Expediente colegial en Segovia a la libertad de expresión

Expediente colegial en Segovia a la libertad de expresión

La crisis se ha llevado por delante muchos de los derechos laborales cuyo final certificó la reforma laboral, pero que el que te manda callar sea tu propio Colegio, al que sufragas con tus cuotas, que pretende ser defensor del colectivo, duele. Duele en lo más hondo al ver que se posiciona del lado de los jefes de servicio del hospital y los calientasillas colegiales.

¡Qué te calles, Mónica!

Cuando los tiempos oscuros de los colegios corporativos sanitarios parecían empezar a ver la luz tras el cambio de aires en la directiva del Colegio de Médicos de Madrid bajo el liderazgo de Miguel Ángel Sánchez Chillón y su equipo, la realidad nos vuelve a abofetear machacona, con casos como los vividos recientemente en el Colegio de Enfermería de Madrid, con dudosas prácticas de afiliados, elecciones fantasmas y cuestiones propias de otros tiempos. Ahora, el Colegio de Médicos de Segovia se pone en cabeza para tirar de corporativismo y rancia confraternización para reprimir la libertad de expresión de uno de sus miembros críticos.

Monica Lalanda es médico de Urgencias ahora en paro por decisión propia, e ilustradora experta en ética médica, máster en Bioética y Bioderecho, coordinadora y coautora de la guía nacional para el buen uso de las redes sociales, autora y editora del blog " medicoacuadros " y autora e ilustradora del libro Con-ciencia médica. Y también es doctora defensora de la ética, referente en Bioética y conciencia de muchos de nosotros. Este activismo ético y de defensa de la Profesión con mayúsculas en contra del abuso de los contratos basura y el corporativismo de profesionales que dejan mucho que desear la llevó a abandonar su trabajo de muchos años en el servicio de Urgencias del Hospital de Segovia. Y además de dejar el puesto, tuvo a bien espolear de nuevo a la profesión y publicar su caso y su abandono en un artículo que se hizo viral y que levantó muchas ampollas allá por agosto de 2016 y que se titulaba 'Querida explotación laboral: te dejo, no cuentes ya conmigo'.

Cientos de miles de visitas y apoyos causaron malestar en los aludidos que, tras cinco meses, reaccionan corporativamente y, en vez de solucionar algo o avanzar en la buena dirección, optan por intentar acallar a la denunciante, abriendo un expediente disciplinario.

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Ilustraciones de Mónica Lalanda

No importan las condiciones laborales o la mala gestión, no importan horarios maratonianos por una mala coordinación de personal, no importa la decreciente calidad en el servicio, lo único importante es acallar al que levanta la voz, interesa tener profesionales adocenados que no rechisten porque se les puede expedientar, que no protesten porque pueden ir a la calle, porque no te volverán a llamar si no pasas por el aro de la obediencia.

A esto estábamos acostumbrados cada vez más en la empresa privada donde el patrón hace y deshace con sus dineros, sus inversores y sus cuentas de resultados. La crisis se ha llevado por delante muchos de los derechos laborales cuyo final certificó la reforma laboral, pero que el que te manda callar sea tu propio Colegio, al que sufragas con tus cuotas, que pretende ser defensor del colectivo, duele. Duele en lo más hondo al ver que se posiciona del lado de los jefes de servicio del hospital y los calientasillas colegiales.

Se abre expediente aludiendo a los artículos 37.3 y 38,3 del código de deontología médica donde dice:

  • 37.3. Los médicos se abstendrán de criticar despectivamente las actuaciones de sus colegas. Hacerlo en presencia de sus pacientes, de sus familiares o de terceros es una circunstancia agravante.
  • 38.3. Las discrepancias entre los médicos no han de propiciar su desprestigio público. Se evitará el daño o el escándalo, no estando nunca justificadas las injurias a un colega. Se evitarán las polémicas públicas; las divergencias se resolverán en el ámbito profesional o colegial.

Ambos artículos, con un marcado carácter corporativista y que promueven una ley del silencio, son aludidos con hilos para intentar que toda mala práctica quede oculta, máxime cuando los que denuncian son los compañeros amedrentados. Como dicen los futbolistas, 'que no salga del vestuario', que no se sepa su condición de tales.

Es para mí indignante intentar acallar la ética pura, con mayúsculas, encarnada en una de sus máximas defensoras, con una norma de bolsillo fabricada al efecto, que tan solo pretende que todo siga con las mismas prebendas que ya se disfrutan.

Cuando al Colegio de Segovia le llega una brizna de aire limpio en boca de una de sus colegiadas, toman la decisión numantina de resistir y cerrar bien las puertas para que nada cambie. En su ánimo no ha crecido la más mínima duda y han procedido a cerrar filas contra uno de los suyos, que les podría reverdecer el sembrado. Ha podido la posición del acomodado que quiere hacer leña del díscolo que dimitió y se alejó para no ser partícipe de la precariedad y la baja calidad de un servicio en podredumbre.

Ahora todos somos Mónica Lalanda, estamos contigo.