Se puede, ya lo creo que se puede

Se puede, ya lo creo que se puede

Bastan un puñado de visionarios promotores y unos pocos miles de ciudadanos activos para que estas iniciativas fructifiquen en propuestas sostenibles en el plano ético, y viables en el plano económico. Quizás pasaron los tiempos de esto o lo otro. Los ciudadanos queremos esto y lo otro también.

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Salgo con las pilas puestas de un sesión con la gente de Som Energia, la cooperativa de energía verde. Empezó su actividad en el último trimestre del 2011 impulsada por cien ciudadanos de Girona que querían poder comprar energía limpia. Hoy son 6.000 y reciben -desde todo el estado- más de 200 solicitudes de alta cada semana. Acaban de poner en marcha proyectos fotovoltaicos y han iniciado una gran planta de biomasa. ¿Oligopolio energético? Sin duda, pero...

Llego a casa, suma y sigue: carta de Ignacio Escolar a los socios de Eldiario.es. Resulta que en el año 2012 (su primer año) han ingresado 214.229 euros (el 60% por las aportaciones de sus 3485 socios) y han gastado 219.323 euros. Total, que al final han perdido poco más de 5.000 € cuando preveían perder casi 81.000. Un millón de lectores al mes, una redacción que no para de crecer y 120 colaboradores. ¿El fin de la prensa? Periodismo, a pesar de todo (lo dicen ellos).

Reviso los números de Guifi.net -la red abierta, libre y neutral que ofrece conexión entre ciudadanos-: más de 20.000 nodos activos, 160 creados en la última semana. La curva de progresión desde su creación en el 2004 hasta la actualidad parece logarítmica (puedes verla en su página). Un WhatsApp local que también exporta su modelo.

Som Energía no crece solo por la demanda de energía certificada como verde en nuestra sociedad, otros fracasaron en ello. Eldiario.es no crece solo por la necesidad de escuchar voces del mundo real ajenas al interés institucional o corporativo interpretando la actualidad: ha habido muchas iniciativas similares. Guifi.net no crece solo porque tenemos la necesidad de proteger nuestra privacidad y libertad de acción en la red, hay otras fórmulas. Crecen porque tienen sentido.

Crecen -sobre todo- porque dan sentido a los que se suman. No tienen comerciales, tienen socios que se sienten orgullosos de serlo y lo cuentan. No tienen clientes, tienen una comunidad a la que invitan a reunirse en la vida real y a participar públicamente en el debate sobre el futuro. Crecen porque lo grande ya no es necesario, ni desde luego necesariamente mejor, porque lo anónimo ya no es garantía de nada sino sospecha de ocultación y efectos colaterales; crecen porque lo suficiente es cada vez menos, porque queremos saber, porque sabemos participar.

Bastan un puñado de visionarios promotores y unos pocos miles de ciudadanos activos para que estas iniciativas fructifiquen en propuestas sostenibles en el plano ético, y viables en el plano económico. Quizás pasaron los tiempos de esto o lo otro. Los ciudadanos de ahora queremos esto y queremos lo otro también. No solo para los militantes, sino para todos.

Y si no puede ser, ya lo haremos nosotros.

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Este artículo se publicó originalmente en Yorokobu, en abril de 2013.

Foto: Nasa Dominio Público