceso a la red.

El Real Decreto 436/2004 fue por cierto aprobado en los últimos estertores del aznarato, pero fue el Gobierno de Zapatero quien lo desarrolló y le dio continuidad durante su primera legislatura, con una segunda norma, el Real Decreto 661/2007. Además de las primas, el ICO abrió una línea de ayudas a la instalación con créditos blandos muy ventajosos de entre el 10% y el 20% del total del coste total de instalación, por lo que en mi informe señalé que España era objetivamente el mercado más apetitoso del sur de Europa, si bien destaqué que era aventurado lanzar cifras ya cualquier cambio en la normativa podría hacer cambiar la situación radicalmente.

Con los esquemas de ayudas existentes entonces un pequeño productor podía fácilmente amortizar su inversión en quince años, y a partir de entonces disfrutar de una renta por unos 25 años más, si se considera una vida útil de 40 años para una instalación -lo que es muy razonable-. En base a estos números, y a que es más fácil colocar un panel fotovoltaico y conectarlo a la red (aunque hay que vigilar que no lo roben) que plantar un olivo, sulfatarlo y varearlo, muchos de nuestros agricultores se animaron a plantar paneles en cooperativas que se denominaron a menudo granjas solares. Con la garantía del BOE, las instalaciones solares eran percibidas además como un activo financiero sin riesgo.

En 2008, con la crisis ya asomando y con muchos potenciales productores ya oliéndose que las ayudas iban a desaparecer se instalaron casi 3 GWP en España, lo que equivale a decir que ese año, por primera vez en la historia -quisiera creer que no será la última, pero me cuesta- se instalaron más paneles en España que en Alemania. El GWP es la medida de potencia instalada más utilizada en la industria, 3 GWP de potencia instalada quiere decir que bajo unas condiciones de laboratorio estándar (que eso sí, se dan en la realidad muy poquitas horas al año) se instaló una capacidad de producción de casi tres reactores nucleares (durante las pocas horas en que los paneles funcionen en condiciones estándar, todo hay que decirlo).

Se trataba, como suele ocurrir en nuestro país, de una burbuja por lo que no hubo continuidad. Me queda el consuelo de no haberle insistido demasiado a mi abuela de cambiar sus olivos por paneles solares. A diferencia de Alemania (cuyas leyes prevén una continuidad de las ayudas en base a las concesiones realizadas en el año anterior, para dar consistencia a la industria), las primas aquí fueron de los primeros recortes que se aplicaron, pero la cosa no se quedó ahí. Incluso a los que ya habían realizado la inversión amparados en el BOE se les está recortando, y no poco. En 2010, con el PSOE aún en el Gobierno se redujo, y con efecto retroactivo, a 25 años el periodo máximo por el que se podían cobrar las primas. El PP adujo, con razón, que esta retroactividad introducía una inseguridad legal de nefastas consecuencias.

Ahora, sin embargo, el Gobierno se dispone a darle la puntilla a la solar fotovoltaica con un gravoso peaje a los pequeños productores de electricidad con el mal llamado Decreto de autoconsumo. Por todas estas razones, la potencia instalada en España en los cuatro años posteriores a 2008 es de apenas un tercio de la instalada en ese año. Y leo con tristeza que nuestra industria, que compitió en su día con la alemana, está ahora desapareciendo: cierre de la planta de Puertollano y más recientemente, concurso de acreedores de Isofotón. Y obviamente, no todo es culpa de la competencia de los chinos.

Hace ahora un año, y con motivo del cese de Ana Pastor de TVE, escribí en este blog: "De haber dejado el zapaterismo algún legado de cierto valor, este podría sucintamente resumirse en ciertos avances en derechos civiles y una televisión pública presentable. La purga de TVE y la defensa de Gallardón de los derechos de los fetos con deformidades a costa de los derechos de las mujeres dejan presagiar que a dicho legado le quedan dos telediarios."

Me olvidé de la solar fotovoltaica, lo admito. Supongo que después de ésta ya sólo le falta al Gobierno proponer una demolición sistemática de la Cúpula de la Sala de los Derechos Humanos de Barceló en Ginebra, cargarse el Delta del Ebro y reenviar las tropas a Irak: las ganas seguro que no les faltan, así que tiempo al tiempo.