La guerra de la bicicleta

La guerra de la bicicleta

España es uno de esos países que, en comparación con sus homólogos europeos, va tarde en la inclusión de medidas que fomenten la bici; esto significa que a día de hoy no tenemos un Plan Nacional de la Bicicleta, infraestructuras nacionales o campañas de sensibilización para incentivar su uso;

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Qué bonita es la bicicleta, ¿verdad? Dar un paseo en domingo, el viento en la cara, ese sentimiento de libertad y autonomía. Parece un objeto de tienda de ocio, indefenso, al que amar porque nos trae los buenos recuerdos de la infancia. La realidad es que la bicicleta tiene cada días más adeptos. Es un medio de transporte a la altura de las circunstancias. Y, esto, por lo que se ve, puede levantar ampollas o sonrisas. Sin embargo, no voy a hablar de bicicletas, sino de dinero. Detrás de cada industria hay dinero, detrás de cada venta de una bicicleta hay unos beneficios y unas pérdidas. En muchos países de Europa ya se dieron cuenta del filón, no sólo por la pacificación del tráfico, la reducción de accidentes motorizados o el ahorro en gasto sanitario público. Se dieron cuenta del crecimiento de esta industria. La exportación de bicicletas alemanas crece como la espuma. Dejando a un lado la economía local de tiendas, talleres o puestos de empleo relacionados con la bicicleta -que en España ya dan de comer a más de 14.000 familias-, hay otros datos impresionantes, como los 1620 millones de euros anuales que genera el turismo en bici, según el Parlamento Europeo. Casi nada. Qué bonita es la bicicleta, ¿verdad? Dar un paseo en domingo, el viento en la cara, ese sentimiento de libertad y autonomía.

Pues sí, aunque no hemos descubierto Roma, detrás de la bicicleta hay grandes intereses, y de envergadura. Esto significa que la prosperidad de una industria tiene muy preocupados a los que se ocupan de mantener industrias que no están en años de bonanza.

También hay realidades sociales que se reflejan en las peticiones ciudadanas, como las que lleva haciendo décadas la Coordinadora en Defensa de la Bicicleta, ConBici, o la Asociación AContramano, a favor de la construcción de carriles bici. O las innumerables peticiones de famosos planes estratégicos públicos a favor de la bici, que no han sido escuchados durante años.

España es uno de esos países que, en comparación con sus homólogos europeos, va tarde en la inclusión de medidas que fomenten la bici; esto significa que a día de hoy no tenemos un Plan Nacional de la Bicicleta, infraestructuras nacionales o campañas de sensibilización para incentivar su uso; mientras Francia se plantea ya acciones directas y efectivas como subvencionar a los trabajadores que pedaleen hasta su puesto de trabajo -estimando una cifra de entre 15 y 30 céntimos de euro por kilómetro recorrido. El dinero británico que el Gobierno de Cameron y Clegg ha destinado a la bicicleta suma un total de 588 millones de libras (más de 740 millones de euros). Y es que, según la London School of Economics, cada ciclista ahorra 276 euros a la sociedad en beneficios intangibles.

Mientras en España unos publican de forma abierta un informe detallado como las Directrices para un Plan Nacional de la Bicicleta (apoyado por los miembros de la Mesa Nacional de la Bicicleta, donde están las asociaciones y comerciantes más potentes como ConBici, Asociación de Ciclistas Profesionales o la Plataforma Empresarial de la Bicicleta (PEB) -para decir algo así como "oigan, que esto es muy fácil, que para que la gente vaya en bici sólo hay que hacer esto"-) explicadito en 53 sencillas páginas con fotos y links.

Por otro lado, los detractores, los que se relacionan con otras industrias, y que se hacen llamar la Cátedra Española de Seguridad Vial y Movilidad han logrado poner en pie de guerra a todo el sector ciclista y de la movilidad sostenible con la publicación un informe de 9 páginas sin datos empíricos donde recomendaban medidas totalmente desmotivadoras para el uso de la bici. (El informe se ha retirado de la web, pero aquí hay un artículo de la plataforma ConBici que se refiere a éste de manera extensa.) Esta pequeña guerra de guerrillas, de papeles y opiniones, directrices e informes, tendría su gracia si no hubiera riesgos reales de que termináramos siendo el hazmerreír de Europa en materia de movilidad sostenible. En esta cátedra, que en el sector de la bici es conocida como una cátedra poco rigurosa, hay personas detrás de peso y con poder, como la directora de la DGT, María Seguí, máxima responsable de la redacción del próximo Reglamento General de Circulación, el general jefe de la Guardia Civil de Tráfico o el director general de Audi España.

Pero están las personas del bando de la bici, algunas de las cuales, como Ricardo Marqués, critican este informe. En su blog, Movilidad Activa, Marqués se detiene especialmente con la medida de poner un chaleco con un número obligatorio bien visible al ciclista, y dice así: "En lo referente a la matrícula y al seguro obligatorio, baste decir que seríamos el único país del mundo donde se exigieran semejantes trámites. Por no hablar de la peregrina idea de marcar a los ciclistas con un número de ciclista que debería 'portar con visibilidad suficiente en el dorsal del chaleco obligatorio', algo que atenta directamente contra el derecho a la intimidad de las personas."

Tras leer este informe, piensas que tarde o temprano te pondrán un brazalete con una rueda y te comenzarán a quitar tus derechos fundamentales. Da bastante miedo. Así que, señoras y caballeros, posiciónense en sus sillines si son de los que creen que la bici es un medio de transporte, les gusta el viento en la cara y ese sentimiento de libertad y autonomía, porque detrás de ella, hay dinero. Y por lo tanto, la guerra está servida. Prometo informar de cada batalla.