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Candela.GTRES

Candela es al César su peor laurel, el de la mujer denostada y acallada que sus seguidores se empeñan en vender aunque su hoja esté podrida de celos, de inseguridades y de egocentrismo. Candela siente celos por todo lo que reciba la atención de Antonio que no sean ella misma o su metro con setenta de espacio vital. Un espacio vital decorado con tan mal gusto como el que decora la nuera de la Pantoja con estampados imposibles y un amor por su primate que resulta a veces incomprensible. Irene es buena chica, es maja, insulsa quizás pero capaz de amar de verdad a un marido al que hay que cortar las uñas o hacer de niñera más que de amante. Lo del hijo del Conde Drácula es de traca. Lo único que ha hecho ahí dentro es mostrar el patrón de pareja anticuado y patriarcal venerado por las religiones monoteístas, pues solo una familia tradicional y estructurada es capaz de absorber los problemas de adicciones del varón, mantener el barco a flote y bla bla bla...

Adicciones torpemente explicadas. No es hacer apología de las drogas afirmar que Kiko e Ylenia han contado sus 'movidas' con un sofrito de argumentos tan obsoletos que más valen para un pisto manchego que para explicar el 'mundo noche' en la actualidad. La forma de entender sus problemas con las drogas me recuerdan al estigma que arrastra el SIDA desde los años 80 o 90, ese que urge actualizar con la realidad de la enfermedad en 2019 para no quedarse atascado en lo rápido de su mortandad. Ni el SIDA es hoy sinónimo de muerte ni el consumo de cocaína ocasional es sinónimo de adicción. Si esto no quedase lo suficientemente aclarado, sería cuestión de Estado acelerar una mastodóntica inversión en tratamientos para los millones de jóvenes de España que salen de fiesta a menudo, que usan una u otras sustancias para su diversión y que retoman la normalidad de sus vidas el lunes a las ocho de la mañana. Tranquilas mamis, no todo es tan negro.

La maldad de Miss España 2004 utilizando herramientas feministas para construirse su castillo lego de princesa empoderada; eso sí que es negro. Un castillo en cuya base se asientan piezas tan turbias como el emparejamiento con señores corruptamente adinerados, pues Gil Silgado y su concepción del materialismo femenino son en sí mismo la Hiroshima de cualquier movimiento feminista. Pero ella, lista y empollona, se ha memorizado cual recetario el rosario de frases pro-mujeres salido del sofá de Ana Rosa Quintana y de demás lugares comunes de ese paletismo intelectual donde Paz Padilla pretende funcionar como referente. Y así, con la tarea aprendida desde casa la tía se inmola sin pudor, y en directo, en una lucha anti-hombres que cree poder vencer por la cuestión del género con la que ganó justamente su anterior batalla. Maria Jesús fue gravemente acosada por Julio, sin lugar a dudas, pero esa justificación no puede validar la marimorena que armó el pasado Martes por nada. Si para ella lo de MUJER es un escudo indestructible, para los que la vemos enfundárselo desde casa nos parece un chaleco de polipiel barata, un giro interpretativo tan insustancial que descartarían hasta del guion de Hostal Royal Manzanares.

Sofía gestiona mucho mejor su intelecto y su existencia, es una chica con capacidad de autoanálisis, de diálogo y también de dialéctica, capacidades imposibles de encontrar en Candela.

El machito gritón sigue dentro y por culpa de Maria Jesús reforzado. Tan básica es la estrategia de la Teniente O'Neil que ha conseguido lo impensable; insuflar algo de buena imagen en un ser tan insoportable, obsoleto y molesto como Antonio, del que nunca estuvo en duda su machismo acosador sino el proteccionismo por parte del programa hacia su concurso. Un favoritismo que, superado el ecuador del programa y sin el tinglao femen que montó el coño de Miss, habría durado lo que tarda Candela en pensar que alguien le es infiel cuando se da la vuelta.

Mucho mejor Sofía, que en su vuelta a la casa ha aprendido a dejar claros sus sentimientos con Alejandro. A la de Pamplona le sucede como a Candela, que ha aprendido a amar en entornos donde la belleza física se trata como valor -de ahí los celos y envidias- y bajo un proteccionismo familiar tan cerrado que les ha inculcado esa desconfianza patológica hacia todo lo externo. Y hasta ahí las similitudes, pues Sofía gestiona mucho mejor su intelecto y su existencia, es una chica con capacidad de autoanálisis, de diálogo y también de dialéctica, capacidades imposibles de encontrar en Candela. A Alejandro ya sólo le queda intentar una buena remontada que lo lleve de cabeza a la final o hundirse de nuevo en el disco rayado de un desamor que ya nadie compra. Minipunto para Sofía.

Ylenia sería la única capaz de disputar la final a la extremeña si, como hasta ahora, es capaz de mantener ese equilibrio entre verdad y ataque aséptico con el que anoche dejó KO a Sofía.

El amor tiene algo de acoso: pacífico y consensuado cuando es correspondido, invasivo y molesto cuando es unilateral, pero acoso al final. Mirad Carolina y la historia que se montó en su mente con Fortu, tan infundada y vacía que ella misma se avergüenza de usarla con la plenitud que el programa le ha exigido en ocasiones. Carolina era el último bluff de Gran Hermano hasta que decidió dejar de vender su humo para contarnos como huele el de los demás. Gracias, por ser el espectador infiltrado que necesitamos entre tanta mediocridad.

En este panorama tan dispar resultaría extraño, e interesante, que hubiese un concursante favorito. Raquel, pese a no inspirar ni dos líneas de guion, despunta en Twitter como nueva reina de los fandom. A su favor, ser la única concursante (también Irene si comienza un capítulo ella sola) capaz de devolvernos el espíritu más clásico de Gran Hermano: el del ser anónimo que optimiza la convivencia, sabe usar el confesionario y maneja con prudencia los escándalos galeros que los VIP explotan como si aquello fuese Sálvame. Sería Ylenia la única capaz de disputar la final a la extremeña si, como hasta ahora, es capaz de mantener ese equilibrio entre verdad y ataque aséptico con el que anoche dejó KO a Sofía -y al espectador babeando en casa. Lo sería, claro está, si esta noche sucede lo imposible, la hazaña de todas las hazañas, la de echar a Kiko de la casa.

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