Para ser feliz hay que resolver lo que nos hace sufrir

Para ser feliz hay que resolver lo que nos hace sufrir

Cuando se afronta el sufrimiento de manera adecuada, dedicándole el tiempo necesario y entendiendo las interpretaciones erróneas, el sufrimiento llega a su fin. El entendimiento, comprender bien las situaciones, nos da la capacidad de dar una respuesta a cada circunstancia.

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Caserío en Guipuzcoa, norte de España. Foto: JJ/MI.

Aunque tenga muchos desencadenantes, el sufrimiento es un proceso psicológico único, es decir, cualquier tipo de sufrimiento tiene factores comunes con los demás. Siguiendo el hilo del artículo anterior, vamos a hablar sobre cómo resolverlo de manera definitiva.

En una situación que produce malestar suele haber unas circunstancias externas, lo que nos ocurre (la pérdida de alguien querido, dificultades en las relaciones, conflictos en el trabajo, dificultades económicas...). Pero también hay unas circunstancias psicológicas internas, los pensamientos, emociones y sensaciones que el suceso evoca en nosotros (pensar que uno no es valioso, culpar a alguien, enfadarnos, sentir un nudo en el estómago...). El puente entre lo externo y lo interno es el comportamiento, la acción.

Hay muchos conflictos que podemos solucionar a través de una acción. Por ejemplo, si veo que un niño se va a caer desde un sitio alto y reacciono sujetándole. Sin embargo, hay conflictos menos sencillos que estos, problemas que nos hacen sufrir y en los que no hay una acción concreta que los solucione rápidamente. En esos casos debemos aprender para resolver el sufrimiento.

¿Qué debemos aprender?

Vamos a señalar algunas cuestiones básicas.

- El malestar o sufrimiento acontece en nuestra parte interna, en los pensamientos, sensaciones y emociones. Las circunstancias externas pueden desencadenar el malestar, pero el sufrimiento ocurre dentro de uno. El sufrimiento lo sentimos nosotros, está en nosotros, no en algo externo.

- Enfocarse en actuar solamente sobre las circunstancias externas, tratando de cambiarlas, de evitarlas o de obviarlas como solución del problema interno, no es suficiente en la mayoría de las situaciones.

- Una persona no puede escapar eternamente de sus temores, porque además, cuanto más escapa de ellos más los fortalece. Con escapar nos referimos a evitar u ocultarse a uno mismo los temores psicológicos (como convencerse mentalmente de que no pasa nada, etc.) no a evitar los peligros físicos.

- Conformarse con el sufrimiento, asumirlo, rebelarse, negarlo, justificarlo, culpar a alguien, culparse uno mismo..., todo esto son formas infructuosas de resolver el malestar.

- El dolor y el sufrimiento son dos cosas diferentes. Si no se tiene miedo al dolor no se sufre con él, se siente pero no aparece el sufrimiento psicológico.

- No se engañe pensando que sufre sólo por los demás. Principalmente sufrimos por miedos, miedos propios, y tenemos que aprender a identificarlos para poderlos resolver.

La causa fundamental del sufrimiento es tratar de huir o manipular la realidad que nos hace sufrir. La salida del sufrimiento es comprender la realidad y abordarla correctamente.

Un ejemplo extremo aplicable a cualquier circunstancia

¿A qué nos referimos con comprender la realidad? Supongamos que alguien está sufriendo porque le han diagnosticado una enfermedad grave, enfermedad que puede incapacitarle o incluso llevarle a fallecer. ¿Qué hay que comprender ahí?

Además de lo evidente, es decir, que ha de poner todos los medios para tratar de recuperar la salud, se debe afrontar el sufrimiento psicológico. Que la persona sufra por su situación no va a mejorar su salud, incluso puede empeorarla. ¿Cómo se aborda entonces el sufrimiento ante una situación así?

Se deben identificar bien las ideas de las que surge dicho sufrimiento, ideas que son falsas y muchas veces no se han formulado conscientemente. Ideas como "el dolor puede ser insoportable", "esto no acabará nunca", "depender de otros es terrible", "no es posible ser feliz estando discapacitado", "la muerte hace sufrir necesariamente", "lo desconocido es peligroso", "si soy débil soy despreciable"... A partir de esas ideas podemos ser conscientes de los temores: al menosprecio, al dolor, a sufrir, a morir...

Una vez definidos los temores de los que surge el sufrimiento, hay que aprender a enfrentarlos, tanto en su parte sentida, emociones y sensaciones, como en su parte pensada, el lado racional, es decir, conceptos o ideas y pensamientos.

Cuando se afronta el sufrimiento de manera adecuada, dedicándole el tiempo necesario y entendiendo las interpretaciones erróneas, el sufrimiento llega a su fin.

El entendimiento, comprender bien las situaciones, nos da la capacidad de dar una respuesta adecuada a cada circunstancia, una respuesta que nos protege del sufrimiento y que no perjudica a los demás. Siempre hay una respuesta sin consecuencias negativas, beneficiosa para uno mismo y para los demás.

En muchas ocasiones es difícil entender, y asumir, que un hecho que hoy nos asusta y nos parece terrible, podamos afrontarlo con tranquilidad. Pero se puede. Habitualmente, lo que la persona trata de hacer es reprimir lo que siente y tratar de convencerse pensando o actuando, pero esto no funcionará a largo plazo ni en circunstancias acuciantes. Hay que ir al origen de nuestras respuestas, de nuestras reacciones, al origen de nuestra forma de pensar y sentir.

Prestar atención es la clave

Para desenmascarar nuestros errores y acabar con el sufrimiento, debemos prestar atención a lo que sentimos y a lo que pensamos, mientras actuamos, mientras nos relacionamos o estamos a solas. Las ideas o conceptos erróneos conllevan pensamientos, emociones y sensaciones corporales desagradables, por tanto es imprescindible desvelar esos errores para resolver los problemas.

En realidad, acabar con el sufrimiento no es difícil, sólo se necesita prestar atención, perder el miedo al miedo sintiéndolo conscientemente, e ir dándose cuenta de aquellas cosas que antes nos pasaban desapercibidas. Aprender y desvelar los errores.

Así como el dolor físico es la manifestación de que algo anda mal en el cuerpo, el sufrimiento nos avisa de que hay algo que debemos entender y resolver. No debemos reprimirlo ni escapar de él, debemos entender la causa de la que nace y resolverlo. Actuar de este modo nos favorece, a nosotros y a los demás, ayudándonos a dar respuestas eficaces a los problemas.

En el próximo artículo hablaremos de las ideas.