Ambiciones y miedos en la Siria post Assad

Ambiciones y miedos en la Siria post Assad

Aumenta la sensación de que el final del régimen de Assad en Siria podría estar cerca. Los combates en las calles de Aleppo y Damasco apuntan en esta dirección, aunque no se produzca de manera inminente y la dictadura aún presenta una dura batalla.

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Aumenta la sensación de que el final del régimen de Assad en Siria podría estar cerca. Los combates en las calles de Aleppo y Damasco apuntan en esta dirección, aunque no se produzca de manera inminente y la dictadura aún presenta una dura batalla. Pero destaca la manera en que las potencias regionales y los grandes actores internacionales están tomando posiciones para el futuro sirio.

La prensa internacional se ha poblado de artículos de análisis en las últimas semanas.

Una de las claves es saber qué futuro le espera a Siria una vez Bachar Al-Assad haya dejado el poder. ¿Prosperará la democracia? ¿O habrá un conflicto civil/religioso? ¿La inestabilidad se extenderá a otros países de la región?

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Rebelde combatiendo en Homs. Fuente: Wikicommons

En este sentido, The Guardian alertaba en un artículo del riesgo de que el Consejo Nacional Sirio no consiga cohesionar al país tras la salida de Assad del poder. En un escenario similar al que se ha visto en Egipto, el artículo avisa de cómo los Hermanos Musulmanes sirios están haciendo un paciente trabajo para conseguir el apoyo de la población. Los análisis más pesimistas verían un elevado riesgo de venganza por parte de los sunnitas contra los alauitas, alentados por el extremismo religioso.

Pero como han alertado también The New York Times y Le Figaro, existe el riesgo de que el conflicto se estanque, y adquiera tintes de balcanización. El régimen de Al-Assad pensaría una estrategia de último recurso, agrupar a los soldados alauitas para una última defensa en las zonas originarias de esta rama del Islam, en la costa del país junto a Latakia y Tartus. De producirse este escenario, la intención es convencer a estas tropas de que están defendiendo sus hogares natales y no solo a un régimen corrupto. La guerra civil pasaría de ser un conflicto por la libertad política a una clara lucha sectaria.

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Presidente Bachar Al-Assad. Fuente: Wikicommons

Si observamos a los vecinos, Turquía podría reforzar su papel de líder regional y calmar los ánimos internacionales si realmente se consolida un modelo de democracia con los islamistas en el poder. De igual manera, Ankara avanzaría en sus intentos de gozar de mayor influencia con sus vecinos para poder tratar cuestiones tan importantes como el conflicto en el Kurdistán.

Por otro lado, en caso del final de la dinastía Assad, Irán sí que vería comprometida su posición en Oriente Medio. Siria es un aliado clave para Teherán que le permite proyectar sus intereses en Líbano y más concretamente su apoyo a Hezbollah. El grupo terrorista chií es clave en su rivalidad con Israel. Además, la relación con Damasco es clave como contrapeso a las monarquías del Golfo cada vez más temerosas del poder iraní. Conviene recordar que junto a Turquía, Arabia Saudi y Qatar han capitaneado la ayuda a los rebeldes sirios para erosionar esta influencia persa.

En este sentido, Stratfor no ha dudado en vincular el atentado contra turistas israelíes en Bulgaria con un intento de Irán por presentarse como un actor fuerte a tenerse en cuenta en el futuro escenario sirio. Una hipótesis también apuntada por esta institución es que Irán estaría intimidando a los militares sirios para que no abandonen a Al Assad, bajo la amenaza de provocar una gran guerra regional con Israel.

Por su parte, Israel teme la inestabilidad que podría suponer una prolongación del conflicto, o la instauración de un régimen islamista en Damasco. Aunque Tel Aviv ha demostrado que su gran preocupación es si el polémico arsenal químico sirio va a parar a manos de Hezbollah, lo que desencadenaría una intervención inmediata de sus fuerzas.

Rusia ha advertido a su aliado sobre el uso de armas químicas.

En cuanto a los actores globales, Estados Unidos podría obtener grandes beneficios si la situación en Siria no degenera en un conflicto y se encamina una transición democrática. Washington conseguiría debilitar la influencia iraní en Oriente Medio y aumentar el cerco sobre Teherán. Todo ello sin haber disparado un solo tiro, lo que demostraría el cambio de estrategia de la Casa Blanca de no intervenir directamente a no ser que haya una amenaza clara y directa a sus intereses.

Pero el Gobierno estadounidense también ha expresado su temor a que Al Qaeda adquiera un gran protagonismo entre los rebeldes sirios.

Por el contrario, y como ya comenté en un anterior post, Rusia tiene fuertes vínculos con Damasco. Además, habría una coincidencia de intereses con China en evitar que en Siria hubiera un Gobierno pro Occidental. A Moscú y Pekín les interesa que Estados Unidos tenga algún tipo de desafío a su poder (tipo el programa nuclear iraní o un régimen incómodo como el de Al Assad), así Washington no puede centrarse exclusivamente en su rivalidad con rusos y chinos.

Rusia ha comenzado a acercarse a las fuerzas opositoras sirias para evitar quedarse completamente aislada en un escenario post Assad. Al fin y al cabo, el Kremlin aprovecharía sus activos en el país (inversiones e inteligencia) para mantener cierta influencia, y la advertencia a Damasco sobre el hipotético uso de armas químicas, demuestra que los rusos no irán hasta el final.