El océano Índico: escenario clave de la geopolítica mundial

El océano Índico: escenario clave de la geopolítica mundial

El dominio de los océanos ha marcado las relaciones de poder entre las grandes potencias desde el siglo XVI. Pero el océano que quizá no haya que perder de vista es el Índico, donde su importancia geoestratégica dibuja el futuro de las relaciones en el mundo multipolar del siglo XXI.

El dominio de los océanos ha marcado las relaciones de poder entre las grandes potencias desde el siglo XVI. Hoy en día, nadie duda ya del peso del Pacífico en las relaciones políticas y económicas mundiales. Mientras que el eje transatlántico ha sido fundamental para analizar las relaciones entre Estados Unidos y Europa. Pero el océano que quizá no haya que perder de vista es el Índico, donde su importancia geoestratégica dibuja el futuro de las relaciones en el mundo multipolar del siglo XXI.

Robert D. Kaplan, analista de Statfor, es uno de los principales defensores de la centralidad geopolítica de estas aguas como defiende en sus libros Monsoon y The Revenge of Geography. Este analista recuerda en sus trabajos como algunos de los padres de la geoestrategia como Alfred Thayer Mahan o Halford Mackinder ya apuntaron la importancia del Índico para las potencias que aspiren a un dominio global.

 

Barcos de la V Flota en un ejercicio con unidades británicas y australianas. Fuente: Wikimedia

Para dar una primera idea de su magnitud, conviene recordar que alrededor del 70% de la producción petrolífera mundial y del 50% de los mercantes mundiales navegan por sus aguas. Tampoco hay que olvidar que da acceso a zonas tan sensibles para las rutas marítimas como el Estrecho de Ormuz, el Canal de Suez o el Estrecho de Malaca, los célebres choke points.

Desde el punto de vista del interés de las grandes potencias, el "gendarme" del Índico sigue siendo Estados Unidos, a través de la V Flota que tiene su cuartel general en Bahrein. Además está la importante base de Diego García, una de las instalaciones militares más importantes con las que cuentan Washington fuera de sus fronteras. La Casa Blanca es consciente de la importancia de este escenario, y por eso ha decidido aumentar su cooperación con India.

Tampoco hay que olvidar el importante despliegue naval de la Unión Europea para luchar contra la piratería en Somalia, en el marco de la Operación Atalanta, y que tanto ha dado que hablar en los últimos años.

 

El océano Índico acoge buena parte del tráfico de petroleros del mundo. Fuente: Wikimedia.

Pero europeos y estadounidenses son los actores clásicos en el océano Índico, entre las potencias emergentes y más allá de cuestiones de nomenclatura, India está desarrollándose una destacable estrategia de proyección de su poder marítimo, un síntoma más de su voluntad de convertirse en potencia global. Nueva Delhi quiere que su flota tenga la capacidad para proteger las vitales líneas de navegación, por donde circulan materias primas y mercancías que hacen funcionar la economía mundial.

Evidentemente, la doctrina de la marina india tiene en cuenta la vieja rivalidad con Pakistán y un posible conflicto con este país. Pero lo que más preocupa a los estrategas indios es el aumento de la presencia de China en estas aguas.

Los dos gigantes asiáticos tienen una relación complicada que báscula constantemente entre la rivalidad y la cooperación. En el contexto de este escenario, India teme un "cerco estratégico" chino con el establecimiento una serie de puntos estratégicos (bases). Esta concepción se ha conocido como la estrategia del collar de perlas, un término acuñado por primera vez en 2005, en el informe Energy futures in Asia de una consultora del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Con todo, también hay quien considera exagerado hablar de este cerco a corto o medio plazo.

 

Vista del puerto pakistaní de Gwadar en Baluchistán. Fuente: Wikimedia

Por un lado, es cierto que India ha expresado en numerosas ocaciones este temor. Por ejemplo la última fue ante un acuerdo entre Beijing y las Islas Seychelles para que los barcos de guerra chinos puedan reaprovisionarse allí en su camino hacia el Golfo de Adén para luchar contra la piratería. Igualmente es cierto que la República Popular está realizando importantes inversiones para mejorar puertos claves en el índico como sería Gwadar en Pakistán, Kyauk Phyu (en Birmania) o Hambantota (en Sri Lanka). Pero parece que estas instalaciones no tendrían un uso claramente militar, sino que irían orientadas más bien hacia el uso comercial de las potentes exportaciones chinas. Además, de momento Nueva Delhi mantiene una clara superioridad militar en la región y China (pese al importante rearme naval) no estaría en condiciones de desafiarla, y mucho menos si se profundiza la colaboración estratégica entre indios y estadounidenses.

De igual manera, tampoco hay que olvidar otros frentes geopolíticos en el índico. Convendría observar la evolución de Somalia para ver hacia donde evoluciona el Cuerno de África. Por su parte y más allá del tradicional enfrentamiento con India y sus problemas internos con los islamista, Pakistán afronta otro gran desafío con la conflictividad en sus provincias de Baluchistán y Sind (las dos que ocupan la salida del país a este océano), que quieren mayor autonomía.

Por último conviene hacer referencia a Bangladesh. Pese a los persistentes problemas de pobreza, el país tendrá un gran papel en la geoestrategia del escenario si se desarrollan las rutas comerciales entre China y la Bahía de Bengala. Sin duda, el índico es un escenario a tener en cuenta para entender los equilibrios de poder en el mundo multipolar.