Ya llueve menos para David Villa

Ya llueve menos para David Villa

Goleador contrastado anquilosado en el banquillo. Ése podía ser el resumen del primer tercio de temporada para Villa. Cerebral y sensato -viendo la racha de su equipo-, no ha querido orinar fuera de tiesto y provocar ninguna convulsión en el remanso de paz que es el vestuario azulgrana.

Goleador contrastado anquilosado en el banquillo. Ése podía ser el resumen del primer tercio de temporada para Villa. Cerebral y sensato -viendo la racha de su equipo-, no ha querido orinar fuera de tiesto y provocar ninguna convulsión en el remanso de paz que es el vestuario azulgrana.

La caseta le aprecia y le respeta. Además de que por condiciones futbolísticas está mucho más integrado en la filarmónica del Barça que Alexis Sánchez. El Camp Nou le vitorea como a un héroe cada vez que salta a la cancha, consciente de que una tercera parte de la 4ª Champions que está en las vitrinas del club le pertenece.

Rumores para desestabilizar a la entidad -deslizando una posible marcha- los ha habido, pero sin fundamento. Villa no es el mismo que antes de la lesión y él lo sabe. Día a día irá ganándose un hueco. No es menos cierto que ya no es la referencia -como lo fue tantos años en Valencia-, que sus mejores años han pasado y que jugar al lado de Messi a veces se le hace cuesta arriba (incluso los medios vendieron que la crispación entre ambos hacía insostenible su presencia en el equipo); pero faltaríamos a la verdad si no mencionáramos que un goleador puede pasar por mejores o peores rachas, mas jamás perderá el olfato.

Paradigmático resulta el caso de Klose, Di Natale o Luca Toni, quienes siguen goleando y cuentan con más de 34 primaveras. Hubo un tiempo en el que se le comparó con la sequía de Fernando Torres, si bien los números y el instinto depredador de uno y otro no engañan.

El hecho es que el asturiano se está poniendo a punto para cuando la carretera se empine, para cuando falte el oxígeno y el desnivel sea tal que solo los más grandes aguanten en cabeza del pelotón. Después de Messi, a fin de cuentas, no hay nadie con más gol en la plantilla. A base de perforar redes en una competición menor, ha ido oxigenando cuerpo y mente. La Copa del Rey le ha servido para no perder el hilo de la temporada y afinarse paso a paso.

Estamos en enero y la gloria de los títulos se disputa en mayo. Es pronto para aventurarse, porque el Guaje estará rayano a su máximo nivel cuando el fragor de la batalla lo exija. Ahí es cuando debe aparecer el asturiano, con resuello suficiente. Si no se mueve del Barça es porque él así lo ha querido, porque tiene la suficiente confianza en sí mismo como para saber que será importante en el destino de los azulgranas.