El pulso

El pulso

Getty Images/iStockphoto

El cuerpo dice basta, la mente, continúa.

Basta, el río desaparece, su cauce se encuentra seco.´Continúa, las nubes anuncian lluvia, la tierra se abre a ella.

Basta, la carrera te ha agotado, cargas con demasiado peso. Continúa, no es tu carrera ya, es por otros por quién la corres, la historia venidera te la ha arrebatado.

Basta, arrastras tus pies lentamente, prácticamente inmóviles. Continúa, vuelas hacia rincones que no visitarás, el pensamiento se empeña en lo imposible, por eso continuas volando.

Basta, sueño es tu alimento, asfixia su digestión. Continúa, ellos van realizando aberturas en tu inutilidad que alivian tu ahogo.

Basta, ebrio de penas no hay oráculo que dé respuesta alentadora. Continúa, no hay futuro, solo tu presente importa y este puede ser brillante e inagotable.

Basta, la fuerza del vendaval es ahora brisa tenue y delicada, el férreo músculo una tela deshilachada. Continúa, tu debilidad es ternura, tu fortaleza reside ahora en tu sabiduría. Es ahora aquello que debes ofrecer.

Basta, el cuerpo se cae a pedazos, nada lo podrá reconstruir. Continúa, los fragmentos de ti que vas dejando marcan el sendero de tu recuerdo.

Basta, la incertidumbre te ciega, la ansiedad te devora, el tiempo venidero deseas no verlo, no vale nada. Continúa, atravesar la niebla redobla tu mérito. No importa tanto el lugar a donde llegues como aquel que vas siendo en el camino que recorres.

Basta, eres lo que haces, lo que ibas haciendo va cayendo en el saco del olvido. No eres nadie. Continúa, no confundas hacer con el movimiento. Nada te impide amar, es posible tu sonrisa, tu pensamiento no está cautivo. Desde tu celda puedes transmitir la necesidad de cambiar.

Inevitablemente, llegará un momento en el que ambos se pondrán de acuerdo, ese será el final.

Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor