El bienestar de los mayores en el mundo

El bienestar de los mayores en el mundo

Envejecer es una experiencia que todos vamos a experimentar. Hay, por tanto, que planear el futuro en las cuestiones básicas, garantizar las pensiones, la asistencia sanitaria accesible y crear entornos sociales propicios para todas las edades, sin dejar los cuidados a las personas mayores sólo de la mano de la solidaridad de las familias.

DAVID AGUILAR/EFE

Helpage Internacional ha presentado esta semana por tercer año consecutivo el informe sobre el bienestar de las personas mayores en el mundo, el índice global del envejecimiento Agewatch 2015, que nos aporta una interesante mirada sobre la vida de las personas mayores en todos los países, su situación económica y social y, sobre todo, una buena radiografía de lo que puede ser nuestro futuro. El índice, que nació con el apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas, no pretende otra cosa que llamar la atención sobre una realidad social que va a cambiar nuestras vidas y nuestras sociedades en las próximas décadas, y sobre la que es preciso adoptar medidas y estar preparados. España forma parte de ese club de 41 países que en el año 2050 estará hiper-envejecido, con más del 30% de la población con 60 y más años, y nos queda poco tiempo para ir preparándonos.

Según el índice, Suiza es el país donde actualmente las personas mayores viven mejor, seguido de Noruega, Suecia, Alemania y Canadá. Por el contrario Afganistán es el país con peores circunstancias para vivir en la vejez, seguido de Malawi, Mozambique, Cisjordania y Gaza. Llama la atención que en este ranking, junto a Japón, todos los países que encabezan los diez primeros puestos pertenecen a Europa y América del Norte. Eso sí, en el último cuarto de la clasificación, junto a la mayoría de países africanos, aparecen países de todas las regiones, y en posiciones muy bajas están también Grecia, Venezuela o Turquía.

De este panorama mundial hay algunas conclusiones interesantes que nos invitan no sólo a la reflexión sino a la acción. La desigualdad entre la salud, la educación y los niveles de ingresos de las personas mayores está aumentando entre los países de altos ingresos y en los países más bajos del ranking, generalmente de ingresos bajos. Estas desigualdades influye en la espeanza de vida, y la brecha ha aumentado en 7,3 años entre los primeros y los últimos países clasificados.

Así, los mayores viven una media de veintiséis años más a partir de los sesenta en países como Japón, y tan sólo dieciséis en países como Afganistán. Los conflictos internos y la crisis está afectando duramente a las personas mayores. Países como Venezuela tienen altas tasas de pobreza con un 38% de mayores pobres. Las medidas de austeridad golpean también más fuerte a los mayores y la crisis financiera del 2008 ha provocado recortes en pensiones, salud y servicios de atención social en los hogares, provocando además unas muy altas tasas de paro entre los mayores de 50 a 65 años. En países como Polonia, Portugal, Irlanda o Grecia el impacto ha sido brutal.

Dentro del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), China es el que está respondiendo proactiva y estratégicamente a los cambios demográficos, introduciendo por ejemplo un Plan rural de pensiones sociales. También la introducción de las pensiones sociales en Brasil ha sido el hecho que más ha contribuido a reducir las desigualdades en las últimas décadas.

Una vida de discriminacion de género combinada con la desigualdad de la vejez puede tener efectos devastadores en las mujeres mayores.

En nuestro país, que continúa ocupando un lugar destacado en el índice, -puesto 25 de 96-, en términos globales el bienestar de los mayores es aceptable. Tenemos la esperanza de vida más alta después de Japón y un estilo de vida mediterráneo que propicia entornos seguros, pero se ha retrocedido cuatro puestos desde el pasado año. Se aprecia el impacto negativo de la bajada de las pensiones, pero sobre todo han hecho estragos las jubilaciones anticipadas y el alto desempleo entre la fraja de personas de 50 y 65 años. Es significativo además, que en el indicador de entorno favorable se evidencie mas soledad y menos lazos de solidaridad con los mayores. Es probablemente uno de los datos que más indica el deterioro del entorno social de los mayores debido a la crisis.

Hay que destacar asimismo, que toda una vida de discriminacion de género combinada con la desigualdad de la vejez puede tener efectos devastadores en las mujeres mayores. Globalmente sólo en 46,8 por ciento de las mujeres entre 55 y 64 años son activas, y eso se traduce en menos posibilidades de tener una pensión o de ahorrar para el futuro, con lo que tienen un mayor riesgo de caer en la pobreza.

Envejecer es una experiencia que todos vamos a experimentar. Actualmente, en todos los países del mundo la población mayor es el grupo de mayor crecimiento, y este hecho va a afectar a nuestra economía, a nuestras formas de vivir, al ocio y a nuestras aspiraciones personales y profesionales. Pero no hay que perder la perspectiva de que el envejecimiento no es un problema, es un éxito del desarrollo humano y como tal tenemos que vivirlo. No es una amenaza, sino nuestra nueva realidad social, aunque no todos los Gobiernos están desarrollando las políticas necesarias para responder a los desafíos que representa el envejecimiento de su población.

Ese club de los 41 países hiperenvejecidos, entre los que estamos, tendríamos que aprender del ejemplo de Japón, un país con la esperanza de vida más alta del mundo, con un 33% de población de más de sesenta años. En la década de los sesenta, Japón emprendió una política de bienestar integral, introdujo cuidados universales de salud, una pensión social universal, y una plan de redistribución de ingresos, tasas bajas de desempleo e impuestos progresivos. Esta inversión ha dado sus frutos, y no solamente es el país con mayor esperanza de vida, sino uno de los más saludables y ricos del mundo. Hay, por tanto, que planear el futuro en las cuestiones más básicas, garantizar las pensiones, la asistencia sanitaria accesible, flexibilidad en el trabajo y en la educación a lo largo de la vida y crear entornos sociales propicios para todas las edades, y no dejar los cuidados sólo a la solidaridad de las familias.

Invertir en las personas da sus frutos en edades avanzadas, y hay que ganar el futuro. En el momento en el que los Objetivos de Desarrollo Sostenible lleguen a su fin en el año 2030, se prevé que las personas de sesenta y más años haya aumentado hasta el 16,5%, más de 1.400 millones de personas en el mundo y como decía en 41 países serán más del 30%. Tenemos sólo 15 años para prepararnos.Los jóvenes de hoy deberíamos ser los más preocupados por estas políticas, porque seremos los potenciales beneficiarios en el futuro.

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