Manifestación por el lobo ibérico

Manifestación por el lobo ibérico

Coincidiendo con el aniversario de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente, el 13 de marzo se ha celebrado en Madrid una manifestación por la protección total del lobo en España. Un ser mítico, legendario y fascinante, idealizado en las ciudades y aborrecido en el campo, víctima de un odio prepotente e injustificado.

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Lobo ibérico en La Culebra. Foto: GEOPIEDRA.

Coincidiendo con el aniversario de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente, el domingo día 13 de marzo se ha celebrado en Madrid una multitudinaria manifestación por la protección definitiva y total del lobo en España.

El lobo... Un ser mítico, legendario y fascinante que, sin embargo, despierta sentimientos tan encontrados y tan opuestos como la manifestación de este domingo por a la muerte reciente y habitual de ejemplares en los territorios protegidos al sur del Duero, debido a la presión sobre las autoridades políticas de las organizaciones de ganaderos que se sienten damnificadas por las "lobadas".

Al lobo lo idealizan quienes viven en las ciudades, al tiempo que se le aborrece en el campo hasta convertirlo en una especie abominable. Parece que no podemos ponernos de acuerdo, ni con esto, ni con el maltrato animal, ni con tantas otras cosas. Dice Javier Pérez Reverte que esto responde a la necesidad elemental del español de etiquetar: "A falta de solidez y cultura, el español tira de etiquetas. En este país estamos seguros de que, si estás aquí, no puedes estar allá; que si te gustan los toros, eres de derechas; que si eres ecologista, de izquierdas. Eso nos lleva a lugares muy peligrosos...".

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Reflexionaba Félix: "¿Por qué aúllan los lobos? En primer lugar, para comunicarse unos con otros. En segundo lugar, para marcar sus territorios. En tercer lugar, quizás, para expresar la profunda tristeza del corazón de una especie que dominó en medio mundo y que está al borde de la extinción...". Foto: GEOPIEDRA.

Si se concedió al lobo la barrera de salvación del Duero fue por el escaso número de ejemplares que lo sobrepasan hacia el sur. Aun así, el lobo es víctima de un odio prepotente e injustificado en su zona protegida, y en el Parque Nacional de Picos de Europa, y en toda Asturias, Cantabria, País Vasco, en donde cae en batidas de jabalíes en las que, pudiendo ser cazado un único ejemplar, lo son ilegalmente a veces dos, tres, cuatro...

El lobo ha sido extinguido en Sierra Morena, y ahora, la Junta de Andalucía se plantea reintroducirlo con un oneroso programa, a imagen y semejanza de lo que ha ocurrido con el lince. Entre otras cosas, porque es un mandato europeo.

Lo cierto es que, mientras el hombre siga pensando, según nuestra cultura atávica, que no sólo es el amo y señor de la creación sino que puede hacer todo a su antojo y, sobre todo, a su conveniencia; y mientras estemos en manos de gestores cuya única motivación es atender a las demandas de grupos de votantes; mientras cada uno quiera beneficios para lo suyo (al taxista, que le bajen el gasoil; a los del cine, que les bajen el IVA; al ganadero, que le quiten los lobos) en vez de aumentar la productividad, mejorar las películas o poner mastines a guardar el ganado... El "civilizado" lobo, seguirá siendo, 36 años después de haber muerto Félix, víctima de nuestra inquina, inequidad, egoísmo, salvajismo e incultura.

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Grupo de naturalistas avistando lobos. Foto: GEOPIEDRA.

Parece que lo que no es negocio no tiene cabida en nuestro orden social. Pues bien, el lobo atrae a una nueva suerte de moradores a las sierras. Las recorre ahora una moderna población de visitantes o habitantes capaces de gozar de la atmósfera indómita, a la que estremece la idea de compartir el espacio con un ser tan fascinante.

Ingleses, franceses, alemanes, americanos, japoneses y, por supuesto, españoles, y gentes de otra infinidad de países, acuden por ejemplo a La Culebra, en Zamora y se gastan enormes sumas de dinero que repercuten en un nuevo dinamismo turístico.

Madrugan, pasan frío, y sólo ocasionalmente tienen la suerte de cumplir su sueño, a veces fugazmente, de avistar a los siempre discretos lobos; mientras, ingenuos, no entienden que otros hombres esperen como ellos al lobo, no para observarlo con sus telescopios, sino para descerrajarle un tiro mientras come, confiado, un cebo de trampa y de engaño.

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La intensa y noble mirada del lobo ibérico. Foto: GEOPIEDRA.

La profunda mirada de estos seres, su porte majestuoso y su pelaje brillante, compensan a los aficionados cualquier esfuerzo. Hasta el punto de regresar una y otra vez y, en algunos casos, hasta para irse a vivir a la sierra. ¿Cómo pueden ser víctimas de la codicia y la falta de humanidad de otros? ¿Cómo ha podido el poder político, populista, oportunista y sordo al progreso del ser humano, proponer en Europa extender su área de caza al sur del Duero, en donde actualmente es especie protegida? ¿O prometer algo tan salvaje, inculto y falaz como que, si ganan tales o cuales elecciones, declararán algún territorio "libre de lobos"? Deprimente, pero es la cruda realidad en muchos lugares de España y de todo el mundo, en los que la atávica persecución del lobo continúa, legal o ilegalmente.

Como se viene hace tiempo reivindicando, pero con particular insistencia estos días, el lobo debería dejar de ser especie cinegética, compensando los intereses económicos afectados por su presencia con rapidez y generosidad pero, sobre todo, con rigor; porque son notables los casos conocido de fraude en las reclamaciones de daños por ataques de lobo al ganado. Se debería exigir a los ganaderos que pongan los medios para proteger a sus rebaños, en vez de reclamar el exterminio de los lobos, de los lobos de todos.

"He leído de muy cerca, en las pupilas de mis lobos, toda la fidelidad monolítica que reside en su complejo comportamiento. He descubierto que los lobos son cooperativos, comunitarios, que adoptan a los cachorros huérfanos, que comparten el alimento, que jamás abandonan a los heridos o a los débiles"

F. R. de La Fuente

Si el mero respeto no fuera suficiente hacia una especie que ha desarrollado instintos que hacen a un individuo incapaz de hacerle daño a otro, del que no existe evidencia de que jamás haya atacado a un hombre, mientras los humanos somos capaces de matarnos entre nosotros; si el respeto a nuestro patrimonio natural y biodiversidad tampoco lo fueran, qué mejor justificación entonces para proteger al lobo que los estudios, muy serios, que reflejan la inmensa desigualdad entre el beneficio de la actividad turística en torno a este ser, y su caza. Aunque solo fuera por eso...

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Protejamos al lobo antes de su ocaso definitivo. Foto: GEOPIEDRA.